Tenias que ser tu romance Capítulo 55

Registrada en SAFE CREATIVE

Bajo el código: 2011045801413

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©

Iván era inocente. Así lo habían dicho las pruebas y a las primeras horas del día salió de la cárcel en medio de los rumores de decenas de personas que se habían reunido para verle, entre ellos Paula de la O. Que sin dudarlo corrió y lo envolvió en sus brazos en frente de todos. Eran inocente, el arma con la que habían matado a Natalia no coincidía con el cartucho de la suya, por lo que todo lo que él dijo era verdad y no debía quedarse encerrado por un crimen que no cometió.

Sin embargo, a pesar de toda la felicidad que esto le causaba a sus familiares y a Paula de la O, la incógnita quedaba en el aire, ¿quién había matado a Natalia y dónde estaba?, ¿que persona había hecho un crimen tan atroz?, ¿esa persona seguía en el Puerto de San Carlos?, o ¿ya se había ido?

Cientos de preguntas se abrieron paso entre prueba y prueba y los resultados de la autopsia al cuerpo de Natalia Martí, por lo que el caso quedó abierto y los padres de ella enviaron a un agente especial desde Barcelona para que les diera mejores respuestas, el agente Aitor Gómez, quién causó sensación tan solo puso pie en San Carlos.

Decidido a encontrar al asesino de Natalia Martí, Aitor se leyó el caso de arriba para abajo, viendo todas las pruebas y sobre todo con la intención de conocer a los sospechosos. Los nombres de Fernando Saramago, Paula de la O eran los primeros en la lista, los amantes del puerto que se veían todas las noches en aquel lugar escondido y que al parecer la lupa ahora se encontraba encima de ellos. Sin Iván como culpable, los segundo en tener una razón para matar a Natalia, eran ellos.

Así, Aitor Gómez fue a dar primero una visita a la familia Saramago, que aún seguían afligidos por la puerta de Natalia y se encerraron en su enorme casa tratando de no escuchar los rumores. A Minerva, la noticia de que Iván era inocente le había caído mal porque ella estaba segura de que él había sido el autor, sospechosamente demasiado segura.

―¿Buenos días? ― Preguntó Hortensia al abrir la puerta de la casa y ver al agente frente de ella.

―Buenos días, estoy buscando a la familia Saramago, soy el agente Aitor Gómez― habló con ese acento marcado que también tenía Natalia Martí.

―¿A quién específicamente? ― inquirió de nuevo tímida.

―A todos― habló firme y le sonrío levemente.

Hortensia asintió con la cabeza y de inmediato lo dejó pasar a la casa que en este momento se encontraba en pleno silencio. Aitor, con ese look sencillo de pantalones de mezclilla y una camisa una talla más grande de lo que él vestía, entró observando cada rincón del lugar, memorizando cada parte, mueble, fotografía y personal que estaba ahí.

Cuando ambos llegaron a la sala, Hortensia le pidió que le esperara ahí y que en un momento llamaba a los Saramago que, para buena suerte del agente, se encontraban todos ahí y no tenían pretexto para ser interrogados.

El primero que bajó fue el padrastro, seguido de Fernando y después Minerva que había tardado un poco más de tiempo ya que se encontraba indispuesta desde que había pasado lo de Natalia. Cuando los tres estuvieron en la sala el agente habló.

―Buenos días, soy el agente Aitor Gómez, me han mandado desde España para poder resolver el caso de la señorita Martí. Los padres de la joven se encuentran desconsolados y me pidieron que no me fuera de aquí hasta no dar con el culpable.

―Qué bueno― interrumpió Minera de inmediato ― es indispensable que se encuentre de una vez por todas quién fue el autor del asesinato para que la pobre Natalia pueda descansar en paz.

Fernando se quedó en silencio mientras observaba al agente que no parecía nada formal. Posiblemente traía ese tipo de ropa para poder pasar desapercibido en el puerto aunque con el rostro de español que se cargaba le sería imposible.

―Eso es lo que deseamos señora, eso es lo que deseamos. Vengo aquí para saber un poco más de su relación con la señorita Martí y cuándo fue la última vez que la vieron antes del asesinato.

―Claro, pase y siéntese― hablo el padrastro y los cuatro se sentaron en la sala―¿Agua?, ¿cerveza?

―No gracias, estoy en servicio― declinó Gómez ― bien, antes de venir para acá me leí el caso de la señora Martí de Saramago y encontramos cosas interesantes que puede que sepan o no. En primera, que fue herida a quemarropa con una bala que le dió justo en el pecho haciendo que se desangrara de inmediato sin remedio, que había un sospechoso de nombre Iván que al final salió libre porque el calibre de la bala no coincidió y que la señora Natalia estaba embarazada aproximadamente de seis semanas.

―¿Embarazada? ― preguntó Fernando ―¿cómo que embarazada?

Aitor volteó a verle e hizo una mueca ligera ― así es, embarazada, ¿qué no les dieron nada? ― preguntó― o más bien, ¿siendo su esposo no sabía?

Fernando volteó a ver a su madre y al ver como desviaba la mirada supo que de nuevo ella le había engañado, pero no era momento de ponerla en evidencia ― no― confesó ― mi esposa y yo estábamos distanciados desde mucho antes de que naciera nuestro hijo. Jamás volvió a estar conmigo.

―Interesante― murmura Aitor y saca una cajetilla de cigarros del bolso de su pantalón, para sacar uno y comenzar a furmarlo― si sabe que en la lista de sospechosos usted y una tal Paula de la O son los siguientes.

―No fuimos nosotros― habló Fernando firme.

―¿Por qué no? ― inquirió Aitor interesado.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Tenias que ser tu