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Aitor Gómez no se iba a detener hasta encontrar el culpable del asesinato de Natalia Martí y todos lo sabían. Así que ya no se les hacía extraño verle caminar por el puerto de San Carlos, con esa facha desenfadada y la mayoría del tiempo con un cigarrillo en los labios. El truco es que el agente no se viera como tal y así pudiese acercar a la mayoría de las personas para hacerles preguntas sobre la familia Saramago y la familia de la O, los únicos apellidos que él tenía como referencia.
Como era de esperarse, la gente comenzó a hablar. No sólo de las familias si no de la conexión tan antigua que había entre ellas y como es que ahora se volvía a repetir esa horrible suceso donde se incluía a ambos en una muerte y con la palabra “amantes”, situación que de inmediato llamó la atención del agente Gómez y lo llevó a entrevistar después de dos días a la otra persona que estaba bajo sospecha, Paula de la O.
El agente, esperó por unas horas en frente de la casa de Paula de la O, después de que le dijeran en el puerto que ella, por el momento, no vivía con su marido Iván, debido a lo que había pasado con Natalia Martí. Aitor, iba por su segundo cigarro cuando Paula de la O se apareció en la puerta de su casa, mostrando ese perfecta figura de reloj en un bello vestido azul de algodón, el cabello suelto sobre los hombros y un sobrero de color negro que la cubría del sol. Él la observó y de inmediato logró entender el porqué Fernando la había mantenido a su lado a pesar de estar casado. Ella era hermosa y por un momento le pasó por la mente que si ella era culpable del asesinato sería una lástima para el mundo.
―¿Señorita de la O?― pronunció su nombre, mientras atravesaba la calle y se dirigía hacia la puerta.
Paula volteó de inmediato y le regaló una sonrisa―¿dígame?
―Mi nombre es Aitor Gómez, soy el agente que está encargado de investigar la muerte de la señora Saramago.
Paula extendió la mano y lo saludo de un apretón ― lo sé, este puerto es muy pequeño y usted no pasa desapercibido tan fácil.
Aitor sonrió ― lo he intentado, pero el calor es insoportable y creo que mi acento me delata.
Ambos se quedaron viendo a los ojos y Paula entrecerró lo ojos tratando de dar pie a algo―¿dígame?― preguntó.
―Eh…, bueno, quisiera hacerle unas preguntas acerca de lo que sucedió con Natalia Martí y su relación con ella.
―Claro, sólo que ¿podrían ser de camino?, tengo que ir a trabajar a los almacenes ahora que mi marido está en casa todo el tiempo, la policía no quiere que se mueva de ahí por alguna razón, y yo soy la encargada de que todo marche bien.
―Sí, sí, claro― respondió Aitor de inmediato y con un ademán le indicó que comenzar a caminar. Paula se acomodó la bolsa y lo hizo mirando un poco a la acera, el agente se unió a ella unos pasos más adelante.
―Sé que su esposo fue la persona que quedó como primer sospechoso de la muerte de Natalia― habló Aitor.
―Sí, pero fue liberado, porque es inocente, se lo dije a la policía desde el momento que lo metieron a la cárcel.
―Y, ¿por qué estaba tan segura? ― insistió él.
―Iván y yo hemos crecido juntos y lo conozco a la perfección. Él es incapaz de matar a una persona, no tiene el corazón.
―¿Ni siquiera por amor?, o ¿por vengarse?, sé que tenía razones de sobra para hacerlo.
Paula volteó a ver a Aitor ― ¿se ha enterado de que Fernando y yo somos amantes?
Aitor asintió ― el mismo Fernando Saramago me lo dijo, aún no entiendo porqué pero eso los pone a los dos en la lista de sospechosos.
―Nosotros no fuimos, no planeamos el asesinato de Natalia. Si queremos estar juntos pero el plan era esperar a algo, en ese momento no lo teníamos muy claro y cuando ese algo llegó como lo hizo fue devastador, créame, cuando la vi esa mañana jamás me pasó por la mente que moriría.
―¿La vió la mañana que murió? ― preguntó él interesado.
El señor Gómez se río ―¿ahora usted es el agente?
―No, pero jamás he salido de este puerto y conozco muy bien cómo se maneja y cada persona que vive aquí. Fuera de Fernando, los Saramago son algo raros por no decir turbios y lo digo por Minerva, esa mujer haría todo con tal de que el buen nombre de su familia no se manchara.
Paula se detiene tomando a Aitor desprevenido. Él voltea a verla ― aquí trabajo― habla Paula e indica el local.
―Sí, sí de acuerdo. Antes de que me vaya, ¿hay algo de Natalia Saramago que Minerva no quisiera que se supiera?
Paula encogió los hombros― no sé, supongo que podría preguntarle directamente a ella o a Hortensia.
―¿Hortensia?
―Sí, es la ayuda de los Saramago, lleva años ahí, si alguien sabe qué pasa en esa casa es ella. Minerva tiende a hablar sin importarle que ella esté presente, no presta mucha atención a la servidumbre.
El inspector asiente y a diferencia de lo que sintió cuando estuvo con los Saramago, supo que Paula de la O decía la verdad pero aún no sabía si era inocente ― le voy a pedir señora que no deje el puerto ya que en caso de que quiera hablar con usted…
―No lo dejaré― interrumpió Paula― no tengo donde ir. Así como los Saramago tienen sus problemas yo tengo los míos y desgraciadamente me impiden abandonar el lugar. Si necesita mi ayuda, ya sabe donde encontrarme o en casa de mi padre, por el momento ahí me quedo.
―Está bien, muchas gracias por todo― respondió Aitor.
Mientras veía entrar a Paula de la O, una sensación extraña recorrió su cuerpo, era la necesidad de quedarse a platicar con ella, a averiguar más y así sintió empatía por Fernando Saramago, porque si él tuviera a una mujer como Paula de la O en frente, no dudaría por ningún segundo en conservarla a su lado.
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