Tenias que ser tu romance Capítulo 61

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Todo debía ser una mentira, y Aitor lo sabía pero, al parecer, esa era la confesión que Iñaki le había hecho a Minerva de Saramago y por la razón por la que ahora Paula de la O se encontraba en el hospital inconsciente.

―¿Alguien más sabe eso que me dijiste― preguntó el detective.

―No, solamente usted, no me quiero meter en problemas― respondió Hortensia apenada.

Aitor se puso de pie y la miró ― no vayas a hablar con nadie y si escuchas algo más te pido que vengas directo conmigo y con nadie más, ¿está bien?

―Sí, claro.― Acordó, Hortensia.

Aitor salió del local de aguas frescas una vez más al calor del puerto y bajo el caliente sol, caminó de regreso al hospital para ver si había avances con la salud de Iván y de Paula. Era indispensable que ambos despertaran y que aclararán la situación. Aunque, fuera verdad lo que Iñaki confesó, Minerva de Saramago era totalmente culpable de lo que había pasado en el malecón y de eso, no la salvaba nadie.

Él entró al hospital y enseguida pudo ver a todos los policías que se encontraban en el lugar reguardando la entrada. Asustado caminó hacia ellos y se encontró a los padres de Iván viendo el espectáculo.

―¿Qué es lo que está pasando? ― inquirió de inmediato.

―Se llevan a Minerva al sereso, la van a procesar por intento de asesinato y por daño agravado― comentó el señor con una sonrisa que no planeaba esconder.

―¡Qué!, ¡no!― dijo un poco molesto Aitor― no se la pueden llevar, necesito entrevistarla antes de que no tenga acceso a ella.

―Pues muy tarde, ya la están bajando por la salida de emergencia, nosotros nada más estamos esperando a que esté despejado para poder ir a ver a nuestro hijo, dicen que ya despertó.

Sin escuchar una palabra más, Aitor bajo las escaleras corriendo para poder alcanzar a Minerva Saramago antes de que la subieran a la patrulla y la alejaran de ahí. Tenía que preguntarle sobre Natalia, sobre lo que Hortensia le había dicho, no podía dejar que el silencio y la posible impunidad le dejaran con dudas.

Cuando por fin llegó a la entrada, justo vio como ella salía por la puerta de atrás, con los brazos esposados y un rostro que no reflejaba tristeza ni incertidumbre en lo más absoluto. Al contrario, era como si le diera orgullo saber que Paula de la O se encontraba mal y que su hijo estaba esperando a que ella la liberara.

―¡Minerva de Saramago!― gritó.

La madre de Fernando volteó y al verlo a los ojos sonrío. Su sonrisa parecía como si hubiese caído en un lapsus de locura. Su mirada perdida no se fijaba completamente en la de Aitor y tampoco se resistía a que la llevaran a la cárcel.

―¡Quisiera hablar con usted! ― gritó― ¡necesito respuestas!

Minerva comenzó a reír con locura. Sabía que no tenía nada que perder, su vida estaba arruinada, así que gritando dijo ―¡Por fin tengo lo que necesito!, ¡por fin soy feliz!, ¡muerte a todos los de la O que lo único que han hecho es arruinar mi vida!

―¡Señora deje de gritar!― le pidió uno de los policías.

―¡Mueran los de la O!, yo lo hice, yo lo hice y no hay nada que lo pueda evitar.

La policía terminó por meter a Minerva a la camioneta. Ella seguía gritando como loca que ella lo había hecho y que no lo pudo evitar. Después, los gritos desaparecieron de la nada y la camioneta se llevó a Minerva Saramago en un lapsus de locura de la que sabían no se podría recuperar.

[…]

Después de dicho suceso, Aitor regresó al hospital solamente para percatarse que los padres de Iván ya estaban adentro y ahora era Fernando Saramago quién esperaba.

―¿Lograste hablar con tu madre?― fue lo primero que le preguntó, tomando a Fernando por sorpresa.

―No, traté de hacerlo pero no me dejaron. Había órdenes de que nadie podía hablar con ella, así que, se fue.

Aitor se quedó un momento en silencio. No sabía si era el mejor momento para decirle la confesión que Iñaki le había hecho a su madre, lo que había desencadenado un acto tan bárbaro como el del malecón.

―¿Sabes algo de Paula? ― insistió el agente.

―No, pero dicen que va mejorando y en cualquier momento puede despertar. En este momento se encuentra Eugenia con ella y por eso me salí.

―¿Eugenia?, ¿su hermana?

―No, su nana.

―¿Qué nadie de la familia de Paula vendrá a visitarla?― siguió preguntando.

Fernando volteó a verlo ― es un caso la familia de Paula. El padre es completamente alcoholico y puede desaparecerse por meses y la tía, Francisca, en realidad no está muy interesada en ella, así que no creas que los vas a ver por aquí.

De pronto, los padres de Iván, aparecieron por la puerta de visitas y en seguida llamaron a Aitor. Él se acercó de inmediato seguido por Fernando.

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