Te Quiero Como Eres romance Capítulo 361

Las palabras de Micaela hicieron que Carlos frunciera el ceño.

Micaela levantó la cabeza, miró al hombre y le dijo seriamente:

—No quiero olvidarte, a Alba y a todos los amigos que tengo ahora, ni quiero olvidar todos momentos hermosos que hemos creado juntos a cambio de los recuerdos de la infancia. Este precio es demasiado caro.

Alba se quedó desgarradora por dentro después escuchar lo que dijo su mejor amiga. Ella siempre había estado considerando a Micaela como su propia familiar, y no quería que Micaela la borrara de la memoria.

En el fuero interno, Alba sentía que si Micela olvidara a Carlos, ella misma no podría resistir el impulso de aprovecharse de esta oportunidad de acercarse a Carlos. Ella tenía miedo de convertirse en ese tipo de personas que haría cualquier cosa a toda costa por amor, y tenía miedo de hacer daño a su mejor amiga y a Ernesto, así que estaba a favor de la decisión de Micaela.

—Si no quieres, pues no lo hagas. No quiero que te olvides de mí. De todos modos, todo ya está pasado, y estás bien ahora.

Ernesto le asistió la razón a Alba y dijo:

—Sí, vivir el momento es lo más importante. Lo pasado ya está pasado. A lo mejor es la providencia que te haya dejado olvidar tu memoria de infancia.

Carlos miró suavemente a Micaela, la acarició cariñosamente la mejilla y dijo con una voz baja:

—Cariño, si no puedo averiguar quién está detrás de esto, ¿qué haré yo para protegerte si sucede otro accidente similar la próxima vez?

Micaela recordó de repente el momento del disparo de la última vez: Carlos la abrazó y ella tocó la sangre en la espalda de este, que manchaba sus manos e incluso teñía la camisa blanca de él del color rojo...

Micaela sacudió la cabeza con fuerza para echar las imágenes sangrientas de su cabeza.

«No, no podrá ocurrir más una cosa tan horrible.»

Carlos le echó el brazo sobre los hombros a Micaela y dijo con su voz grave y confortable:

—¿Y qué si te olvidas de mí? Mientras yo te recuerde, te seguiré amando y haré que te vuelvas a enamorar de mí otra vez aunque me olvides.

Micaela miró al hombre, vaciando.

En este momento, Diego habló de repente seriamente:

—Señora, hay algunas personas que son imposibles de olvidar. Creo que el amor entre usted y el señor no desaparecerá por el tratamiento. Además, el doctor Wade no ha dicho a ciencia cierta que usted olvidará definitivamente todos sus recuerdos actuales. Incluso si olvida alguna parte de ellos, estoy seguro de que el señor y Alba le ayudarán a recuperarla.

Ernesto dirigió a Diego una mirada apreciativa y bromeó:

—Vaya, Diego, no esperaba que fueras tan bueno en «lavar el cerebro». ¡Incluso yo estoy convencido por tu elocuencia!

Tras decir esto, miró hacia Micaela y le animó:

—¡Micaela, sé valiente!

Alba dio un suspiro profundo y estuvo de acuerdo con que Micaela recibiría el tratamiento médico.

—Mica, pase lo que pase, siempre estaré a tu lado. Mira, esa Adriana todavía sigue acaparando tu casa. Ella no solo se ha apropiado de la empresa que tu padre ha fundado, sino también te ha echado de tu propia casa. ¿No quieres saber qué otros trucos sucios se esconden detrás de todo esto?

Micaela se apretó con fuerza los puños.

«Sí, todo lo de mamá y papá ha sido robado por los Elvira, ¿cómo puedo huir así y cederles todo lo que mamá y papá han logrado con tanto esfuerzo?»

Wade había estado esperando tranquilamente la última decisión de Micaela a un lado.

Micaela tomó la decisión en el interior, levantó la vista para mirar a Carlos, con los ojos nublados, y dijo:

—Carlos, si realmente me olvido de ti, asegúrate de hacerme recordarte de nuevo, ¿vale?

El hombre le levantó suavemente la barbilla, le dio un beso en los labios y contestó:

—Cariño, aunque perdieras todos los recuerdos sobre mí, yo no te dejaría separar de mí jamás.

Ernesto cogió a Alba en sus brazos, acariciando su cabeza con su mano, y suspiró en el interior: «Tonta, ¿por qué tiene que torturarte a ti misma así una y otra vez?»

Alba lo abrazó en la cintura a Ernesto, con las lágrimas cayendo sobre la camisa del color azul claro de este.

Ella lloró por el riesgo potencial que Micaela podría sufrir en el tratamiento y por esta hermosa escena conmovedora y desgarradora a la vez.

Micaela no pudo evitar derramar lágrimas, también, giró la cabeza para mirar a su amiga y la llamó suavemente:

—Alba...

Esta se deshizo inmediatamente del abrazo de Ernesto, y abrazó a Micaela que se le acercaba a ella misma.

—Mica, no me olvides, ¿vale?

Micaela asintió con la cabeza firmemente y contestó:

—Haré lo que pueda para recordarte.

Alba se sentó junta a la cama, sosteniendo la mano de Micaela, mientras que Ernesto y Diego estaban de pie al otro lado de la cama.

Al ver a Carlos irrumpir en la sala, Ernesto cedió conscientemente su lugar para él y preguntó con preocupación:

—Carlos, ¿qué ha dicho el médico?

—El tratamiento ha ido bien, y la trombosis ya se le ha disuelto. Mientras la pérdida de memoria haya sido causada por esa trombosis que le presionaba los nervios, ella deberá poder recuperar sus recuerdos perdidos pronto.

Alba se sintió un poco extraña al escuchar esto.

«¿El hematoma puede provocar la pérdida de memoria?»

Diego preguntó a un lado:

—¿Así que ahora solo necesitamos esperar a que la señora se despierte por sí misma?

Carlos se sentó en el borde de la cama, cogió la otra mano de la mujer y dijo:

—No, voy a despertarla personalmente.

Alba se sonrojó al instante porque se le ocurrió el cuento de la Bella Durmiente al oír las palabras de este.

«¿Carlos va a besar a Mica para despertarla frente a nosotros?»

Resultó que Alba se lo había pensado demasiado.

Carlos se limitó a acariciar la mejilla de Micaela con una mano y llamó suavemente en voz baja y suave:

—Cariño, despierta.

Esta no reaccionó, y solo movió ligeramente la cabeza a otro lado, como si aquella mano perturbara su sueño.

Carlos llamó unas cuantas veces más y poco a poco Micaela abrió los ojos lindos y claros y quiso incorporarse en la cama.

Al verlo, Alba y Carlos se apresuraron a sujetarla por la espalda, ayudándola a recostarse. Luego todos miraron a Micaela con ojos llenos de expectación.

Con una expresión de desconcierto en la cara, Micaela preguntó:

—¿Dónde estoy?

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