Alba, Ana y Kiki sostuvieron a Micaela.
Tras unos segundos, Micaela abrió los ojos y se puso de pie apoyando en ellas.
—¿Puedo entrar? —ella miró al médico.
El médico frunció el ceño, porque principalmente estaba prohibido entrar. El paciente tenía que quedarse en el quirófano una hora después de la operación.
—Sígueme —mirando sus ojos hinchados, finalmente el médico asintió.
Alba también quiso entrar con Micaela, pero el médico no la permitió.
—Ya no entren los demás.
Micaela y el médico entraron y cerraron la puerta.
Alba se sintió decepcionada.
Ella quería entrar a visitarlo porque también se preocupaba mucho por él…
Cuando Diego la llamó diciendo que Carlos había recibido un disparo, ella se ahogó. No sentía menor preocupación y miedo que Micaela…
Observando a Alba, Ernesto se puso desanimado porque ella seguía perdida en todo el camino. Se llevaban bien estos días, pero cuando se mencionó Carlos, ella siempre…
—No te preocupes, el médico ha dicho que está bien. Es suficiente que Micaela entre. Esperemos aquí —Ernesto le abrazó en el hombro y dijo.
***
Micaela se había cambiado por estéril y entró en la sala de observación con el médico.
Mirando a Carlos, quien estaba pálido y boca abajo en la cama de hospital, Micaela no pudo evitar llorar.
«Siempre estás muy animado, ¿por qué ahora estás tan débil?»
Micaela se puso muy dolorida…
Carlos estaba cubierto por una sábana parcialmente. Desde el hombro izquierdo hasta la parte superior del abdomen, él estaba envuelto por gasa. Estaba con infusión y se oían los equipos funcionando en la sala...
Si Carlos no se hubiera dirigido hacia ella, ella habría sufrido el disparo.
Pensando en esto, Micaela lloró más de emoción…
Él le había dicho que no bajara del coche, ¿por qué ella no lo escuchó? Si no hubiera bajado del coche, Carlos no estaría herido…
Micaela se culpó mucho…
—Señorita Micaela, no te preocupes. Le dispararon en la escápula izquierda y los órganos están bien. El señor Carlos estará bien. Es fuerte y pronto se recuperará —el médico le llevó una silla y la consoló.
¿Por qué el médico sabía el nombre de ella?
Ella se secó las lágrimas y se fijó bien en el médico. ¡Reconoció que era el médico a domicilio que venía y salía en Nyisrenda!
—Soy médico exclusivo para el señor Carlos, médico generalista, mi nombre es Enrique —notando las dudas de Micaela, el médico le explicó.
—¿Cuándo se despertará él? —ella asintió con la cabeza y preguntó con una voz un poco ronca.
—Cuando anestesia se desvirtúe. Más o menos dos horas.
Vio que le quedaba sangre en las manos de Micaela, Enrique la llevó al baño.
Después de lavarse las manos, Micaela volvió al lado de Carlos inmediatamente y se sentó en la silla. Quiso tocarlo, pero no supo si podría hacerlo…
Mirando la mano derecha de Carlos fuera de la sábana, Micaela estaba para meterla en la sábana. ¡Pero él la agarró!
¡Micaela se quedó con la boca abierta y vio que los ojos de Carlos todavía estaban cerrados!
Ella echó a llorar otra vez. ¿Él podía sentirla, aunque estaba en coma?
—Pues no lo movamos. Lo dejamos descansar —lo cual también significaba que otras personas se fueran.
Micaela miró a los demás y encontró que Ana y Kiki también estaban.
—Micaela, no te preocupes. Carlos se recuperará muy pronto —Kiki se le acercó a ella y le entregó una caja fina.
Kiki y Ana no entendieron nada. La seguridad de Teladia era especialmente buena en Anlandana. ¡Pero hoy apareció un disparo hacia Carlos de improvisto, quien era muy poderoso!
Ellas sabían que no era apropiado preguntar ni discutir sobre el disparo puesto que no conocían bien a los demás.
—Micaela, tu novio te ama mucho. No llores. No quiere que te sientas triste —Ana miró a Micaela preocupada.
Micaela asintió con la cabeza.
—Ana y yo nos vamos. Vamos a visitarte mañana y descansa bien —Kiki dijo.
La cajita que Micaela tenía en la mano era su regalo de San Valentín para Carlos. Si él no viniera a tomar el regalo, no se habría herido...
—Perdón, os habéis preocupado mucho. Nos veamos más tarde —Micaela respondió a Kiki y Ana.
Y ellas se fueron después de consolarla.
—Señorita, estoy fuera. Llámame si necesitas algo —Raúl dijo a Micaela y salió.
Así, solo se quedaron Ernesto, Diego, Alba, Micaela y Carlos en la habitación.
Ernesto se acordó de algo y miró a Diego.
—¿Decías que el asesino ha muerto?
—En ese momento, el señor me dijo la posición donde estaba el asesino y ordené a bloquear el edificio. Lo encontraron en el hueco de escalera de la planta 25. Como él no pudo escaparse, se disparó…
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