—¿Ahora qué? —pregunto sin despegar la vista de la pantalla de su ordenador—, ¿Qué está pasando en el Reino?
—Angel es un semidemonio —resoplo Estefan sentándose enfrente de su esposo.
Joon no se inmuto.
—Ya sabía que sería uno —Joon se encogió de hombros—, no sé si lo recuerdas, pero Bael era bastante agradable y normal antes que apareciera su parte demonio, todos también pensaban que sería solo un hombre lobo y resultó más loco que tú y Gabriela juntos. No entiendo porque se empecinaban a decir que Angel no sería un demonio.
—Porque se supone que no debía hacerlo —Estefan boto aire cansado—, se necesita un sacrificio.
Joon dejó de prestarle atención a la pantalla y miró a Estefan con el ceño fruncido. Estefan procedió a explicarle todo lo que se discutió en la última reunión de escuadrones de dónde venía.
—¿Sabes algo?, la próxima vez que veas a Odette, hazla llorar y guarda sus lágrimas —bromeo Joon—, puede salvarnos la vida.
—¿No te preocupa esto?
—Más bien estoy agradecido de no poder embarazarme —replicó Joon—, eso de tener que cuidar mis deseos para no ser un sacrificio por casualidad no me gusta.
—Esto será un problema —Estefan gruñó—, ¿Dónde vamos a conseguir una mujer que además de alquilarnos su vientre, esté dispuesta a sacrificarse por nuestro hijo?
Joon lo miró horrorizado.
—No estarás hablando en serio.
—Mira, no sería un verdadero sacrificio, le daríamos las lágrimas de ángel antes de que suceda algo grave.
—Ahora entiendo porque les ocultaron esta información —gruño Joon—. Eso es muy egoísta, estarías arriesgando a una persona, solo porque quieres que el niño salga semidemonio.
—Soy un semidemonio —Estefan empezaba a enojarse—, ¿Qué tiene de malo que quiera que mi hijo o hija también lo sea?, además ya te dije que la mujer no estaría en real peligro.
—Entonces si no salen semidemonios, no valdrían nada para ti ¿Cierto?
—No pongas palabras en mi boca Joon —suspiro el semidemonio—, yo solo quiero que mis hijos puedan defenderse.
—Somos hombres lobos, podemos defendernos por nosotros mismos.
—¡Sabes a lo que me refiero! —exclamó Estefan perdiendo la paciencia—, no somos parte de una manada tranquila que vive en una montaña alejados de todo —golpeó el escritorio de Joon con su puño—. Tú eres un alfa de una de las manadas más importante del mundo y yo soy un principe parte del escuadrón del futuro Rey. Nuestras vidas están en constante peligro mortal y mi naturaleza ha sido de bastante ayuda para no ser asesinados en diferentes ocasiones. Si tenemos hijos, tomaran nuestros cargos y estarán bajo las mismas dificultades, perdóname que quieran que tengan las mismas herramientas que yo para defenderse.
—Tus deseos no pueden estar sobre la vida de alguien —Joon lo miró con decepción sin perder la calma—, tu madre biológica murió y su sacrificio te hizo ser un semidemonio si no me equivoco. Siempre te quejas de la injusticia de su muerte, pero no tienes reparos en querer sacrificar a otra mujer de la misma manera.
—¡Yo no estaría sacrificando a nadie! —explotó Estefan airado por tales acusaciones—, cuantas veces tengo que decirte que no tendríamos a nadie en verdadero peligro, ¿Por qué estás persistente por siempre verme como el malo?
Joon se levantó.
—Justifícate todo lo que quieras —dijo rodeando el escritorio para irse—, al final no puedo detenerte de hacer lo que se te da la gana, pero creo que deberías estar más concentrado en intentar hacer algo bueno como encontrar a los asesinos de Shin y su familia, en vez de pensar como matar a una mujer que no conoces.
Joon salió de su propio despacho y Estefan se sintió muy miserable. Tal vez su esposo no lo sabía, pero si alguien podía torturarlo y romperle el corazón en añicos, solo era él.
Estefan se hundió un momento en su miseria golpeándose mentalmente a sí mismo. Él no había asesinado a Shin, pero cada vez que volvía sin noticias de su asesino. Joon lo miraba como si él también tuviera la culpa.
Desde el asesinato, Estefan caminaba de puntitas alrededor de Joon. Su mate se había envuelto en una tristeza profunda y una ira peligrosa. Intentaba ser lo mejor para él, realmente intentó consolarlo.
Entendía que Joon se sentía inútil como alfa, le fallo a una persona que juró proteger. La persona que fue alguien muy importante desde su niñez y con la que compartía un lazo significativo a pesar de los malos momentos.
Estefan se sentiría celoso, si no hubiera visto el mismo el cuerpo de Shin, la de su mate y su hijo. Lo que les hicieron, no solo era un pecado. Era totalmente una abominación. No solo era un acto de odio. El semidemonio podía sentir la perversidad detrás de aquel acto.
No se lo dijo aun a Joon, pero sabía que no era acto por algún asesino en serie o por robo. Tampoco lo cometió un humano. Esto era una venganza, la forma en que los asesinaron era una advertencia.
No solo quisieron vengarse de Shin, quisieron transmitir un mensaje. En lo que fuera que Shin estuviera metido, su muerte era un anuncio incuestionable.
“Sigues sus pasos y esto te pasara”
Estefan tenía demasiadas teorías en su mente, primero estaba el hecho de que Shin dejo su familia y su puesto en esta para irse a tener una vida de humano. Su propia hermana la amenazó si se iba. Si no fuera por Joon y su protección, tal vez Shin jamás hubiera escapado.
Pero sería muy fácil, culpar a su familia sería lo obvio. No obstante, a pesar de todas deficiencias y defectos que tenía la tía de Joon. No podía verla asesinando a su propio hermano de ese modo. No después de lo mucho que le vio quererlo. Fue su hermano favorito, por más resentimiento que le causara que se fuera con su mate humana. No era razón para hacerle lo que le hicieron a Shin.
Tal vez era alguien más de la familia, otro odiador de humanos que quería evitar que otros de la manada siguieran los pasos de Shin.
Joon gemía muy fuerte balanceándose según como se movía la mano de Estefan sobre él.
—Tarde o temprano voy a atrapar a los hijos de puta que mataron a Shin —Joon abrió los ojos ante esto, mirando a Estefan a los ojos a pesar de esa difícil posición—, no porque Shin y su familia me importe un carajo. Los voy a atrapar porque te están haciendo sufrir, te han hecho llorar y eso no se lo permito a nadie.
Estefan apretó la cabeza de su pene con fuerza, haciendo que Joon soltara un lamento de dolor combinado con placer. Después empezó a joderlo con más rapidez.
—Los voy a ejecutar —Estefan gruñía y agarraba con más fuerza el cabello de Joon—. Envenenare, electrocutare, degollare, destripare y asesinare cada enemigo que tengas y te los pondré a tus pies, destruiré a cualquiera por ti. Voy a atrapar a cada uno de esos bastardos que te están haciendo sufrir, les cortaré cada pedazo de su cuerpo por turnos para que los otros sepan que les espera. Los romperé tanto que no quedará nada de ellos. Les arrancaré el corazón y te los entregaré como regalos, para que sepas cuanto te amo. Para que entiendas lo que significas para mí.
Joon era un desastre de gemidos y sudor mientras estaba perdido en la mirada asesina de su mate.
No supo en qué momento el semidemonio terminó de romper su pantalón, pero en un destello Estefan había soltado su miembro para sujetarlo del pecho mientras lo penetraba.
—¡Ah! —Joon lloriqueó de placer —, ¡Estefan!
Estefan empezó a penetrarlo con fuerza y rapidez, mientras sus manos sostenían al trapo inservible en el que se había convertido Joon.
—Los destruiré, los destruiré… —balbuceaba Estefan, perdido en el placer y las ganas de venganza —, nadie hace sufrir a mi mate. Él es mío, nadie toca lo que es mío. Solo mío…
A pesar de que ya no estaba dándole placer a su miembro, Joon se vino con mucha fuerza en un orgasmo demoledor, pero Estefan no paró, siguió y siguió penetrándolo insaciable de su mate. Joon estaba totalmente perdido en el placer que no podía concebir ningún pensamiento razonable.
Afuera de esas habitaciones era el gran alfa de una de las manadas más poderosas del mundo, pero en esa cama, solo existía para y por Estefan. Amaba eso.
Su piel tendría quemaduras por el roce de la ropa que no se habían quitado, Joon ya estaba acostumbrado a regenerar ese tipo de heridas porque Estefan solía sorprenderlo en cualquier esquina de la residencia para llevarlo a escondites donde no podían quitarse completamente la ropa. Tomándolo cuando le diera la gana.
Ese hombre sería su perdición.
El semidemonio por fin llegaba a su clímax, gritando el nombre de Joon tan alto que posiblemente toda la manada lo escucharía, mordiéndolo nuevamente para reafirmar su marca y desplomándose sobre su cuerpo.
Joon perdió la conciencia en el acto.
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