Te tomo prestado romance Capítulo 10

- Bulat Basmanov no suele endeudarse con las mujeres, pero ¿y si lo hace? Las buenas putas no son baratas hoy en día, así que podría meterte en uno de sus clubes", silbó el otro friki, moviendo las caderas. ¡Ya veo lo que está insinuando con ese gesto, imbécil!

- O sus órganos", y el tercero asiente con la cabeza.

¡Jesús, no!

- ¡No lo hagas! ¡Sin órganos, no hay burdel!

- ¡Silencio, silencio! Estás siendo un poco molesto. Si quieres vivir, tienes que gustarle a Basmanov. Pero tendrás que esforzarte más. Si lo haces, el jefe podría ser generoso, os dejará vivir a los dos.

- Y si le complaces demasiado, puede que incluso te perdone la deuda", añadió el tercero.

¡Qué generoso es, qué leal!

En qué nos hemos metido...

¡Ilya, estás loco! ¿Por qué te has mezclado con esta gente que da miedo?

Ilya debe tener problemas de negocios, así que decidió pedir un préstamo rápido. Todavía no está claro quién lo puso en marcha.

¿Quizás quería comprar un anillo y organizar una boda? El otro día había estado lanzando extrañas indirectas.

Me dolía el pecho mientras miraba con nostalgia al pobre Ilyusha. Me sentí muy mal por él, sobre todo con esos horribles moratones, sobre todo si intentaba pedir ese dinero para tener una boda decente. Por mi bien.

No tiene sentido solucionarlo, es demasiado tarde. Teníamos que salir de los problemas de alguna manera.

Está ahí fuera solo y no está claro qué va a pasar con él, ¿qué pasa si se pone enfermo? ¿Y si calcularon mal su fuerza y tuvo una hemorragia?

- ¿Qué pasará con él? - El más descarado se ríe. Y tiene la cara más fea que sus otros "compañeros". - Saldrá adelante, es un cabrón duro, pero me gustaría explicarte un par de reglas importantes, pequeño. Asiente si sabes lo que quiero decir.

Asiento con la cabeza.

Una cuerda aparece en las manos del hombre y comienza a atar mis muñecas con ella.

- En primer lugar, no miras al jefe a los ojos, en segundo lugar, sólo abres la boca cuando te lo piden, y en tercer lugar, nunca llamas al jefe por su nombre. Le llamas por su nombre. Al menor error, eres un recuerdo.

Me trago una amarga sequedad de boca, tras lo cual me ponen una bolsa encima, privándome no sólo de la vista sino también de la capacidad de empuñar los brazos. Se hace el silencio en el coche y me recibe un viaje tedioso.

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