—Señor Santana, sé que usted y sus amigos necesitan los ingresos, pero son dos asuntos diferentes. El Grupo Tiziano no debería ser el que pague por esto.
Las venas de la cabeza de Samuel estallaron cuando oyó eso.
Justo entonces, Emmanuel dijo de repente:
—Sin embargo, nuestro jefe empatiza con ustedes y está dispuesto a pagar tres millones para ser amigo de todos ustedes.
—Qué…
Las pupilas de Samuel se dilataron. Estaba conmovido por lo que oía.
Incluso sus subordinados intercambiaron miradas encantados. Nunca esperaron que el jefe del Grupo Tiziano fuera tan particular.
Por desgracia, no sabían que Emmanuel les había reducido el pago en secreto. De hecho, estaban encantados de llamar a Emmanuel su amigo.
Era el típico escenario de agradecimiento a alguien que les ha traicionado.
—Muy bien. Seremos amigos del Grupo Tiziano. ¡Vamos! Brindemos.
Samuel brindo por Emmanuel. Estaba claro que el primero se había sometido a Emmanuel.
—¡Salud!
Como antiguo soldado, Emmanuel no temía al licor fuerte.
Al mismo tiempo, los subordinados de Samuel eran gente leal. Al ver lo generoso que era Emmanuel, brindaron y lo elogiaron por ser una buena persona.
Samuel empezó a recelar al ver cómo Emmanuel se bebía un vaso tras otro de licor sin ningún problema.
«Con este hombre no se juega. Sólo podemos ser amigos, nunca enemigos».
Media hora más tarde, Macarena llegó por fin a El Paraíso y bajó del auto.
Cuatro guardaespaldas profesionales la seguían.
Su mirada era penetrante y su aura dominante.
Cuando los hombres del exterior del club nocturno divisaron a la bella mujer con su séquito, se abrieron paso y se limitaron a observarla entrar en el edificio.
Era una belleza con gran poder.
No obstante, Macarena no se molestó en mirar a los transeúntes y entró directamente en la discoteca.
Nunca había estado tan preocupada por alguien, y menos por un hombre. Incluso a ella le parecía increíble la situación.
Al mismo tiempo, su nariz percibió el hedor de la sangre.
«Volvió a luchar con otros».
—¿No tienes miedo a la muerte? —reprendió Macarena, con las cejas fruncidas. Un sentimiento amargo se introdujo en su corazón.
—¿No estoy bien ahora? —Emmanuel soltó una carcajada y sintió alivio.
Macarena no pudo evitar suspirar al ver el estado en que se encontraba.
«Sinceramente, no sé qué hacer con él. Sólo hablaba sin pensar. No puedo creer que haya llegado tan lejos por lo que dije».
Los cuatro guardaespaldas se quedaron perplejos al ver cómo su director general retenía a Emmanuel.
Conocían la misandria de Macarena, que rara vez daba la mano a los hombres. Por lo tanto, verla sosteniendo a un hombre con una mano les resultaba extraño.
No sólo eso, sino que Macarena incluso les lanzó una mirada, indicándoles que se marcharan al segundo siguiente.
Seguía sin querer que Emmanuel descubriera su verdadera identidad.
—Recuerda lo que me prometiste. Una vez que el proyecto sea un éxito, tenemos que ir a casa a ver a mi mamá.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Tras la Máscara del Amor