Ximena Chavarría se encontraba sentada en una lujosa mansión, luciendo un vestido de flores descolorido, cuya imagen daba a entender su opulencia.
Frente a ella, su madre biológica, que no había visto en veinte años y que ahora vestía con elegancia, sostenía sus manos entre las suyas mientras lloraba: "Mena, has llevado una vida dura en el campo, pero casándote con la familia Juez también podrás disfrutar de la riqueza y el prestigio".
El corazón de Ximena se apretó, cualquier esperanza de amor maternal se disipó por completo.
Sin mostrar emoción, miró a Leticia y dijo: "Soy tu hija biológica, ¿estás segura de que quieres que me case por conveniencia con el prometido de Viviana Solimán? ¿Con ese hombre que tuvo un accidente y ahora se encuentra en coma, como un vegetal?"
La familia Solimán quería asegurarse la fortuna de la familia Juez con este matrimonio de conveniencia, pero no querían que Viviana sufriera al mudarse.
Ella era el chivo expiatorio, la sacrificada desde el principio, y por eso Leticia la había traído del campo.
Leticia lloraba patéticamente y, arrodillándose frente a ella, dijo: "No tenía otra opción. Soy una mujer que se ha casado por segunda vez, ¡una madrastra! Puede que parezca una señora rica, pero también tengo muchas penas. Te di a luz, así que, por favor, ayúdame. Cásate en lugar de tu hermanastra".
Ximena respiró profundamente, y sus ojos se enrojecieron ligeramente.
Leticia la había abandonado siendo aún un bebé para casarse con la familia Solimán. Cuidó a su hijastra Viviana como si fuera la niña de sus ojos y durante veinte años ignoró completamente a su propia hija del campo.
Pensó que Leticia la había traído de vuelta por remordimiento, recordando a su hija abandonada, pero se dio cuenta de que solo quería exprimir su último valor.
"De acuerdo, me casaré."
Fue como pagar una deuda de gratitud.
Leticia, entre lágrimas, se apresuró a levantarse, "La familia Juez ha preparado un atuendo nupcial, todo rojo y la corona nupcial. Vístete rápido."
Solo le interesaba cumplir su objetivo, ocupada y feliz.
Ximena apartó su mano, su bello rostro se llenó de frialdad, "Esta es la última vez, después de esto, tú y yo no volveremos a tener ningún tipo de relación".
El botiquín era su vida; con él había curado y salvado muchas vidas.
Detrás de ella.
Viviana ayudó a Leticia a levantarse, diciendo con desdén: "Mamita, veo que Ximena no está muy dispuesta. ¿No será demasiado para tu hija biológica se case en tu lugar? ¿No será una humillación para ella?"
Leticia, queriendo complacer, dijo: "Es su bendición, incluso el Sr. Ulises en estado vegetativo es alguien a quien ella no podría aspirar. ¿Dónde más podría tener una vida tan cómoda como esa en el campo?"
Ximena se dio por vencida por completo.
¡Bang!
Ella cerró la puerta del coche, cortando sus voces nauseabundas.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Tener Niños con Mi Esposo Infértil