Liana miró extrañada a Belial y a Angel.
—Bueno, si mi papá le insiste a Belial en hacer que este intente controlar sus visiones, lo dice por algo —replicó Liana incondicional a su padre—, yo misma te he dicho muchas veces que deberías entrenar tu mente y tus poderes.
Angel la miro con mala cara.
—Estuvo en trance dos días —dijo Junior ganándole la palabra a Angel—, debería dejar que descansase antes de querer obligarlo a esforzarse de nuevo.
—De igual manera, mi papá zanco todo el asunto —Angel se encogió de hombros—, le ha prohibido a Belial intentar instigar sus visiones o dejar que mi tío o la señora Concetta le saquen sangre o lo lastimen de cualquier modo.
Liana se acomodó los lentes, recordó que Bael había dado la idea de sacar sangre de Belial para rastrear a los demonios que estaban escondidos y que serían un peligro para ellos. A ella también le había causado mucho ruido ese plan, porque hasta donde tenía entendido, la magia demoníaca no era algo que hubieran explorado a profundidad porque era una magia oscura. Además, estaba el hecho de tener que cortar a Belial para hacerlo, para que Belial sangrara tendrían que hacerle un corte con una hoja bañada en sangre angelical. Un arma que podría matarlo si lo usaban de mala manera y le causaría un dolor terrible.
Amaba a Belial como un hermano y no quería que sufriera de ningún modo, pero si su padre había sugerido la idea, es que era realmente necesario.
—Hice toda la tarea que se te acumulo estos días —sonrió Liana sonriendo para cambiar de tema—, tú concéntrate en recuperarte Belial, no te preocupes por nada más.
—¡Oye! —Junior la miró indignado—. ¡¿Por qué no nos ayudaste a nosotros?!
—Porque ustedes no están enfermos, ustedes son inútiles y vagos —le replicó Liana.
—Gracias —Belial les sonrió a los dos.
Liana se quedó unas horas más en la casa de Belial con los tres chicos. Desde hace una semana que estaba evitando a toda costa ir a la mansión de el alfa francés y ocultaba el hecho turnándose en estar en la casa de Angel y en la casa de Junior. Estos la apoyaban en su tapadera sin entender muy bien por qué lo hacía.
Pero sabía que no podía evitarlo por mucho tiempo, porque tenía un deber con él. Estuvo pensando en contarle a su padre lo sucedido, pero eso solo ocasionaría problemas graves. Su padre tomaría represalias, después toda la familia terminaría enterándose, algunos de sus primos se volverían locos y podía imaginar perfectamente a su tío Alan quemando la mansión francesa.
Lo último que ella quería era provocar daños diplomáticos, así que tenía que hablar con él para que acordaran no verse sin alzar sospechas.
Joon lo llamó sorpresivamente esa noche pidiéndole que fuera a ver a sus gatos a su casa. No confiaba totalmente en Junior para alimentarlos, Estefan se quedaría algunos días con él y no le gustaba tener personas extrañas en su casa.
Liana aceptó rápidamente para tener otro lugar para escapar del alfa Auguste y de paso de los alocados de sus primos. Hay personas que disfrutan de la soledad y Liana era una de ellas.
Llegó después de la escuela, la puerta tenía un cerrojo electrónico así que solo tenía que ingresar con la contraseña que le mandó Joon por mensaje. Ingresó siendo recibida por algunos maullidos, limpio la arenera y alimento a los gatos. Solo le hicieron caso un momento para después volver a sus rincones propios.
A Liana le gustaba más los gatos que los perros, Gabriela tenía su casa llena de perros y odia no poder estar ningún segundo sin que uno le pidiese atención o cariño.
Se sentó en la sala de Estefan y Joon prendiendo la televisión un momento y buscando alguna película que ver. Se la pasaba tan hundida en sus deberes que casi nunca tenía tiempo para disfrutar de una. Robó algunas bolsas de bocadillos de la cocina y se acomodó en el sofá para ver una película animada.
Estuvo a mitad de la película cuando escuchó la puerta abrirse, soltó un resoplido de cansancio. Seguramente Junior venía para ver a los gatos.
—Joon también me pidió venir a cuidarlos —explico sin desviar su vista de la pantalla—, estoy intentando ver la película, si me interrumpes te matare.
Después de algún momento no sintió réplica de Junior. Levantó la vista y casi le da algo cuando vio al alfa Auguste parado en la entrada de la sala totalmente quieto y mirándola congelado.
Liana se levantó inmediatamente avergonzada, había estado casi con toda la falda alzada y en una posición nada educada en el sofá. Después de la vergüenza y el susto, vino la furia.
Se concentró el calmarse, no dejaría que el alfa volviera a verla descontrolada, aunque su vida dependiera de eso.
—¿Qué hace aquí? —dijo lo más fría posible—, ¿Cómo ha ingresado?
—Solía venir todo el tiempo cuando estaba en la universidad —explicó Auguste saliendo de su trance—, me se la contraseña de memoria, yo estuve cuando Joon la cambió por última vez.
—¿Qué hace aquí en este momento? —Liana no se movió de su sitio—, Estefan y Joon no están.
—Lo sé —Auguste tragó saliva—, sabía que estarías aquí, conversé con Joon anoche y me contó que tú y el hermano de Estefan vienen a darle de comer a los gatos, así que me aventuré a ver si te encontraba aquí.
—¿Me está acorralando de nuevo? —acusó Liana—. ¿Buscándome en un lugar donde sabía que me podía encontrar sola e indefensa?
—Liana yo… —Auguste intentó acercarse.
—Alto —ordenó Liana alzando su brazo y mostrándole su reloj de forma amenazante.
El alfa francés la miró confundido, pero se quedó quieto.
—Este reloj tiene un pequeño botón de pánico —explicó Liana—, un paso en falso y algún primo mío o tío estará aquí. La única razón por lo que no le acusaré de nada es porque no quiero problemas entre tu manada y el Reino, pero si vuelve a tocarme le juro que no me importara más.
Auguste la miró atónito.
—Vine a disculparme —Auguste parecía nervioso—, fui una bestia contigo y vine a pedir perdón, lo hubiera hecho de otro modo, pero no contestabas mis llamadas y deduje que no le habías dicho a tu padre que no estabas yendo más a trabajar conmigo, así que no fui a buscarte a tu casa.
—Estarías bajo tierra si le hubiera dicho a mi papá —Liana bajo su mano—, pero eso sería demasiado drama.
—Realmente lo siento Liana —volvió a disculparse Auguste—, el comportamiento que tuve ese día fue terrible, no hay justificación para mi proceder, estuve totalmente fuera de lugar y estoy avergonzado por eso, merezco todo lo que tu familia me haría si se entera. Puedes contarle a quien quieras, responderé a las consecuencias de mi ruin actuar.
Liana lo miraba sin expresión alguna.
Volver a esa noche, en ese baño le sacudió las entrañas. El alfa la había besado, pero ella había respondido en respuesta. Perdió el control de sí misma con un simple beso.
—¿Por qué? —pregunto Liana—. ¿Por qué actuó así?, sé que es un repugnante don juan que encuentra divertido corromper a alguien como yo, pero estaba en un lugar peligroso y hacer lo que hizo podría causar consecuencias muy graves. Pude notar que no parecía usted mismo y por lo que he escuchado, no es usted estúpido.
—¡¿Dónde están gatitos?!
Junior entró tan bullicioso como siempre y se quedó demasiado sopresivo de verlos a los dos.
—¿Liana? —pregunto confundido mirando a Auguste.
Auguste reconoció la voz, era él quien le había contestado el teléfono.
—Joon me mandó a alimentar a los gatos porque sabe que eres olvidadizo —Liana se cruzó de brazos sin mostrar el nerviosismo que emanaba Auguste—, el alfa Auguste vino a dejarle un documento en el despacho de Joon, cosas de manadas.
—Ah —fue lo único que dijo Junior y le sonrió al alfa—, es bueno verlo de nuevo.
—De igual manera —Auguste hizo una pequeña reverencia—, ya me voy, fue un gusto verlos.
Auguste salió de la casa y Liana lo siguió a la puerta mientras Junior entraba a la cocina.
Liana tuvo una idea fugaz, algo que le ayudaria a poner más límites.
—Nadie lo sabe.
Auguste se detuvo al abrir la puerta, mirándola para que se explique.
—Nadie sabe que Junior y yo somos novios, no debió gritarle eso por teléfono y ponernos en evidencia —susurro Liana—, si no fuera mucho pedir, me gustaría que se mantenga esto en secreto.
Auguste sintió varias puñaladas en el corazón.
—Entiendo.
—¿Nos vemos el lunes? —pregunto Liana.
—Si, te espero el lunes.
Auguste salió despavorido mientras su lobo sangraba por el hecho que dejaba a su mate a solas con su “novio”
—¿Diosa luna que estoy pagando? —dijo al subir a su auto—, tengo que salir de aquí antes de perder nuevamente el control.
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