—Solo me fui un momento —Jose miraba el vientre aumentado de Gabriela con asombro—, me fui…¿Una hora? ¿Cómo pasó esto en menos de una hora?
—No lo sé —Gabriela miró fastidiada a su esposo—, no es que yo pidiera esto.
Bael se acercó a su hermana con cautela y miró su vientre como si esta fuera una bomba a punto de explotar.
En cambio, Estefan, que fue llamado de improviso y que parecía muy enojado por ser llamado por algo tan insignificante que Gabriela estando más gorda, empujó a Bael con violencia y puso su cabeza en el vientre de Gabriela.
—Aquí se escucha todo bien —Estefan sujeto el vientre y empezó a intentar escuchar de todos los ángulos—, su latido del corazón se escucha normal y no olfateo nada a enfermedad.
—Mi barriguita de mamá no es tu juguete —gruño Gabriela.
Estefan empezó a masajearla.
—Eres como un tambor —se burló Estefan—, debería tomarte una foto, para recordar lo gorda y desarreglada que estas.
Gabriela intento atacarlo, pero fue detenida por Jose.
—Amor no te sobresaltes —Jose la sujetaba bien—, sabes que es la forma de expresar lo preocupado que está por ti.
Bael pensó que Estefan no parecía muy preocupado cuando lo vio tomarle fotos con el celular.
—¡Aquí estamos! —Alan entraba estrepitosamente a la habitación junto a Dylan y Jeremy.
Angel tuvo que pegarse a la pared para no ser atropellado por su padre.
—Aquí están mi niña hermosa —Alan realmente estaba preocupado—, los traje para que te revisaran.
Jeremy fue el primero en revisarla, insultando a Alan en demasiadas ocasiones para que se apartara. Cuando terminó, indicó que todo parecía normal.
—Esto es lo que le pasó a Lucy en su primer embarazo —habló Dylan mirando con mala cara a Alan—, tal vez es lo que le pasa a las semidemonios primerizas.
—¿Esto significa que acortará su tiempo de embarazo? —preguntaron Alan y Jose.
—No creo, Lucy dio a luz a los ocho meses porque Bael y Gabriela estaban enormes —dijo Dylan—, la pobre parecía que iba a reventar. En cambio, ahora solo hay un bebe. Todo indicaría que su embarazo está normal a pesar de ese crecimiento irregular.
—Pero debe haber alguna razón para que pasara eso —Angel intervino un poco tímido—, sufrió mucho y casi se desmaya del frío que sentía. Debe haber una razón.
—Lucy se estreso mucho en su primer embarazo y Gabriela ha estado enfrentando varias dificultades —hablo Jeremy—, puede que sea su manera de protección al bebé o algo parecido.
—Con los semidemonios es un aprendizaje constante —acotó Dylan—, con ustedes nunca se sabe. Lo mejor es que Gabriela aún se mantenga en reposo hasta que nazca el bebé.
—A este paso voy a estar en reposo hasta que el bebé se gradúe de la universidad —Gabriela hizo un puchero.
—Tienes que hacer lo mejor por mi nieto —la reprocho Alan con ternura—, se que es molesto, pero tienes que pensar en la salud de los dos.
—Tu papá tiene razón —Jose le beso la mano—, estaré a tu lado hasta él final, cuando menos te lo esperes, tendremos a nuestro bebé entre nuestros brazos.
***
—¿Tienes algo que hacer ahora? —preguntó Estefan saliendo de la casa de Gabriela junto a Bael.
—Pensaba pasarme por mi nueva casa ahora para ver cómo va todo —explicó Bael—, la están amueblando y arreglando para la llegada de Jessy y Dantalian.
—Eso puede esperar —Estefan agito la mano como si estuviera espantando una mosca—, necesito que me acompañes a un lugar.
Bael iba a preguntar a donde quería que fuera, pero su primo le sujetó del hombro justo cuando cruzaban la línea donde acababa la protección mágica de la casa de Gabriela y desaparecieron inmediatamente.
—¿La manada shirookami? —pregunto Bael viendo la entrada de la residencia japonesa.
—Te contaré cuando veamos a Natsuki —le dijo Estefan—, necesito algo de él.
Entraron como pedro a su casa, llamando la atención de los guardias. Estos dejaron de transformarse cuando se dieron cuenta de quienes eran.
—Porque… porque siento que no estas dando todo de ti —hablo Aiko agitada por el esfuerzo.
Natsuki respiraba entrecortadamente usando su katana como bastón un momento, la cazadora necesito de mucha fuerza de voluntad para no ver el torso desnudo del alfa japonés brillando por el sudor que lo cubría.
—No se dé qué hablas —Natsuki sonrió socarronamente—, siempre doy todo de mí en nuestras prácticas.
Prácticas.
La primera vez que Aiko lo enfrentó, casi se cae de la impresión al darse cuenta lo bueno que era Natsuki con la katana. Era todo un maestro manejando esta arma. Aiko tuvo que tragarse todas sus palabras por haberlo subestimado.
Ella sabía que el alfa no se esforzaba lo suficiente y cada vez que practicaban, este se retenía un poco.
Esto enfureció a Aiko de sobremanera, también estaba el hecho de que Natsuki siempre practicaba solo en pantalones y sin ropa en la parte superior de su cuerpo. Tenía cicatrices grandes de garras en su espalda de antes de que se transformara.
Para la mala suerte de Aiko, esas cicatrices se le veían muy bien en el cuerpo tonificado del hombre, ¿Cómo podría concretarse con ese cuerpo modelando ante sus ojos?, para ella era trampa, una vil trampa para distraerla.
Ella hizo girar sus dos katanas en sus manos e intentó arremeter nuevamente contra él. El alfa levantó su propia katana y quiso ir al choque.
Las katanas fueron arrancadas de sus manos y salieron volando, clavándose en el árbol más cercano.
Los dos voltearon para ver a sus visitantes.
—¡Pero si es el buen Nat! —Estefan abría los brazos en forma de saludó.
Natsuki sonrió un poco al ver a los semidemonios mirándolo con sonrisas crueles.
Se acercó a saludar.
—Me alegraría al verlos —dijo Natsuki con tranquilidad—, pero ustedes dos juntos y aquí sin avisar, debe traer malas noticias.
—¿No pueden ser solo ganas de visitarte? —replicó Bael divertido.
—¿Ustedes? —bufo Natsuki—, imposible.
—Te daría un abrazo si no estarías asquerosamente cubierto de sudor —replicó Estefan—, ¿Por qué no vas a darte un baño y te esperamos en tu despacho?, tenemos mucho de qué hablar.
—¿Cómo dejaría eso a Joon? —respondió Estefan—, apenas es alfa, si llama al Reino por cada problema que tenga, estaría dando la imagen de alguien que no está capacitado para gobernar.
—Estefan tiene razón, aquí tuve problemas similares antes de que mi tía se descubriera —intervino Natsuki—, si llegan todos los del Reino, probablemente solo se escondan y no puedan acabar con los culpables.
—Por eso debo investigar debajo de la mesa —dijo Estefan—, no voy a mostrar mis cartas hasta que sepa quienes son esos hijos de puta y cuando lo sepa. Voy a matarlos sin remordimiento alguno.
—Deberías informarle a Joon —le aconsejo Bael—, creo que debería saber que has descubierto.
—Necesito más información de que mis conjeturas son ciertas y él necesita más tiempo para procesar su dolor —hablo Estefan—, fue alguien importante en su vida y está de luto. Lo que le hicieron a esa familia es imperdonable y cuando ya tenga todas las piezas juntas. Se lo contaré todo.
—Es tan sorprendente verte esforzarte por algo —sonrió Natsuki.
—¿Habla el que jamás dejaba que nadie le ganara en una batalla con espadas y ahora deja que su mate le patee el trasero? —replicó Estefan.
—Era solo una práctica —se defendió Natsuki—, no estábamos en una batalla de katanas real.
—Estaban usando katanas de verdad y no de madera —le pico Bael siguiéndole el juego a Estefan.
—No voy a dar todo de mí contra mi mate — Natsuki se sonrojó levemente.
Bael sonrió.
—Estoy feliz porque la encontraras —dijo Bael con total sinceridad—, y más al saber que poco a poco te estas ganando su corazón.
Natsuki se sintió conmovido y algo apenado.
—Yo espero que puedas encontrar la felicidad de alguna manera Bael —Natsuki se fijó en Bael con una mirada triste —, así como la encontramos nosotros.
Bael miró a Estefan, este tenía su media sonrisa torcida.
—Ah, pero… —Estefan vio a los ojos a Bael, como buscando una negativa, Bael solo asintió—, si Bael ya encontró su felicidad.
Natsuki alzó una ceja.
—De igual manera te vas a enterar tarde o temprano —Bael miró a su amigo—, y tú eres alguien que merece que te cuente de primera mano. Te lo debemos.
—¿Qué cosa? —preguntó Natsuki confundido.
—Encontré a Jessy.
El alfa japonés se quedó totalmente quieto.
—Y a su hijo de cinco años —siguió Estefan—, que no sabíamos que existía.
—Creo… —Natsuki habló después de casi un minuto de silencio—, que necesitamos algunos tragos de sake.
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