—Aquí están —Jessy colocaba un plato para cada niño en la mesa—, panqueques con chispas de chocolate para los pequeñines.
—¿No crees que es mucha azúcar demasiado temprano? —Gunnar miró con preocupación como Dantalian devoraba panqueques como si fuera la última comida de su vida—, van a estar muy activos hoy.
—De vez en cuando no hace daño —dijo Jessy acariciando el cabello de su hijo con afecto—, creo que se merecen un gusto de vez en cuando.
—Cocinas muy delicioso —Haniel derramaba toda la miel sobre los panqueques—, si un día ya no quieres a Bael, me puedo casar contigo.
Jessy sonrió y Dantalian casi se atora con su panqueque.
—¡Mi mamá no se va a casar contigo! —gruño el pequeño Dantalian—, ¡Tú eres un niño!
—Pero voy a crecer —Haniel siguió pinchándolo—, qué pena que Bael no me escuchara.
Gunnar negó con la cabeza mirando al pequeño Haniel con reprobación. Seguía preguntándose porque el niño era tan desarrollado de mente. A veces podía ser perfectamente un niño, en especial si estaba jugando junto a Dantalian, pero cuando hablaba con adultos. Parecía uno más de ellos.
Y ahora parecía vivir junto a Dantalian todo el tiempo. Su madre, la suegra de Jessy, siempre venía a visitarlos y traía al pequeño. Al parecer Haniel no se llevaba muy bien con sus primos de su edad porque solía hacerles bromas muy crueles (Gunnar entendía perfectamente porque esos niños no gustaban del pequeño ser malévolo), tampoco tenía amigos de la escuela por que le tenían miedo (con muy justa razón), por lo que estaba encantada que se llevara muy bien con Dantalian.
A pesar de que no le gustaba Haniel, Gunnar también le gustaba que Dantalian encontrará a un pequeño amigo con quien congeniar. Dantalian también era un poco rechazado en la manada, porque asustaba a los otros niños. Al parecer Haniel y Dantalian eran tal para cual y a los pocos meses de que se conocen se hicieron los mejores amigos.
—¿Podemos ir a explorar un poco del bosque hoy? —preguntó Haniel cuando acabaron el desayuno—, solo iremos alrededor del territorio. La zona es de esta casa y de mi casa, casi nadie pasa por aquí porque le tienen miedo a mi papá. No creo que nos encontremos a nadie.
—¡Por favor mami! —lloriqueó Dantalian—, ¡Ya me aburrí de estar metido aquí!
Jessy suspiro mirando como su hijo iba a tener una gran rabieta, Gunnar miró con ojos entrecerrados a Haniel. Probablemente el pequeño engendro, como lo llamaba Bael, había organizado todo esto.
—Los acompañaremos —dijo Jessy—, yo tampoco conozco los alrededores, pero si los llamamos, tendrán que hacernos caso inmediatamente.
—¡Está bien! —exclamaron los niños contentos.
Jessy alistó una canasta de comida con ayuda de Gunnar, irían a una cascada que, según Haniel, no estaba muy lejos de ahí. Gunnar estaría listo para hacerlos desaparecer en cualquier momento a la casa o a la casa del padre de Bael.
—¡¿Esos son ciervos?! —preguntó Dantalian muy feliz.
—Si, aquí son muy amigables porque nadie los caza —explicó Haniel.
Se acercaron al grupo de ciervos que los olfatearan. Jessy también estaba muy contenta. Los ciervos eran muy tiernos, aunque no tanto como su hijo al interactuar con ellos. Gunnar lo alzó para que se subiera encima de uno mediano. Dantalian soltaba risotadas de felicidad.
El corazón de Jessy se sentía tan lleno cada vez que Dantalian se reía de esa forma. No es que en su manada eran infelices, pero las necesidades y los problemas que causaban Dantalian siempre opacaba los momentos. En cambio, aquí, Dantalian era premiado por cada pazo y nadie le recriminaba sus errores. Sus abuelos y tíos lo adoraban. Incluso los primos de Bael cuando venían a visitarlos gozaban si Dantalian les decía alguna grosería.
Como cuando el príncipe heredero rompió sin querer unos de los juguetes de Dantalian y este le dijo que lo quemaría e hizo aparecer una pequeña bola de fuego que le lanzó. Jessy estuvo aterrada, pensó que castigarían con crueldad a su hijo por atacar al futuro Rey de los hombres lobos. No obstante, quedó atónita cuando todos soltaron carcajadas y la Reina se puso a llorar porque al parecer Dantalian era muy parecido a su abuelo. El Rey cargó a Dantalian conmovido y lo felicito por tener tan increíble poder tan pequeño.
Tal vez ignoraran a Jessy, de hecho, se daba cuenta que los tíos de Bael ni siquiera la miraban a la cara. Como si el rostro de ella les trajera malos recuerdos, pero adoraban a su hijo y eso era más que suficiente para ella.
La única que la trataba con real cariño era la madre de Bael, la señora Lucy era muy tierna con ella y tal vez los hermanos menores de Bael. Angel, Belial, Haniel y Junior, no estaba segura quienes eran sus hermanos y cuál era su primo, pero la trataban con ánimo.
El príncipe heredero la trataba como con pinzas y huía de ella cada vez que podía, en cambio Jessy huía del primo de Bael. Estefan le causaba pavor, este parecía tener ganas de querer asesinarla y ella creía febrilmente que, si Bael no fuera su mate, este de verdad lo haría.
Dejaron los venados y siguieron su camino a la cascada. El lugar no se encontraba muy lejos y Jessy quedó maravillada.
Haniel y Dantalian corrieron a la cascada y se lanzaron a la pequeña laguna que se formaba debajo de esta. Gunnar corrió para ver si estaba bien. Jessy hubiera hecho lo mismo si no estuviera tan confundida.
Todo el lugar le parecía conocido, como si ya hubiera estado ahí antes. Cerró los ojos ante un dolor de cabeza terrible.
Fragmentos de imágenes corrieron por su mente, un sueño lejano apareció como imágenes relampagueantes en su cabeza. Bael mucho más joven poniendo una daga en su pecho. Ella está pegándose a él para provocarlo y pedirle que la mate.
Jessy levantó la vista, sangraba de su nariz.
Gunnar al final se había metido al agua e intentaba enseñarle a Dantalian a nadar. Este chapoteaba feliz de la vida.
Sus instintos de loba se dispararon, se dio la vuelta inmediatamente.
Ante ella aparecieron cuatro sujetos encapuchados.
—Un demonio y un pequeño semidemonio —sonrió uno de los sujetos—, creo que nos llevamos la lotería.
Jessy se transformó en su loba al darse cuenta de que eran hechiceros y que no eran del Reino. Ataco, pero una ráfaga de nieve la impulsó con fuerza para atrás, chocando contra una roca.
—¡Jessy!
El demonio enmascarado lanzo dagas de hielo, pero una cúpula de poder intervino a tiempo. Gunnar salía del agua protegiendo a Jessy y a los pequeños.
—Vayámonos de aquí —sujeto a los tres y desaparecieron.
—¿Estamos en la playa de la isla? —preguntó Haniel reconociendo el lugar.
—Debieron estar en la casa y seguir nuestro rastro —Gunnar revisaba a Jessy que tenía a Dantalian llorándole a su lado—, Jessy por favor reacciona.
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