Raisa
Ya es de noche cuando Jane me trajo a mi casa, suspire y camino a mi cuarto, me adentro a mi baño donde me dispongo a desmaquillarme y por último lavar mis dientes, cuando estoy por escupir la pasta escucho como suena mi celular, lo dejo pasar para enjuagar mi boca, cuando termino camino a esté viendo la pantalla una llamada perdida de Damián, recibo un mensaje de el y entro.
-¿Por qué no contestas?
me llega otro.
-¿Puedo ir a verte? te necesito.
-No se si sea una buena idea- escribo y en menos de un minuto recibo.
-Ya no hay nada de qué preocuparnos, estoy afuera- frunzo el ceño.
-Yo no he dicho aún si puedes venir, además que pensaran mis padres- contestó, mirando por la ventana y efectivamente, estacionado en el patio está su auto.
- Normal ellos ya saben todo, además eres mayor de edad, ahora abre me estoy congelando y no queras un castigo por mal educada- lo dejo en visto yendo a abrirle ya que a esta hora no hay nadie, solo mis padres que están encerrados en su cuarto haciendo cosas que prefiero no averiguar.
-Entra- digo cuando abro la puerta, él lo hace y camina a mi habitación como si esta fuera su casa, yo camino atrás de él viendo que cuando sube las escaleras y yo tras él su gran culo, me muerdo el labio ya que es redondo me imagino que de tantas horas en el gimnasio, llegando, entro a mi habitación y él me acorrala en la puerta mientras esta se cierra.
-Me veías el culo- mas que pregunta lo afirma.
-Estas loco- digo, no pienso decirle que sí.
-Estamos a mano- frunzo el ceño.
-¿Qué?- dije.
-Desde que tuviste tu pubertad a los dieciséis que te lo sigo que fue tardada te he visto el culo siempre que caminas, ¿Por qué crees que siempre iba detrás de ti cuando caminabas?- el me odiaba esta mintiendo.
-Si entiendo- Me voltea quitando mi roto vestido, dejando mi cuerpo solamente cubierto por unas bragas de encaje moradas, él me ve con un brillo en los ojos de lujuria y una sonrisa, pero luego borra esa sonrisa.
-Luego hablaremos el porque no llevabas sostén- porque no tengo mucho me daban ganas de decirle pero solo asiento cuando siento que él baja su dedo frío a mi pezón, haciendo contacto con este pellizcando, sus dedos están fríos haciendo que mi pezón se haga más erecto, luego siento como baja su cabeza sustituyendo sus dedos por su caliente boca dándome una nueva experiencia, me encanta, su gran mano fría sube de mi vientre delineando mi ombligo remarcando, hasta mi otro seno el cual su mano se encarga de remarcar mi aureola para luego pellizcar mi pezón haciendo que todas las sensaciones se junten y me haga arquear la espalda mientras me tapo la boca para no gemir más alto, baja su otra mano a mi braga delineando su comienzo, para luego bajar un poco más y dar un golpecito con sus dedos en mi clítoris.
-Estas tan mojada Dulzura, y aun estamos empezando- dice dejando mi pezón el cual está lleno de su caliente saliva, cuando lo deja hace un ruido que me vuelve loca para luego volver a juntar su boca denuevo en mi seno para bajar repartiendo besos húmedos y algunas mordidas hasta llegar a mi monte de venus, tomar con sus dientes el dobles de mi braga y bajarlo delicadamente haciéndome sentir su fría nariz pasar por toda mi vagina, hasta llegar a mis pies en donde la saca, para luego subir por mis piernas dejando besos en ellas, cuando llegó a mis muslos mete su cabeza en ellos y muerde mi muslo interno con un poco de fuerza haciéndome abrir más las piernas, repitiendo la acción el otro volviéndome una loca que lo único que hace es gemir en su mano y cerrar los ojos, el se separa de mí, haciendo que abra los ojos.
-No cierres los ojos y mucho menos tapes tu boca, quiero escucharte gemir y quiero que en todo momento tus ojos estén en mis acciones, entendido- asiento viéndolo, él sin despegar su mirada de mi baja lentamente a mi vagina la cual lame haciéndome retorcer, baja un poco y con su sus dedos separó mis pliegues, y el se encarga después de lamer mi punto, succionando con fuerza después haciéndome gemir arqueandome y para evitar tapar mi boca bajo mis manos a su cabellera la cual acarició mientras el hace lo suyo.
Baja dos dedos los cuales los introduce en mí, dándome más placer, haciendo que mis paredes se cierren en ellos diciendo que estoy a nada de llegar, el mete con mas velocidad sus dedos y incrementa los juegos con su lengua, cuando estoy a punto de llegar jalo su cabello y el succiona fuerte haciéndome llegar, entre jadeos y gemidos, él es un experto en esto, baja su boca tomando todos mis fluidos causándome la mínima vergüenza ya que estoy ocupada tratando de recuperar el oxígeno, pero el no me da tregua volviendo a succionar mi punto , y metiendo de nuevo los dedos, veo como sube la mirada, viéndome con esos ojos oscuros fríos que ahorita están llenos de maldad, se separa de mí por completo dejándome a medias y con una mirada desconcertada, él niega con una sonrisa, volviendo a mis labios dejando un beso, mientras que con su dedo hace círculos en medio de mis pechos.
-Siempre he querido probarte completa para cerciorarme si que eres una dulzura por completo, lo acabo de comprobar- lo atraigo a mi queriendo con hambre sus labios, su toque lo deseo.
-Tranquila dulzura la noche apenas está comenzando.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Tu no me mandas