Uno de los hechiceros soltó un alarido al ver a su amigo muerto en el suelo. Como si su cerebro recién procesará que esa demonio le había arrancado el corazón. Intentó correr hacia ella para matarla, pero lo detuvo otro de sus compañeros.
—La hemos subestimado —dijo otro hechicero sujetando a su amigo desquiciado por el dolor—, no podemos atacar directamente. A pesar de estar preñada, es rápida y tiene fuerza sobrenatural. Seria suicidio ir cuerpo a cuerpo con ella.
—¡Zepar! —grito otro hechicero—, ¡Acaba con ella!
Gabriela sonrió al saber que el demonio se llamaba Zepar.
Zepar hizo aparecer tigres de hielo que fueron por Gabriela. Esta no demoró en hacer aparecer sus propios espectros de fuego oscuro. Tan monstruosos y deformes como siempre, a diferencia de los espectros de Bael o Estefan. Los suyos eran más desastrosos y chillaban como hienas.
Gabriela sintió una punzada en su vientre que intentó disimular. Se dijo a sí misma que todo estaría bien, vencería a los hechiceros, Liam vendría a sanarla y después de dar a luz a su hijo. Usaría a Bael junto a la perra malparida de Jessy como sacrificio por mentirle en la cara todo ese tiempo.
Todo estaría bien, ella era la mejor en pelea y poder de todo los idiotas del escuadrón del príncipe heredero. Estos intrusos lamentarán haber nacido.
Hechizos y lanzas de hielo cayeron sobre ella, pero alzó una pared de fuego oscuro a tiempo.
—Es muy poderosa —dijo Zepar a sus compañeros—, puedo sentirlo.
—Pero está en desventaja —habló un hechicero—, está preñada y cada vez que usa sus poderes, mata a su hijo. Debemos llevarla al límite.
Zepar asintió.
—Nosotros la atacaremos —dijo otro hechicero señalando la casa—, tú aparece dentro de la casa y llévate a los niños.
—La casa tiene protecciones —dijo Zepar—, solo podré acercarme un poco mediante transportación. Tienen que distraerla lo suficiente para que no se dé cuenta que quiero entrar a su casa.
Uno de los hechiceros cayó al suelo.
—¡¿Qué pasa?! —preguntó su compañero.
—Hay seres muy fuertes y enojados intentando romper mi cúpula —habló el hechicero—, deben apurarse, la cúpula no cae si no muero, pero no soy lo suficientemente fuerte como para soportar tanto poder.
—¿Los demás semidemonios están aquí? —pregunto Zepar preocupado.
—Si —dijo el hechicero intentando mantener la calma—, y están muy, pero muy enojados.
—Eso significa que mi hermano ya no pudo retenerlos más —Zepar suspiro—, tenemos que hacer esto rápido.
Ellos asintieron.
—Tu solo concéntrate en mantener la cúpula —le dijo su compañero—, nosotros dos atacaremos a la semidemonio y tu Zepar ve por esos niños, te desapareces con ellos tan pronto puedas.
Zepar asintió.
Los dos hechiceros de cabecilla se pusieron en posición y empezaron a invocar más monstruos grandes y terribles. Zepar hizo aparecer su hoz de hielo y lanzó un golpe fuerte al suelo para que este empezará a congelarse, el suelo congelado se expandiría por todos lados y si tenía suerte, si la semidemonio la tocaba solo un poco, empezaría a congelarse.
Zepar desapareció y apareció lo más cercano que podía a la casa. Tenía protecciones mágicas que le impedían aparecer dentro, pero usando su magia demoníaca podía ingresar. Solo dio unos pasos hacia la puerta cuando el suelo que se congelaba a su paso empezó a sacudirse y escucho un gran estruendo. Volteo y no creyó lo que veía. Una gran ola de sangre inundaba toda la cúpula.
***
—¡Gabriela! —Jose corrió hacia la cúpula en el momento que se transformaba en humano—, ¡Gabriela!
Liam y Theo que corrían detrás de él en forma de lobo, se transformaron en humanos al ver a Bael, Estefan y Alan sobrevolando la cúpula.
Su tía Catrina aterrizaba al límite de la cúpula, sin tocarla.
—¡Gabriela! —Jose golpeó la cúpula fuera de sí—, ¡Gabriela!
Liam que llegó primero detrás de este, noto que los puños de Jose empezaban a quemarse.
—¡Jose detente!
—¡Gabriela! —rugió Jose lleno de dolor—. ¡Basta, no pelees más!
Bael, Estefan y Alan aterrizaron a su lado. Los demás miembros de los escuadrones los alcanzaban en sus formas lobunas.
—No puedo teletransportarme dentro de la cúpula —habló Dylan desesperado.
—Es una cúpula vinculada —hablo Bael—, está hecha para que nada mágico lo traspase, la única manera de entrar es matando al hechicero.
—¿Ni siquiera atacándola con todo nuestro poder? —preguntó Catrina.
—Eso solo hará más fuerte a la cúpula —siseo Alan temblando de ira—, si no, ya estaría usando todo mi poder para poder entrar.
—¿Qué saben de lo que pasa adentro? —pregunto Bael.
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