Te Quiero Como Eres romance Capítulo 77

Ivanna Alemán se sentó delante del tocador. Iba maquillada de una forma exagerada, tal y como recorría la pasarela del escenario.

Al ver que la persona que entró era Micaela, la miró con desdén. Adriana le comentó que Micaela iba a venir, por eso no le sorprendió nada su aparición.

—Métete en tus asuntos. Estoy educando a mi torpe asistenta, ¿qué tiene que ver contigo?

Viendo que Micaela no entendía la situación, algunos miembros del personal que quizá querían contentar a Adriana, explicaron atentamente:

—Delfina se equivocó de la talla de zapatas de Ivanna.

—Ella va a salir a la pasarela en unos días, y debido al alto precio y que los zapatos de esta marca no se suelen ver en los escaparates, tampoco podrían encontrar la talla correcta.

—¡Lo ha reservado especialmente!

—Los zapatos son muy importantes para una modelo, si el tamaño es más grande o pequeño pueden afectar mucho.

***

Las modelos más veteranos que estaban sentados frente a otros espejos lanzaron una leve mirada hacia aquí de forma despectiva. Eso solo pasaría a novatos como Ivanna, ella solo lo estaba aprovechando el tema para pavonearse.

Micaela vio que había una caja de zapatos en el suelo, los dos zapatos con tacones altos cayeron fuera, tirados en el suelo.

Después de consolar a Delfina un rato, miró hacia Ivanna y dijo:

—Ya que el problema ya ha pasado y es irremediable, entonces tenemos que pensar una solución, pegar a la gente no resuelve nada.

—Tú...

—Tienes suerte de que ya os habéis percatado con antelación, por lo menos quedan unos días para preparar otros estilos. Si te hubieses dado cuenta el día de la actuación, ¡serías tú la que lloraría!

Las modelos se rieron cubriendo la boca. Hacía tiempo que estaban hartas de las formas insolentes de Ivanna, pero tenían que aguantar por el poder de su familia. Ahora por fin había una persona que dio una lección a esta chica, ellas se sintieron muy a gusto.

Evidentemente, Ivanna también escuchó las risas y se levantó con rabia, mirando a Micaela.

—¡Esto es de la marca Chanel! ¡No creo que habrá un segundo par en toda Teladia!

—Además, ¡gasté dieciocho mil euros para estos zapatos! Y ahora por culpa de esta idiota, ¡los zapatos son media talla más pequeña! ¿Intentas hacerme quedar mal? —dijo mirando a Delfina despiadadamente y continuó— ¿Queréis resolver el problema? Claro que podemos. Delfina, ¡indemnízame por los zapatos! Dame dieciocho mil euros, ¡ahora!

La cara de Delfina se puso inmediatamente pálida. No podía permitirse ni ocho mil euros, ¡ni hablar de dieciocho mil!

Volvió a llorar y suplicó:

—Ivanna, lo siento, de verdad no lo hice a propósito. Indiqué en la lista que la talla era la treinta y seis, pero no sé quién lo ha cambiado...

—¿Qué disparates estás diciendo? Tú te encargabas de todo el trámite, si no has sido tú, ¿quién podría ser?

—No puedes pagar, ¿no? Pide ayuda de tu mejor amiga. Ella es una cazafortunas, ¡dieciocho mil no es nada para ella!

Ivanna habló en un tono agresivo sin olvidar meter a Micaela en ese lio.

Ella también tenía rencor contra Micaela. Hoy entró en su territorio, ¡se lo estaba buscando! ¡No la dejaría salir indemne tan fácilmente!

Por lo que dijo, todo el mundo se fijó en Micaela.

—Qué chica más bonita, ¡cómo puede ser una cazafortunas!

—Ay, hoy en día es normal en esta sociedad. Si eres el amante de alguien puedes ganar unos miles de euros, ¡para qué trabajar duro!

¡Claro, mira la ropa que lleva, ¡también es de marca!

***

Ivanna se regocijó al escuchar lo que decía la gente.

—Todos esos son regalos de su novio rico, ¡la gente es invencible cuando no tiene vergüenza!

Delfina sacudió la cabeza. Adivinó que Micaela y Ivanna deberían conocerse. Micaela la quería ayudar, ¿cómo pudo arrastrarla a esta situación?

—No digáis disparates, ¡Micaela no es así! Éramos colegas, la conocía muy bien, ¡no escuchéis las tonterías de Ivanna!

La gente se rio.

Una modelo de los que les acababa de ayudar habló en un tono muy amable:

—No está tan mal. Aunque lleva algo más de un mes aquí, tan solo ha despedido unos veinte asistentes.

Las risas de alrededor se oyeron más fuerte.

Ivanna dio un pisotón y habló con furia:

—Esos asistentes son tontos como besugos, no sabían hacer nada y me enfadaron. Yo les pagué, ¿no tengo derecho en despedirles?

Esa persona siguió:

—Delfina es la que lleva más tiempo y tiene el mejor temperamento. Le aguanta bastante y nunca se enfada.

La cara de Delfina se sonrojó, aun así, rogó a Ivanna desde detrás de Micaela.

—Ivanna, dame una última oportunidad. ¡Seguro que te encuentro los zapatos!

Ivanna contestó con desprecio:

—Vale, te doy una última oportunidad. ¡Ponte de rodillas y súplica!

«Si no puedo hacer nada con Micaela, ¡al menos puedo torturar a su amiga!» pensó Ivanna. Se sintió satisfecha viendo Micaela que estaba preocupada por Delfina.

Micaela se sintió triste por Delfina viéndola así. La tiró hacia atrás y le dijo en voz baja:

—Ivanna no es buena persona. Aunque esta vez puedes arreglarlo, te pondrá más obstáculos en el futuro...

Delfina le miró con agradecimiento.

—Gracias por ayudarme. Pero, Micaela, necesito dinero y este trabajo.

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