Te Quiero Como Eres romance Capítulo 76

La cara de Micaela estaba bastante roja. Se apresuró a levantarse y se puso delante del espejo. La marca de la bofetada ya quedó invisible. ¡Realmente funcionó bien ese ungüento!

Miró su camisón. Era de estilo largo, llegaba hasta la pantorrilla. Era de manga larga, de color rosa y adornada con pequeñas flores. El escote tenía capas de volantes. Le gustaba mucho...

«Es un estilo muy conservador. ¡Lo dice como si le estuviera tentando!»

Cuando llegó a la empresa y se sentó frente al ordenador dibujando, se dio cuenta de repente.

¡Carlos llevaba pijama esta mañana!

En otras palabras, ¡no le abrazaba cuando se quedó dormida y no le dejaba irse, sino que el hombre se duchó en su habitación y luego subió en su cama!

Por eso estaba sonriendo en el camino de llevarla al trabajo, ¿se estaba riendo de ella por ser lerda?

¡Maldita sea! ¡Siempre me la juega!

«Antes pensaba que no había dormido sola. ¿Podría ser de verdad? Solo que él se levanta más pronto...» sospechó Micaela.

—¡Micaela! ¿Qué estás haciendo? ¿Estás empanada? —sonó la voz de Ana al lado y Micaela volvió en sí.

Ana preguntó con una sonrisa pícara:

—¿Pensando en tu novio?

Se sonrojó un poco la cara de Micaela explicó divagó:

—Qué va, solo estaba pensando si he cerrado el grifo de casa o no...

—¿En serio? —Ana se emocionó, parecía que por fin encontrar alguien que quien compartir su costumbre— Sabes qué, yo también siempre vuelvo a confirmar si he cerrado bien la puerta después de salir. Luego en medio de camino no puedo evitar pensar si he apagado el gas o no. Ay, es una tortura...

Micaela le miró como hablaba sin parar, pero lo que acababa de decir estuvo resonando en su cabeza...

Ya habían pasado diez días desde que alquiló la casa, ya debería de estar lista para vivir, ¿no? ¿Sería abusar demasiado de la confianza de Carlos al vivir tanto tiempo en su casa? Estaba disfrutando de que la llevó con un coche especial y del cuidado al detalle de Sofía sin pensar en nada...

Le daba vergüenza pensarlo. Aunque se convirtiesen en novios ella y Carlos, vivir juntos aún era un tema lejano. Además, este hombre siempre durmió a su lado, en caso de que algún día...

Micaela sacudió la cabeza con fuerza y dejó de pensar en eso. «¡Buscaré un hueco para visitar el piso que he alquilado!»

—Micaela, ¿qué te pasa? ¿Estás bien?

—Bueno...

«¡Me he distraído otra vez!»

Micaela estaba avergonzada y buscó una excusa:

—Anoche no descansé bien y la verdad no me encuentro bien. Estoy por pedir una ausencia a Kiki esta tarde.

—¿Vas a pedir ausentarte esta tarde? —Kiki pasó por su puesto justamente y se detuvo a preguntar cuando escuchó lo que dijo Micaela.

Ana se sorprendió. ¡Le ha pillado cuando no estaba trabajando! Se apresuró a ir hacia su propio puesto.

Micaela se levantó.

—Sí, tengo un asunto personal esta tarde y me gustaría pedir medio día libre. Ya tengo hecho el dibujo del diseño y puedo entregártelo al mediodía antes de salir de trabajo.

Kiki sonrió.

—Vale, está bien, no te pongas nerviosa. ¡Puedes irte!

—Muchas gracias, Kiki.

Micaela terminó el dibujo como planeaba. Después de entregárselo a Kiki, ya era la hora de salir del trabajo. Se marchó después de comer con Ana en el comedor de la empresa.

Cuando salió de la empresa, hacía bastante viento y estaba nublado.

Ella sacó el móvil y llamó a Adriana Elvira.

Después de sonar un poco, la llamada fue contestada y la voz de Adriana tenía el tono alto de siempre:

Era la voz de Ivanna Alemán.

Se escuchó un sonido de bofetada y enseguida alguien se cayó al suelo y el ruido de un objeto impactando contra el suelo...

La mujer lloró.

Micaela frunció el ceño. ¡Ivanna de verdad era arrogante sin importar dónde estaba!

A Micaela no le interesaba meterse en ese asunto. Vino a buscar a Adriana para dejar las cosas claras. Luego debía de volver a la empresa antes de la hora de salir de trabajo porque Carlos llegaría a tiempo para recogerla.

No obstante, cuando vio la persona que se sentaba en el suelo y estaba llorando, cubriéndose las mejillas, no pudo quedarse mirando de brazos cruzados...

Micaela se acercó y le tendió la mano:

—Delfina, levántate primero...

Delfina Yepes era una colega del anterior trabajo de prácticas de Micaela y era muy amable con ella. Además, salió a hablar por ella cuando la empresa la quería despedir.

Más adelante, dicha empresa no pudo funcionar bien debido a problemas con la dirección y mucha gente se marchó.

Delfina también se fue de esa empresa japonesa en ese momento.

No esperaba que al final acabara trabajando aquí y que casualmente acabara con Ivanna.

—Micaela...

Delfina cubrió su cara ya hinchada, sus ojos también estaba hinchados de tanto llorar. Ahora, al ver a alguien conocido, se sintió aún más triste por lo que sufrió y le brotaron más lágrimas.

Alrededor había unas modelos y personal, estaban mirando hacia allí pero no podían hacer nada. La Srta. Alemán era la que tenía el poder. Los Alemán eran el mayor patrocinador del espectáculo que harían en GarzaBlanca el día 21. Ellos no se atrevían a alzarles la voz, preferían hacer menos que más.

Micaela sacó un pañuelo desde su bolsa y secó las lágrimas de Delfina. Ella miró hacia Ivanna:

—Ivanna, ¿cómo puedes pegar a la gente? ¿No puedes hablar las cosas?

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