—Yo...
Claudia miró sorprendida a Emmanuel y preguntó con voz temblorosa:
—¿Fue un matrimonio relámpago, doctor Martínez?
Emmanuel asintió, lo que sorprendió aún más a Claudia.
Recordaba a Emmanuel como un hombre maduro y sereno, por lo que nunca pensó que algún día se involucraría en un matrimonio relámpago.
Roselyn la agarró del brazo y le dijo con una sonrisa:
—Vamos, Claudia. Llévanos al salón de banquetes de arriba y enséñanos cómo es allí arriba.
Aunque Claudia asintió, era evidente que su estado de ánimo no era tan alegre como antes.
—Por cierto, Claudia, ¿sabes quién fue el que se presentó en el banquete hace un momento? Esa persona pareció llamar mucho la atención al llegar —preguntó Roselyn con curiosidad mientras subían las escaleras.
El tono de Claudia era más bien frío al responder:
—¿Quién más podría ser? No hay muchos en Cataratas que puedan causar una conmoción tan grande con su sola presencia. Tiene que ser la señorita Quillen, de la familia Quillen.
—Oh, ¿la señorita Quillen está aquí? Ahora tiene sentido.
Roselyn había oído rumores sobre la popularidad de Macarena en el pasado, pero ésta era la primera vez que lo presenciaba.
—Roselyn, ¿vas a dejar por fin de preguntarte si la señorita Quillen es mi esposa? —preguntó Emmanuel con una risita.
«Es una mujer prominente con la que la mayoría de los hombres de clase alta sólo pueden soñar salir, así que ¿por qué se casaría con un hombre como mi hermano?»
Roselyn sólo pudo encogerse de hombros en respuesta y descartó tan ridícula idea.
Claudia, por su parte, miraba a Emmanuel con asombro e incredulidad.
No sabían que sus acciones habían llamado la atención de otra mujer.
Construcciones Nubes pudo continuar su trabajo después de que Samuel y sus hombres abandonaran el lugar del proyecto, y Milena se atribuyó el mérito aunque en realidad no hizo nada.
Por eso, Construcciones Nubes envió a Milena una invitación al banquete de esa noche como recompensa extra.
Se lo estaba pasando en grande en el banquete y colgó muchas fotos en Instagram para presumir hasta que vio allí a Emmanuel y Roselyn.
«¿Cómo pueden permitir que un hombre que sólo gana ochenta mil al año asista a un banquete como éste? ¡La gente va a pensar mal de este banquete si se corre la voz de esto!»
Con eso en mente, Milena se acercó a él y preguntó en voz alta con tono burlón:
—Vaya, vaya, vaya... ¡Mira a quién tenemos aquí! Es Emmanuel, ¡el ginecólogo! ¿No deberías estar examinando a las mujeres en el hospital? ¿Qué haces aquí?
Al oír que había un ginecólogo en la tercera planta, muchos volvieron la cabeza hacia él.
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