Te tomo prestado romance Capítulo 80

- Bulat, ¿estás listo para ir?

Mi padre entró en mi despacho y me saludó con una inclinación de cabeza.

Rápidamente dejé el teléfono a un lado para que no viera lo que estaba haciendo... Bajo el escritorio me subí rápidamente la cremallera del pantalón e intenté poner una expresión seria, pero mi mirada flotaba... Acababa de tener un orgasmo.

¡Una locura! ¿A qué había llegado?

Me masturbé bajo la mesa como un adolescente bajo el escritorio, mirando una foto de Nastya con una fina bata de seda y un nuevo conjunto de ropa interior. Me las arreglé para conseguir una foto de ella en la tienda mientras se miraba en el espejo. Vino en una servilleta y la tiró a la papelera bajo la mesa.

¡Qué vergüenza!

¡Y todo por mi hermosa bruja!

La deseo las veinticuatro horas del día y no puedo dejar de pensar en ella. Tengo una erección y no me canso, no me canso, no me canso.

- Estoy listo.

- ¿Qué te pasa? Te ves raro. ¿Está usted enfermo?

- Tomé café, sudé la gota gorda. Hacía mucho calor...", tosí roncamente.

- En fin, no importa, ¡vamos al grano! Estamos prácticamente emparentados con los Titov, pero la boda se ha vuelto a aplazar -suspiró con fuerza-. Victoria aún no está preparada, ya sabes, tiene un grave trauma mental. Y tenemos las manos llenas ahora mismo, así que Myron y yo hemos decidido posponer la boda, ¿te importa?

- No", respondí reaccionando, como si estuviera satisfecho. Mi padre frunció el ceño y me miró con desconfianza. Esperó un momento. Era como si me hubiera abierto el cráneo con sus ojos severos y hubiera cavado en él. Descubrió mi secreto y mi feroz atracción por nuestra madre de alquiler.

- Y sí, quería advertirte. No me gusta que hayas prestado tanta atención a Anastasia. Entiendo que las embarazadas necesiten la atención y el positivismo, pero te has pasado de la raya, hijo. No está bien. Mira, Anastasia no es tu tipo. Es sólo una chica de clase social baja, sin dote, y mucho menos conexiones significativas. No nos sirve de nada.

Hubo un crujido.

No me di cuenta de lo fuerte que apreté el asa de la taza.

Se rompió, los fragmentos se clavaron en mi piel, pero ni siquiera parpadeé de dolor. Me enfadó que mi padre llamara a Nastya tacaña.

Me levanté un poco de la silla y, con un escalofrío en la voz, contesté:

- Y ese es mi negocio. Papá. Cumpliré con mi deber, como prometí, el resto no debe molestarte.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Te tomo prestado