THE RISE OF THE KINGDOM OF THE SUN romance Capítulo 8

Pasó más de una semana antes de que llegaran a la manada Black Moon, una semana en la que Gunnar estaba demasiado nervioso. Después de darle la sorpresa a Jess y a Dantalian de que está consciente y fuera hablar con los alfas sobre toda la situación. La carroza donde había estado siendo transportado mientras estaba durmiendo más de una semana se prendió en fuego sin motivo alguno.

Cuando pudieron apagar el fuego y Gunnar revisará todo lo entendió. Fue el juguete carbonizado de Dantalian lo que estalló. Gunnar se aterró, él lanzó un hechizo de protección al muñeco para que sirva como escudo de Dantalian. Para que el muñeco se prendiera fuego de ese modo y estallara carbonizando todo a su alrededor significaba que un ente poderoso y maligno intentó rastrear a Dantalian.

Gunnar tenía demasiadas preguntas en la cabeza sin poder responder, no había forma de que supieran quién era Dantalian, lo que significaba que la cosa que lo perseguía seguramente percibía su poder. Eso le hacía cuestionar la naturaleza de Dantalian. Su abuelo y su padre eran semidemonios. Por lo que seguramente Dantalian también lo era.

Sin embargo, Gunnar sabía de buena fuente que los semidemonios no mostraban sus poderes hasta llegar a la adolescencia , ¿Por qué Dantalian ya podía manejar sus poderes? ¿Los semidemonios podían rastrearse o sentirse entre sí? ¿Por qué hasta ahora recién sienten a Dantalian?

Podría ser porque Dantalian recién muestra uso de sus poderes, tenía la hipótesis de que algún semidemonio podía sentirlo, tal vez su propio padre podía sentir la parte de él creciendo en otro lado sin entender lo que era.

Gunnar estaba muy confundido y Dantalian estaba totalmente desconsolado.

El muñeco de madera era su mejor amigo y el pequeño lloró por tres días seguidos. No sirvió de nada que Kenai le prometiera hacerle toda una familia de muñecos de madera en forma de osos para que no extrañara al señor Toto.

—Tenemos que hablar —Gunnar sostuvo del brazo a Jess—, a solas.

—Falta un poco para llegar a la manada —dijo Jess confundida—. ¿Por qué no hablamos cuando lleguemos ahí y estemos solos?

—Ven Jess , deja que Kenai cuide Dan un rato —habló Gunnar.

Kenai asintió mirándolos extraño.

Se separaron del grupo que organizaba todo para seguir la marcha hacia la manada. Gunnar hizo un hechizo para que no los escucharan con su audición de lobos, sabía que Kenai o alguno de los alfas estarían intentando escucharlos. Desde el incendio a la carroza, estaban más atentos a ellos.

—Creí que aún te recuperabas para usar tu magia —dijo Jess.

—Ya estoy mucho mejor, he estado una semana sin usarla —se explicó Gunnar—, Jess, ese incendio no fue accidental ni una chispa que solté de casualidad como les dije a los demás.

—Lo supuse —Jess asintió—. ¿Qué pasó?

—Use al señor Toto como una especie de talismán protector, cualquier tipo de magia que se lanzara hacia Dantalian lo absorbería el oso de madera —Gunnar observó como Jess abría mucho los ojos.

—¿Alguien intentó incendiar a mi hijo? —pregunto atónita.

—No exactamente, intentaban verlo, estaban detectándolo —Gunnar la miró afligido—, algo muy poderoso es consciente de tu hijo ahora Jess y no tengo la menor duda que intentará buscarlo de nuevo.

—¿Por qué algo tan poderoso sentiría a Dan?

—Te dije que su padre era poderoso ¿No?, pues Dantalian también lo será cuando crezca —Gunnar suspiro—, no creo que sepan que es un niño, pero podrá rastrear su poder, el cual irá creciendo mientras más crezca Dantalian.

Jess se tapó la cara de temor.

—No lograron detectarlo por completo, de eso estoy seguro —siguió Gunnar—, el amuleto sirvió para parar a lo que sea que buscaba a Dan, pero como podrás ver, el poder de aquel ser era inmenso para detonar en el muñeco de esa manera. No estamos seguros aquí Jess.

Jess volvió a mirarlo.

—¿Qué quieres decir?

—Tenemos que irnos —Gunnar miro a todos lados viendo si alguien los observaba—, ya hemos estado aquí demasiado tiempo, es hora de cambiar de lugar. Me temo que las tierras libres ya no son un lugar seguro para nosotros.

—Hemos estado moviéndonos constantemente con la manada —habló Jess suplicante—, es nuestra manada, es nuestro hogar.

—¿Si entiendes que estamos poniendo en peligro a la manada si nos quedamos en ella y tu mate nos encuentre verdad? —Gunnar la miró expectante—, yo quiero lo mejor para esta manada, pero mi primera prioridad eres tú y Dantalian.

—Quiero que Dantalian crezca en esta comunidad, que tenga sus valores y su cariño —Jess intentaba no llorar—, no que viva oculto en algún lugar abandonado. Además, tú les prometiste ayudar con la posible guerra.

—Yo no les prometí tal cosa —Gunnar empezaba a ofuscarse—, yo ayude por buena voluntad arriesgando mi vida, pero no les debo nada, tú tampoco les debes nada. Ya hemos ayudado bastante y les deseo lo mejor, pero no dejaré que te quedes en medio del fuego cruzado.

—Quedémonos un rato más —Jess lo miró suplicante—, aún estás recuperándote y Dantalian está nervioso por todo. Cuando estemos asentados en la manada Black Moon, entonces nos despediremos adecuadamente.

—No, no debemos dejar rastros —dijo Gunnar—, debemos desaparecernos sin avisarle a nadie. Si alguien sigue el rastro hasta aquí, es mejor que ellos no tengan idea de nada. Es más seguro así.

—¿Ni siquiera de Kenai?

—En especial de Kenai, él intentaría detenernos —Gunnar vio el dolor en sus ojos—, lo pondríamos en peligro si sabe de esto. Es mejor así.

Jess asintió.

Gunnar la atrajo para abrazarla.

—Esperaremos algunas semanas ¿sí? —le masajeo la espalda para calmarla—, tienes razón, aún tengo que recolectar más energía y debo organizarme para ir a el lugar más seguro que encontremos. Sabes que no los llevaría de aquí si no fuera totalmente necesario ¿Lo entiendes?

—Lo entiendo —Jess tenía un nudo en la garganta—, es... es que los voy a extrañar muchísimo.

—Yo también —Gunnar trago saliva—, incluso creo que me adapte al clima.

—¿Qué le diremos a Dantalian?

—¿Qué nos vamos de vacaciones?

—Tenemos que esperar a que Kenai le haga otro muñeco —Jess frunció el ceño—, no se moverá sin uno.

—Como odio a esos malditos muñecos —se quejó Gunnar.

—Ya somos dos —sonrió Jess—. Gracias por cuidarnos Gunnar, no sé qué hice para merecer tener a alguien como tú en mi vida.

Gunnar le beso la frente.

—Yo soy el que está agradecido de que estén en mi vida.

—¡Mamá! —escucharon un grito a lo lejos—. ¡Mami la manada ya va a avanzar!

Los dos se soltaron y miraron de dónde venía tanta algarabía. Gunnar vio al pequeño Dantalian correr hacia ellos, también noto a Kenai mirarlos con la cara totalmente contraída.

Si le dolía verlos abrazados, ya imaginaba lo mucho que iba a sufrir cuando Jess y Dantalian desaparecieran para siempre.

***

—¡Hola!

Leia aceleró con sus libros hacia la persona que llamaba.

Clark paró de caminar y suspiró derrotado. Noto las miradas alrededor, toda la universidad se enteró del ataque a la princesa Leia y él había sufrido las consecuencias. Le lanzaban cosas de vez en cuando, lo encerraban en el baño. El equipo de fútbol lo golpeó hasta que se desmayó. Y todo para que los documentos que le brindó el príncipe heredero le mostrasen que estaba totalmente equivocado todo ese tiempo.

Clark cerró los ojos un momento pensando en lo que Leia le estaba diciendo.

—Estamos sujetos a una jerarquía injusta porque si no moriremos o creceremos de mala manera —concluye Clark—, vaya m****a.

—Se que no estás totalmente de acuerdo como se manejan las manadas, pero ¿no crees que nuestros tipos de gobierno son más justos que los humanos? —preguntó la princesa Leia—, en las manadas no se sufre de lo que la mayoría de los humanos lo hacen.

—Si te toca un buen alfa, tendrás la suerte de vivir una vida pacífica —replicó Clark—, pero si tu alfa es un maldito bastardo, estás destinado a sufrir sin derecho a levantar la voz u objetar.

—Las manadas ya no se manejan así totalmente —Leia frunció el ceño—, ahora hay congresos y más derechos.

—Si vives en una manada perteneciente a la soberanía del Reino obtienes un poco de libertad, ¿Qué tal si vives en una manada que no pertenece a la soberanía del Reino?

—¿Hablas de las manadas de las tierras libres? —Leia parecía más interesada—. ¿Dónde creciste?

Clark asintió.

—Toda mi vida se destruyó por un alfa monstruoso —dijo con ira—, solo me queda mi hermano y según lo que me dijo el alfa donde vive, ahora mismo mi hermano está lejos de la manada intentando salvar a pequeñas manadas en una guerra resurgida.

—¿De nuevo ha surgido una guerra de manadas en las tierras libres? —preguntó Leia aterrada.

Leia recordó todo lo que le había contado su mamá y como perdió toda su familia en la última guerra.

Clark frunció el ceño, había hablado demasiado.

—De igual manera se enterarán ¿no es cierto? —Clark soltó una sonrisa amarga—, no se sabe realmente que tan grave es, pero al parecer la manada que causó la última guerra de manadas en las tierras libres ha resurgido y mi testarudo hermano ha quedado en medio de todo.

Leia se estremeció.

—Hoy vine a poner en pausa mi maestría, me voy mañana a buscar a mi hermano —Clark miró su café sombrío—, es lo único que me queda. Intentaré arrastrarlo aquí si es necesario, aunque sé que será imposible.

—Podríamos ayudar —dijo rápidamente Leia exaltada—, sé que el Rey ayudaría encantado.

Clark bufo.

—Las manadas jamás pedirán la ayuda porque intentan mantener su independencia, preferirían morir en la guerra que ser gobernados por la monarquía —replicó Clark.

—Por la diosa, mi familia ayudaría sin pedir nada a cambio, ya has visto lo poderosos que son, si supieran que hay hombres lobos siendo masacrados injustamente, ayudarían inmediatamente.

Leia sintió la necesidad de evitar que más familias quedaran destruidas como la suya y sabía que Liam la apoyaría sin importar nada.

—¿Estás segura? —Clark la miro dubitativo.

—Te lo juro —asintió Leia—, les preguntaré hoy mismo al Rey.

Clark suspira.

—Podría llevar la propuesta, si ayudaran sin pedir ningún juramento de servicio creo que aceptarían —dijo Clark—, podría poner a salvo la familia de mi hermano.

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