Carlos Aguayo encendió el ordenador al entrar en el estudio. Mientras tanto, Tomás se sentó en el sofá y explicó a Diego Ocampo lo que sucedió esa noche.
La videovigilancia ya había sido enviada, Carlos tuvo que confirmar inmediatamente si era realmente tan solo una coincidencia o todo fue diseñado artificialmente.
El vídeo empezó desde que entraron él y Micaela en el hotel.
Según la vigilancia, parecía que era como lo que dijo Micaela. Roberto salió desde otra sala VIP y se puso lujurioso después de ver a Micaela. No tenía pinta de que le había instruido alguien. Se quedó en el pasillo observándola un buen rato y luego se dirigió al lavabo que estaba en la esquina.
El lavabo estaba fuera del alcance de la videovigilancia, pero igualmente era muy evidente que Roberto fue allí antes de Micaela para preparar la emboscada. No se veía nada después de que Micaela pasó por la ventana. No obstante, se pudo ver claramente que fue arrastrada por una mano en el momento en que salió.
El ver cómo se la llevó a rastras hizo que Carlos encolerizara tanto que apretó el ratón con fuerza, tenía el impulso de volver a coger a Roberto y cortarle la mano.
Poco después, la mujer que mencionó la camarera también apareció, pero desde otra sale de VIP y se fue directamente hacia la salsa del ascensor.
A continuación, Carlos salió de la sala e hizo una llamada mirando en todas direcciones. Después, apareció la camarera.
De acuerdo con las grabaciones, no había nada sospechoso. Micaela también dijo que la llamada fue hecha por una persona de confianza, no por alguien que le llamara con intención para que saliera.
A lo mejor, era realmente un accidente y Roberto solo estaba atraído por la belleza de Micaela.
De repente, Carlos rebobinó el vídeo y se fijó en el momento en el que salió la mujer.
—Venid a echar un vistazo, ¿conocéis a esta mujer?
Tomás y Diego se acercaron inmediatamente.
—¿Ya ha llegado la videovigilancia? ¡Qué rápido! —dijo Tomás.
Los dos se pusieron a los dos lados de Carlos y miraron atentamente hacia la mujer que aparecía en la pantalla.
La mujer era igual a como lo que describió la camarera, llevaba gafas de sol, un vestido blanco, una bolsa de marca. Todo lo que llevaba puesto eran de marcas famosas. Debería ser alguna mujer adinerada...
En efecto, su figura se asemejaba a la de Micaela. A diferencia de Micaela, que vestía ropa blanca, la mujer lucía un vestido de color blanco.
—¿La conocéis? —preguntó Carlos en un tono frío.
Debido al ángulo de la cámara y al sombrero que llevaba, no se podía saber de forma clara.
Diego dudó un poco antes de hablar:
—Señor, ella, creo que debe ser Srta. Atenas.
¿La Amelia de Grupo Atenas?
Tomás se sorprendió y miró hacia Carlos ...
Esta mujer estaba muy obsesionada con su hermano, además del incidente anterior...
Era normal que Carlos no la reconociera en la grabación, porque nunca le prestó atención. Sin embargo, Diego no pudo evitar reconocer su cara ya que esta mujer siempre iba sin invitación para visitar a Carlos, Diego tuvo que buscar varios motivos para rechazarla. Después de varias veces, ya era capaz de reconocerla.
Más adelante, Carlos ordenó que no se le permitiera entrar en el edificio del Grupo Aguayo, los guardias siempre le denegaban la entrada. Así pudo resolver el problema.
Ella se quedó muy enamorada de Carlos, aunque le había rechazado de forma tajante, ella no se rindió.
Carlos frunció el ceño y preguntó:
—¿Por qué ella está allí?
—Debería parar a comer también, tampoco es raro comer allí.
De todas maneras, la familia Atenas era una familia grande en Teladia. Además, era una familia que contaba con el apoyo de Carlos...
—Diego, averigua un poco —dijo Carlos, se levantó y se fue del estudio.
Micaela acababa de ducharse y estaba secando su pelo delante del tocador. No escuchó a Carlos tocando la puerta hasta que el hombre entró y vio su reflejo en el espejo.
Ella apagó el secador, giró atrás mientras intentaba levantarse...
—Solo quería buscarte después de secarme el pelo...
Carlos dejó las manos sobre de sus hombros para que siguiera sentada, luego se apoyó contra el tocador con una pierna doblada ligeramente por la rodilla para poder mirarla a su altura. Se sintió muy cómodo en cuanto entró en su habitación.
Carlos miró a Micaela, que le estaba mirando fijamente por el espejo, preguntó de repente:
—¿Te has enamorado de mí?
Micaela se levantó de golpe, no supo qué contestar...
«¿Cómo le surge de preguntar eso tan directamente? No sé qué contestar... »
Carlos río y preguntó en voz baja:
—¿Te parece demasiado pronto?
Micaela confirmó con la cabeza hacia abajo. Pero Carlos le levantó la cara, insistió que le mirara y dijo:
—Micaela, ¿puedo besarte?
Micaela parpadeó, su corazón estaba latiendo rápidamente, sintió que su cara estaba punto de arder y preguntó:
—¿Solo un beso...?
Lo que quería decir era que, si fuera solo un beso, sería aceptable...
Carlos se río:
—Si quieres algo más, por mí encantado.
La cara de Micaela se puso roja totalmente, ¡no se refirió a eso!
No sabía cómo explicarlo, una impulsividad le hizo ponerse en puntillas y besó a Carlos directamente...
Carlos solo se sorprendió medio segundo antes de retomar el domino de la situación. La abrazó y apoyó la cabeza de Micaela con una mano. Se acochó un poco para que Micaela no tenía que mantener de puntillas.
La respiración del hombre era muy caliente, la lengua pasó por cada rincón de su boca. El tenue olor de vino le hizo sentir como si estuviera borracha, no tenía fuerza.
Carlos no la soltó hasta que Micaela casi no pudo respirar y le abrazó fuertemente entre los brazos.
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