Saltó de rama en rama balanceándose y procurando que caía sobre ramas que podrían soportar su peso.
Como si fuera un animal pequeño y curioso se sujetó de un árbol cuando ya había llegado al lugar de encuentro. Se colocó sus lentes de visión nocturna y pudo ver a los cinco sujetos que buscaba. Cuatro de ellos dormían y uno hacía guardia.
Se encontraba en una copa de árbol muy alto, tan lejos de ellos que no podrían detectarla. Si lanzaba una bomba de gas tranquilizador, ellos tendrían tiempo de correr para no respirar la toxina. Así que no le quedaba de otra que tener que bajar y atraparlos uno por uno.
Se precipitó hacia el suelo como si pudiera volar, empezó a impulsarse con ayuda de los árboles para caer con más aplomo y aterrizó limpiamente después de hacer una pirueta. El hombre que estaba despierto cuidando a los demás, no tuvo tiempo de reaccionar. Ella le disparó un dardo tranquilizador en el cuello y él cayó como costal de papas en la tierra.
Después les disparó a los otros cuatro que no se dieron por enterados porque aún seguían durmiendo.
—Cinco minutos —Gerard salió de los árboles asustándola—, te demoraste en llegar demasiado.
Taylor le apuntaba con su pistola.
—Maldita sea Hunter o Gerard, lo que m****a seas—Taylor bajó el arma—. ¿No se supone que estabas en Asia o no sé dónde?
—Concetta me llamó para algo —Hunter se acercó a los hombres—, le pregunté qué misión te dio y quise venir a ver cómo te iba.
—Me ha ido muy bien gracias —Taylor se cruzó de brazos aun mosqueada—, se supone que haría misiones sola desde ahora. Así que no me estorbes.
—Malagradecida —hablo Gerard, pero sin dejar de sonreír—, además vengo a darte buenas noticias.
Taylor alzó una ceja.
—Las buenas noticias para ti, casi nunca lo son para mí —replicó Taylor.
—De verdad son buenas noticias para ti —Gerard se llevó las manos a su espalda—, es algo que me vienen pidiendo hace mucho.
Los ojos de Taylor se abrieron mucho.
—¿Al fin me conseguiste una plaza para hacer el examen de cazador nivel A4?
—¡Si! —Gerard alzó los brazos—. ¡¿No soy genial?!
Taylor lo empujó de entusiasmo.
—¿Cuándo y dónde?
—Dentro de un mes en Australia —Gerard alzó sus pulgares—, no fue fácil, ya que la comitiva piensa que no soy un cazador cuerdo ni confiable, que nadie saldría un buen cazador si yo soy tu tutor, tuve que pedirle ayuda a Jaime, el cual tampoco es buen visto por la comitiva desde que les dijo que el Reino de los hombres lobos no tiene por qué pedir permiso para matar a cazadores radicales.
Taylor frunció el ceño.
—¿Entonces por qué me están dejando dar el examen?
—Es por tu pasado y por tu presente —Gerard se encogió de hombros—, creo que quieren ver en qué te convertiste. Muchos esperan que fracases, ya sabes, por decidir quedarte con Theo.
Taylor volvió a sonreír.
—Soy tan buena o mejor que los cazadores que entrenan en sus propias villas —dijo ella autosuficiente—, van a ver, les callare la boca.
Los dos amarraron a los sujetos sedados. Después Taylor mandó su ubicación.
Bael apareció de repente.
—¿Cercioraste que son los mismos? —pregunto Bael.
—Si, tienen los tatuajes del grupo radical que eliminó a mi villa —hablo Taylor sombríamente—, podría reconocer esos tatuajes donde fuera.
Bael los desapareció a todos y los llevó a un escondite donde Concetta los esperaba.
—Entrometido como siempre —Concetta le sonrió a Gerard.
—Deberías empezar a interrogarlos —Bael señaló a Taylor—, Theo regresará dentro de dos horas al palacio, tengo que devolverla al Reino.
Concetta asintió y llevó a los cazadores radicales a habitaciones apartadas para empezar los interrogatorios.
Todo era muy surreal para ella, las cosas habían cambiado demasiado en los últimos años. Desde los nuevos gobiernos mundiales, una comunidad de hechiceros crecientes. Una alianza de cazadores para eliminar a los cazadores radicales. Nuevos tratados de paz entre especies. Hasta vampiros viviendo pacíficamente en grupos.
Muchas cosas se estaban logrando gracias al gobierno de los hombres lobos, en especial al Rey que decidió ayudar a otras especies a administrarse sin recibir nada a cambio. Taylor cada vez se sintió más parte de la familia de Theo, en especial como manejaban su gobierno.
Hace dos años tuvo una mayor conmoción. Gerard o Hunter como más estaba acostumbrada a decirle. Le contó sobre su verdadero nombre y que él era un activo en este gobierno. Había trabajado todo ese tiempo para el tío de Theo, el señor Jaime y que creía que Taylor sería una ayuda importante para la causa.
Al comienzo estuvo resistente a la idea, en especial porque prácticamente no podía contarle casi nada a Theo. La relación con su novia cada vez se volvía más sólida, habían terminado la universidad juntos, se mudaron a un departamento y eran más felices que nunca. Sin embargo, después de la universidad, Theo se adentró por completo a tomar su puesto como futuro beta. Pasaba casi todo el día trabajando y Taylor no tenía más que hacer que seguir entrenando.
La perspectiva de entrar a misiones secretas, salir del Reino a escondida y luchar contra los enemigos del Reino era un sueño convertido en realidad. Taylor era una cazadora consumada, entrenada hasta que se le rompieran todos los huesos. Que le ofrecieran poner en práctica todo lo que había aprendido no era algo que podía rechazar, en especial si era para atrapar a los monstruos que habían acabado con su hogar.
Acepto con la condición de que ella no quería mentirle a Theo, Bael que había sido metido en la discusión propuso que dijeran lo mismo que decían de él. Que en parte era una verdad dicha a medias, Taylor al igual que Bael lucharía contra amenazas externas que atentan contra la seguridad del Reino.
Theo, aunque estuvo muy preocupado y aún lo estaba, dijo que la apoyaría si eso le hacía feliz. Taylor no vio inconveniente entonces, además que no creyó necesario decirle a su novio que además de ayudar a Bael, sería una arma asesina como Gerard.
Gerard mostró un collar raro con un dije de una piedras azul dentro de un cuadrado dorado y un frasco de un líquido negro rojizo.
—Es el medallón que utilizaban los hechiceros que atacaron el Reino —dijo Taylor.
—Eso es lo menos importante —Gerard sacudió el frasco—, no le preste importancia a lo que había dentro de este frasco, pero en mi investigación me dice que el interior es algo demasiado peligroso. Necesito que me digas tú mismo lo que percibes Bael.
El demonio dentro de Bael se sacudió.
—Es… es sangre de un demonio —la mano de Bael tembló al tomar el frasco.
—Lo descubrí hace unos días en mi investigación —suspiro Gerard—, también descubrí el nombre del dueño del collar.
Bael levantó la vista hacia Gerard.
—Se llama Gunnar, fui hasta Marruecos para averiguarlo —Gerard se rasco la cabeza—, fue uno de los más allegados al hechicero supremo que servía a Elizabeth. Un experto en runas. Lo intente rastrear, pero es como si se hubiera evaporado el maldito.
—¿Él podría tener a Jessy verdad? —pregunto Taylor por Bael.
—No lo sé, la secuestró para llevarla ante su loca madre, pero no sabemos si fue el que se desapareció con ella —dijo Gerard intentando no darle esperanzas a Bael, después de todo, la chica tenía 6 años desaparecida—, pero ciertamente me preocupa más el contenido de ese frasco.
—Si esto es sangre demonio completo —Bael miró el frasco en sus manos como si fuera una especie de bomba—, significa que mi padre no llegó a destruir todos los altares de nacimiento.
—¿De qué carajos hablan? —Taylor estaba confundida—. ¿Altares de nacimiento?
En ese momento Concetta salpicada con algo de sangre. Salió del interrogatorio y camino a una mesa y colocó bruscamente una foto grande.
—Esos malditos estaban buscando esto —Concetta señaló la foto mientras los demás se acercaban a verlo—, lo mismo que Jaime ha estado buscando por años, uno de los tres grandes libros de hechicería.
Taylor soltó un grito.
Los tres la miraron interrogantes.
—Es el libro de mi abuelo —Taylor se acercó más a la foto.
—¿Dónde está? —pregunto Concetta alarmada—, dime que no lo dejaste en tu casa de tu villa en ruinas.
—No —Taylor los miro—, está en el palacio, ha estado en el baúl de Theo que dejamos en su habitación todo este tiempo desde que llegué al reino.
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