Te Quiero Como Eres romance Capítulo 248

Alonso y Josefina sintieron el miedo de Carlos…

¡Carlos era la persona más poderosa e importante de Teladia!

Sin embargo, se cayeron en la trampa y fueron utilizados tan fácilmente…

—Intentasteis hacer daño a la persona que amo más. ¿Acaso no queréis vivir? —Carlos dijo con frialdad.

Al pensar en el dolor que había sufrido ayer y el asusto que Micaela había padecido, ¡Carlos quisiera vengarse!

—Señor Carlos, lo siento mucho. Hemos cometido errores sin reflexionar. Lo hicimos por los malditos celos… —Josefina lo rogó de rodillas.

—¿Crees que sería bueno para vosotros si me hubierais matado? ¡Tendríais que quedaros en la cárcel para siempre! Preguntaos bien. ¿Qué os he hecho? ¿Os he ofendido? Solo realizo pedidos por mi propia cuenta. Pero intentáis todas las maneras para obtener mis diseños. No se puede esconder lo que habéis hecho. Por eso, se ha expuesto vuestro plan. ¿Crees que puedes plagiar el trabajo de otras personas toda la vida sin ser detectado? —Micaela dijo a Alonso seriamente.

Dándole la razón, Alonso y Josefina se quedaron con boca abierta.

—Carlos, ¿usted qué quiere hacer con este caso? —el policía preguntó a Carlos con reverencia.

Asustados, Alonso y Josefina miraron a Carlos temblando…

Este hombre era demasiado poderoso. Incluso la policía tenía que preguntarle qué quería hacer con ellos. Y él les había dicho que Micaela era la más importante para él…

Les trataría mal si Carlos se encargara de ellos…

—¿Qué te parece? —Carlos miró a Micaela.

—Déjalo a la policía. La ley les dará el castigo que les merece —después de pensar un rato, Micaela miró a Carlos halagadora.

Alba suspiró. Micaela era demasiado amable. No los sentenciarían a lo grave por tentativa de homicidio. Pero Alba seguía creyendo que Carlos no les dejaría en paz.

—De acuerdo, te escucho —Carlos dijo con satisfacción.

—¿Por qué? Micaela, ¿no nos odias? —antes de que Alba hablara, Alonso preguntó.

—Claro que te odio. Ayer estaba muy asustada y pensé que yo moriría. Me creí que ya no podría verlo… —Micaela miró a Carlos amorosamente.

—Gracias al amor que Josefina tiene por ti, no quiero hacer nada con vosotros —Micaela siguió diciendo y miró a Josefina sentada en el suelo.

Alonso bajó la cabeza por vergüenza. Y a Josefina le pareció increíble lo que dijo Micaela.

—Josefina confía en ti y te quiere tanto. No tienes nada, pero ella se deja engañar una y otra voz por ti y sigue estando contigo. No te echa toda la culpa, aunque te reprocha. Siempre utiliza el trato de nosotros para llamar a ti y a ella misma. Soporta estos sufrimientos contigo. Alonso, ¿de verdad vas a continuar decepcionando a una mujer así que te quiere?

Todos los policías se sorprendieron mucho…

—Micaela, lo siento. Eres tan simpática. Es imposible que lo hiciera esto. Lo siento que te hagamos daño tantas veces. Además, cuando trabajaba en Nubcanción, siempre conspiraba contra ti. Lo siento mucho… —dándose cuenta de su error, Josefina se puso de pie llorando.

Parecía que ya reconoció su culpa.

Abrazando a Micaela, Carlos quería irse. No quería meterse en el caso, puesto que Micaela dijo que la policía se encargara de ellos.

Sin embargo, Alonso y Josefina solo eran aprovechados. ¡A la persona que manejaba todo detrás de ellos le merecía el castigo más!

—Alba, vámonos —Micaela se volvió a llamarla.

—Esperadme fuera, salgo muy pronto —Alba movió la mano.

Notando a Ernesto, Carlos se fue con Micaela…

Pero se pararon para hablar con una persona.

Alba se adelantó y vio un hombre delgado y guapo. Parecía muy sabio.

—Es el hermano de Marcos? —Alba preguntó.

Exactamente, era Javier.

Llegó al hospital temprano por la mañana. Pero nadie estuvo cuando entró en la sala hospitalaria de Micaela.

Había preguntado al personal, pero nadie se lo informó. Solo decían que Micaela se había ido para el examen médico.

La había llamado, pero no lo respondió.

No quería irse así. Por eso, buscó todos los lugares donde se realizaban exámenes médicos en el hospital.

Sin embargo, todavía no pudo encontrarla. Y cuando quería volver a la sala hospitalaria, se encontró en ella.

Al escuchar la voz de Alba, Micaela se volvió.

—Alba, es mi compañero de bachillerato. Se llama Javier. Javier, ésta mi buena amiga, Alba —Micaela tomó el brazo de Alba y se la presentó a Javier.

—Micaela, ¿estás bien? —después de saludar a Alba, Javier miró a Micaela muy preocupado.

—Estoy bien, estamos para abandonar el hospital —ella sacudió la cabeza sonriendo.

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