Tras la Máscara del Amor romance Capítulo 43

Al recibir el préstamo, Emmanuel fue a recoger a Alessandra en taxi.

—Mamá, ¿por qué has venido a casa del tío Benito? —preguntó Emmanuel a Alessandra cuando salió de la residencia de Benito.

—¡No es nada! Quería informarle de tu boda e invitarle a comer para conocernos mejor —mintió Alessandra con una sonrisa tímida.

A pesar de ello, Emmanuel sabía que debía de haber pedido un préstamo a Benito. Además, le ocultaba que la había rechazado para que no se resintiera con su tío.

Emmanuel no se hacía ilusiones sobre la clase de persona que era Benito. A pesar de la riqueza de éste, nunca les había prestado ni un céntimo. Por si fuera poco, la familia de Benito, como era tacaña, se llevaba lo que les apetecía cada vez que pasaban por casa de Emmanuel de visita.

—Mamá, Macarena me ha dado treinta mil. Ahora puedo permitirme pagar tu tratamiento —le informó Emmanuel una vez subió al auto.

—¿Qué? ¿Pediste prestados otros treinta mil?

La noticia conmocionó a Alessandra

Antes, Emmanuel le había hablado del préstamo de sesenta mil que había concedido a Federico para pagar los gastos médicos de su madre. Ella no lo culpaba, ya que ambos eran mejores amigos. Sin embargo, no quería que Emmanuel perdiera a su mujer por culpa de su amigo.

—Manu, ¿eso significa que no le diste ningún regalo de compromiso? ¿O incluso algo con lo que sellar el compromiso?

—No, no lo hice. —Emmanuel sacudió la cabeza con una sonrisa irónica—. Macarena tiene mucho dinero, así que esto es algo que no es importante para ella.

—¿Eres tonto?

La exasperada Alessandra asomó la cabeza.

—No hay chica en este mundo a la que no le gusten los regalos. Además, ¿quién se casa sin hacer un regalo de compromiso? Aunque la chica sea rica, hay que regalarle algo para sellar el compromiso.

Emmanuel suspiró en respuesta. No regalarle nada a Macarena no era su intención. no podía permitírselo por el momento. Si acababa comprándole algo barato, le preocupaba que ella lo despreciara por eso.

Justo cuando Alessandra quería insistir en su caso, sus furiosas emociones hicieron que le dolieran de nuevo los riñones. Un sudor frío le recorrió la frente mientras se sujetaba el abdomen.

—¡Conductor, por favor, pise a fondo!

Tras instar al conductor a que se diera prisa, Emmanuel intentó aliviar el dolor de su madre aplicando presión sobre sus puntos de acupuntura.

Sentada en el asiento trasero de un Bentley, Macarena los vio por casualidad.

A pesar de sus preocupaciones, Macarena, debido a su extraordinaria belleza natural, fue descubierta en cuanto entró en el hospital.

—¡Señora Quillen, es un placer verla!

Un hombre calvo de mediana edad con dos guardaespaldas detrás se acercó a Macarena.

En respuesta, los guardaespaldas de Letizia y Macarena se adelantaron para bloquearle el paso.

—El placer es mío, señor Chamorro.

Macarena no sólo no quiso estrecharle la mano, sino que mantuvo las distancias. Sin embargo, le correspondió con un saludo por tratarse de un hombre de negocios influyente.

—Jaja, es un honor que aún se acuerde de mí, señorita Quillen.

Con una amplia sonrisa en el rostro, Joel Chamorro indagó:

—¿Qué la trae por aquí, señorita Quillen?

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