En un rincón de la escalera.
Ximena vio ese nombre parpadear en la pantalla y, conteniendo su repulsión, contestó la llamada.
"Hola."
"Mena," la voz suave de Leticia sonaba inquisitiva al otro lado del teléfono, "escuché que despertó el Sr. Ulises, ¿es cierto que sus piernas están inutilizadas?"
Los médicos acababan de dar el diagnóstico y la familia Solimán ya estaba al tanto de la noticia interna.
Leticia no se preocupó por cómo la familia Juez trataría a una hija adoptiva casada por conveniencia, tampoco preguntó cómo había pasado ella la noche anterior; más bien, estaba allí para tantear la situación.
El corazón de Ximena se enfrió aún más.
Respondió con indiferencia: "Si no tienes nada importante que decir, voy a colgar."
"¡Espera!"
Leticia gritó con ansiedad, "¡Ayuda a tu hermana! Ulises tiene un gran proyecto en sus manos, es una colaboración entre el Grupo Renzo y la familia Juez. Si consigues que firme el 'Contrato de Transferencia de Proyecto', tu hermana podrá casarse con el Sr. Nicolás, y podrían ser cuñados."
Ximena no pudo evitar reírse con sarcasmo.
"¿Qué te hace pensar que puedo ayudarte con eso? Solo soy una novia por conveniencia, sin ninguna posición."
Leticia la persuadió pacientemente: "Desde que te casaste, has logrado que Ulises despertara. Ahora toda la segunda rama de la familia Juez depende de ti. Además, él ya está incapacitado, ¿de qué le sirve tener ese proyecto? Sería mejor cederlo y hacer feliz a tu hermana y al Sr. Nicolás."
Un brillo de codicia cruzó los ojos de Leticia; ese proyecto podría generar ganancias de miles de millones una vez completado. Ulises se había asegurado un lugar en la familia Juez gracias a ese proyecto.
"No puedo ayudarte."
Al decir esto, Ximena estaba a punto de colgar.
Pero la voz de Leticia se agudizó, exclamando: "¡La anciana campesina ha sido llevada a la casa de la familia Solimán! Si no aceptas, olvídate de verla por el resto de tu vida."
"¡Tú no eres humana!" gritó Ximena con furia, "¡Esa es mi abuela, tu suegra!"
Durante años, si no fuera por su abuela que la cuidó, ¡ella habría muerto!
Su abuela vivió con dificultades, ahorrando para su educación y sacrificando su salud en el proceso. No importaba cuánto se esforzara Ximena por aprender medicina del vecino abuelo Jaime, no podía salvar ese cuerpo desgastado.
Delia la había buscado por mucho tiempo y, tomándola del brazo, la llevó hacia la habitación principal. "Ulises, el joven amo, ha despertado y te está buscando."
Ximena reprimió todas sus preocupaciones y siguió a Delia a la habitación. Juana, al verla, la arrastró amablemente junto a la cama y dijo al hombre con el rostro severo que yacía en ella.
"Este es Ximena, tu esposa. Se casaron mientras estabas inconsciente."
Ximena se encontró con los fríos ojos de Ulises, sintiéndose un tanto incómoda y avergonzada mientras bajaba la cabeza. Seguramente él pensaba que ella era una mujer desvergonzada y deplorable.
En el fondo de los ojos del hombre se gestaba una tormenta, como un vendaval arrasando un castillo de arena. Con el ceño fruncido y un aura gélido.
"Quiero el divorcio."
Dijo él, con un tono autoritario.
Ximena lo miró sorprendida.
"No se puede!" Juana exclamó con voz alta y airada, "¡Ximena es tu vida! Si te divorcias y te llega a suceder algo, ¿qué haríamos nosotros? ¿Todavía estás pensando en esa zorra?"
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Tener Niños con Mi Esposo Infértil