—No tengo idea de que tipo de runa es esta —señaló Aiko, la cazadora japonesa que se unió a Steve y a Taylor—, nunca vi alguna escritura así en mis libros.
—Los acertijos son fáciles, lo complicado es traducirlos m*****a sea —Taylor estaba observando un acertijo con concentración.
—Debemos apurarnos, ya se va a acabar nuestra ventaja de tiempo —Steve releía uno de los acertijos—, esta habla sobre dragones escarchados, no hay manera que un dragón extinto de hielo esté debajo de unos de los desiertos más calurosos del mundo.
—Estoy segura de que este habla de hombres lobos, de las pocas palabras que he descifrado son “aullar” y “luna” —Taylor pone su cabeza de lado pensando que tal vez así lea mejor—, eso sería demasiado obvio y fácil, para que sea un real reto tendrían que poner a uno de los hombres lobos más poderosos y el atrapar al señor Alan sería imposible.
—¿Hablas de los príncipes lobos? —Aiko perdió total interés en su imposible acertijo y mirando a Taylor con avidez—. ¿Tu vives con ellos verdad?
—El de aquí es sobre un Peryton —Taylor miró otro acertijo—, descartémoslo, los peryton son escasos y guardianes de bosques, aquí no crecería ni un trébol.
—Este habla sobre duendes —Aiko paso a leer otro acertijo que resultó mucho más fácil de descifrar—, los duendes son dóciles y también crecen en bosques mágicos, con una patada los venceríamos.
—Las gárgolas del desierto no creo que sean las guardianas —Steve quedó pensativo—, pero no me sorprendería encontrarnos algunas.
—Si nos encontramos con un basilisco —Taylor miraba con añoranza uno de los acertijos—, Aiko quiero que me prestes una de tus katanas, no será la espada de Gryffindor, pero al menos cumpliré mi sueño de niña de apuñalar en la cabeza a una de esas bestias como Harry.
—Este acertijo es imposible, no reconozco ni una letra o patrón, o alguna característica con la cual descifrarla —Steve miraba el acertijo del que Aiko estaba quejándose—, no se parece a ninguna runa o lengua que conozca.
Taylor se acercó a su lado y también se puso a observar el acertijo.
—Es el último acertijo sin descifrar —señaló Aiko—, debe ser el que nos dice cuál es el guardián del tesoro.
—Si descartamos el basilisco, entonces si —Taylor siguió viendo intrigada el acertijo—, pero no es seguro, tal vez este acertijo habla sobre momias o algo así.
—Se supone que necesitamos saber cuál es el guardián para tomar el camino seguro, o si no nos perderemos en los laberintos —hablo Steve—, deberíamos poder descifrar todo.
—No importa el maldito guardián —Taylor se hartó—, seguiremos los caminos que parezcan que nos llevan a lo más profundo de este lugar. Sea la criatura que sea, tendrá que estar en una especie de bóveda enorme y peligrosa que tenga espacio donde pelear con ella.
—Tienes razón, si yo fuera uno de los organizadores haría exactamente eso —Steve asintió—, entonces a la marcha, no tiene sentido seguir perdiendo tiempo con este acertijo imposible.
Los tres se adentraron por el lugar que era irregular y apretujado
—Cuesta abajo —sonrió Taylor—, te lo dije.
—Desde ahora estén lo más atentas posibles —les recomendó Steve—, no me sorprendería que nos salte algo de la nada.
Los tres siguieron su camino por un largo tiempo. Taylor recordó algunas misiones junto a Gerald y Bael. A diferencia de sus nuevos compañeros, Gerald normalmente era más rápido a la hora de rastrear cosas, era como un sabueso, miraba algo como una estúpida hoja que le decía miles de cosas a la vez u olfateaba el aire que le indicaban que estaba pasando alrededor según el aroma y ya sabía qué hacer. Bael era la fuerza brutal del equipo, una pestañeada y tenía miles de espectros de fuego peleando a su voluntad.
Taylor sonrió al pensar lo rápido y fácil que sería para ellos dos esta misión, era como algo rutinario del trabajo. Era exactamente por eso que Taylor no podía fallar. Debía demostrar que estaba a la par de los dos.
Sobre todo, quería que Theo se sintiera orgulloso.
“M*****a sea, extraño demasiado a Theo”, pensó para sí misma.
Siguieron bajando, Taylor cada vez se ponía más nerviosa porque no encontraban nada con lo que se supone deberían luchar. Cada vez se internaban más en el caluroso lugar, tal vez el peligro no eran seres mágicos, sino que la montaña se te viniera encima, porque no podías tocar ni una pared sin que se desplazaran algunas rocas.
—¿Soy yo o está costando respirar cada vez más? —tosió Taylor.
—Si dejaras de chocar con las paredes para que evites levantar más arena —se quejó Steve.
Taylor gruñó sin darse cuenta.
—Dios me salve de gruñir como perro —le pico Steve.
Taylor le lanzó un manotazo.
—¿Vivir entre hombres lobos te hace tomar sus costumbres? —preguntó Aiko educadamente.
—No lo había notado hasta ahora para ser sincera —Taylor se encogió de hombros—, pero básicamente si, llevo 6 años viviendo entre hombres lobos, de un modo u otro te cambia la vida.
—¿Cuál sería para ti la mayor diferencia entre los humanos y los hombres lobos? —le cuestiono Aiko.
—La comida —Taylor no vaciló—, bueno, hay demasiadas cosas que uno pensaría que son importantes, pero para mí es la cantidad de carne que comen estos desgraciados. Una vez vi a uno de los tíos de mi pareja comerse diez filetes de desayuno.
—¿Cuánto tiempo estamos bajando? —preguntó Steve.
—Como aproximadamente una hora —dijo Aiko—, talvez un poco más, empecé a tomar el tiempo después de que nos diéramos cuenta de que era tonto y peligroso correr aquí.
—¿Qué es esa luz? —preguntó Taylor señalando hacia adelante.
—¿Esa es una puerta? —Aiko paró de caminar—, pensé que todo el camino sería de tierra.
—Recuerden que esto fue el hogar de una antigua civilización que vivió bajo tierra —explicó Steve—, debe haber construcciones.
Llegaron al final del camino tortuoso a una puerta de madera con un arco de piedra que filtraba la luz.
—Seguramente esto nos llevará a las ruinas de la civilización —Taylor tocó un poco la puerta—. ¿Alguien en casa?
Steve puso los ojos en blanco y sacó su espada.
—Sal de ahí —Steve empujo de juego a Taylor—, apuesto que hay algo esperándonos detrás de la puerta.
—Seguramente —Taylor sacó a “decapitadora”, su látigo mágico indestructible que irradiaba calor—, algún bicho raro.
—¿No sería mejor que usen su arco y ballesta mientras intentó atacarlos cuerpo a cuerpo? —pregunto Aiko sacando sus dos katanas.
—¿Te quieres quedar con toda la diversión? —Steve alzó una ceja, pero sonreía.
—Nosotros queremos pelear Aiko —dijo Taylor—, eso es lo que hemos venido a hacer en realidad.
El pequeño se acercó y vio las plantas ya grandes, así que se arriesgó y arrancó una de ellas. Una enorme zanahoria salió y Dantalian chillo de felicidad.
—¿Qué tenemos aquí? —escucho una voz detrás de él.
Dantalian se dio la vuelta algo temeroso.
—Ay por la diosa —gruñó el sujeto—, ¿Ahora sueño conmigo mismo de niño?
Bael se arrodilló a la altura del niño que se mantenía callado.
—Que inocente me veía a esta edad —bufo Bael—. ¿Qué haces aquí pequeño Bael? ¿Y por qué me robas zanahorias?
Dantalian frunció el ceño y le lanzó la zanahoria en la cara.
—Me recuerdo más asustadizo —se rio Bael—. ¿Por qué tan agresivo pequeño Bael?
—¡No…! —a Dantalian se le cerró la garganta al intentar decirle que no se llamaba Bael—. Yo…
Dantalian empezó a ahogarse.
—¿Oye qué pasa? —Bael se preocupó a pesar de que sabía que estaba soñando—. ¿Por qué estás poniéndote morado?
Un estruendo alertó a Bael, que volvió a ver la antigua casa de Jessy empezar a incendiarse sin razón alguna. Volvió a ver su versión de sí mismo de pequeño, pero ya no estaba.
—¡Mierda!
Bael se despertó algo confuso, agudizó el oído y miró a su alrededor. Recordó que estaba en la residencia de la manada coreana y que afuera de esta se estaba armando la verdadera fiesta con todos sus amigos y algunos miembros de su familia.
Estaban celebrando al nuevo alfa coreano. Joon ya era un alfa oficialmente.
El semidemonio había decidido retirarse temprano a descansar porque estaba realmente cansado y al día siguiente tendría que recoger a Taylor y Gerald para llevarlos al Reino. Tenían que preparar todo e irse de una vez a su misión de capturar a los demonios completos.
Bael volvió a recostarse en su cama y maldijo mirando el techo. Había tenido una pesadilla muy rara, pero que le hizo recordar que debía pasarse algún rato por la casa de Jessy para regar el jardín y los sembríos.
Jess se levantó inmediatamente al escuchar el llanto de Dantalian.
—¿Qué pasa mi bebé hermoso? —Jess lo tomó en sus brazos—. ¿Por qué lloras? ¿tuviste una pesadilla?
Dantalian lloraba desconsolado, pero no decía nada, tenía miedo de ahogarse de nuevo si hablaba.
—Todo está bien mi niño hermoso —Jess sentía su corazón partirse por no poder evitar que su hijo sufriera—, estoy aquí mi osito, todo está bien.
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