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Sin esperar más, Fernando y Aitor se dirigieron a su casa, con la intención de hablar con Iñaki. Así que ambos llegaron sin avisar y con la esperanza de que él estuviera ahí. Tan solo entraron por la puerta de la cocina, Hortensia los recibió
―¿Esta Iñaki? ― preguntó Fernando.
―Sí joven, está en la oficina de su papá.
―Bien― respondió Fernando sin más, y entró a la sala.
―Quédate aquí― pidió Aitor― ponte alerta y si alguien viene no lo dejas entrar, ¿vale?
―Sí, está bien― accedió Hortensia.
Así, Aitor siguió a Fernando de Saramago hasta la sala y después lo vio abrir el despacho, sin previo aviso y sin tocar la puerta.
―¡Qué demo…!― expresó Iñaki asustado.
―¡Venimos a hablar contigo y es mejor que no te resistas ― comentó Fernando.
Iñaki suspiró ― ahora no tengo tiempo para dramas, Fernando. Estoy arreglando unos papeles y…
―¿Por qué le dijiste a mi madre que Paula es tu amante cuando tú y yo sabemos que no es cierto? ― preguntó Fernando directamente, dejando a Iñaki en silencio ―¡Dímelo ya!
―¿Por qué no me dijiste eso antes? ― preguntó Aitor al enterarse recién de la situación.
―Lo siento, ahora no tengo cabeza para mucho, pero Iñaki sabe que estoy diciendo la verdad, así que dime… ¿por qué le mentiste a mi madre?, ¡qué no ves lo que provocó!
―¡Se lo dije porque ya me tenía harto! Con sus celos, sus insistencias, sus confabulaciones. Así que ella quería una respuesta y se la dí o más bien, ella lo pensó así. Lamento que haya sido Paula la víctima, así que sí me disculpas― dijo él moviéndose para adelante pero Fernando lo tomó del cuello y lo pegó contra el escritorio.
―¡Por qué no le confesaste a mi madre que tu amante es Francisca!, ¡la tía de Paula!
― Porque la amo, y porque estoy dispuesta a hacer todo por ella… Tú, más que nadie en este mundo sabes que hay cosas que se hacen por amor.
―Pero no echarle la culpa a otra…― agregó Fernando.
―¿Eso es lo que hacías por la mañana?, ir a ver a Francisca a casa de Paula de la O, ¿desde cuándo planeabas echarle la culpa? ― inquirió Aitor.
Iñaki comenzó a reírse a todo pulmón, como si de pronto estallara la locura en él. Al parecer, todos se estaban volviendo dementes después de lo que había pasado con Natalia.
―¡Dícelo!― insistió Fernando.
―No, claro que no lo planee antes, ¿me veo como un tipo que planee cosas? Ayer por la mañana fui a ver a Francisca para decirle que se fuera conmigo a Barcelona. Estoy harto de vivir aquí, de este puto calor y sobre todo estaba harto de esta familia y tu madre.Cuando estaba hablando con Francisca, noté por la ventana que tu madre me había seguido hasta allá y comencé a pensar un plan para poder escaparme, sin que supiera nada. Sin embargo, tuve la gran suerte de que Paula iba bajando las escaleras y estaba a punto de salir para irse a trabajar. Así que, le ofrecí llevarla a su trabajo; tu madre nos vio.
―¡Eres un cabrón!― dijo Fernando ―¡pusiste a la mujer que amo en peligro!
―Yo no hice nada. No tenía ni idea de que tu madre estuviese tan loca como para atropellar a Paula.
―Le echaste la culpa de algo que no cometió.
―Todos lo hacen, y claro que me iba a creer. Tu madre odia a Paula más que a nadie en este mundo así que... estaba seguro todo― Iñaki suspiró― mira Fernando, que yo no tengo nada en contra de Paula, incluso me agrada mucho pero, lo que he aprendido en este mugroso puerto y en esta familia, es que todos debemos ver por nuestros intereses; Paula estuvo ahí y funcionó. Ahora, me deshice de tu madre y puedo irme con la mujer que amo lejos de aquí.
―¡Claro que no te irás!, pero por supuesto que no― Respondió Fermando.
―¡Dime si fue la misma! ― lo amenazó Aitor pegándolo contra la pared.
―Sí, si fue la misma― respondió Iñaki ― fue la misma pistola de siempre.
Tanto Fernando como Aitor se voltearon a ver ― espera, si mi madre amenazó a Iñaki con esa pistola antes de lo que pasó en el malecón quiere decir que... ¿Alguien tomó la pistola y se la llevó apenas?, o, ¿el arma está escondida por alguna razón? ― se preguntó Fernando tratando de hacer las conexiones, pero hasta ahora solo eran pistas al aire.
―Esto se está enredando demasiado, necesitamos que Paula despierte, necesitamos más pistas, pero, por lo mientras ― habló él inspector. De la bolsa de su pantalón sacó unas esposas, tomó una de las manos de Iñaki y se la puso.
―¡Qué demonios! ― preguntó.
―Tú no te irás a ningún lado hasta que esto resuelva― Comentó
― No me pueden retener así, contra mi voluntad.
―Claro que puedo, me has estado ocultando información clave para el caso y no te puedes ir de San Gabriel hasta que no se compruebe que en realidad eres inocente…¡Hortensia!, ¡Hortensia! ― gritó y en seguida ella entró a la sala.
―Dígame.
―Quiero que nos ayudes a registrar la habitación y la casa en busca del arma que se encontraba en la caja fuerte, la del padre de Fernando. Pregúntale a todos los trabajadores si saben dónde están o si la han visto. Mientras tú ― le dice a Iñaki ― te quedarás esposado en este lugar hasta que esto haya quedado claro.
―¡No!, ¡no!, espera, ¡no! ― gritó Iñaki mientras él lo esposaba a una de las protecciones de fierro que había en las ventanas.
―¡Dime donde está el arma! ― habló Aitor.
―No lo sé, no lo sé. Yo no tengo nada que ver con esto, sólo me quiero ir de aquí.
―Pues te irás cuando esto se termine― concluyó el detective, para después dejarle solo para ir a buscar el arma que por ahora se sospechaba era la clave para todo esto.
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