UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 43

Andrea miraba fijamente el chocolate en su taza, como si ahí pudiera encontrar una respuesta mientras el señor Nikola esperaba a que ella hablara.

¿Por qué no quería casarse con Zack? Andrea sabía que la respuesta a esa pregunta no era fácil de explicar. Permaneció en silencio por un momento, intentando organizar sus pensamientos. Luego, respiró profundamente y comenzó a hablar.

—Señor Nikola... antes de conocer a Zack, yo ya estuve casada.

El hombre frente a ella puso expresión sorprendida por un minuto pero luego su rostro se relajó.

—Comprendo. No terminó bien —murmuró.

—Terminó del modo más horrible que se podía. La verdad es que mi matrimonio fue una experiencia muy desafortunada. Al principio, me sentí muy ilusionada con la idea de casarme, era joven y estaba enamorada. Me imaginé que el matrimonio me traería felicidad, amor y satisfacción. Pero nada más lejos de la realidad. —Andrea suspiró, si no le quedaba más que mentir, al menos lo haría con una parte de la verdad—. Me ha costado mucho trabajo y energía superar las cicatrices de mi primer matrimonio, me dejó con un sentimiento de impotencia, se inseguridad, de... miedo. Esa sería la palabra correcta —murmuró pensativa—: miedo.

—¿Entonces por qué aceptaste el compromiso? —preguntó Nikola con curiosidad.

—Porque Zack haría cualquier cosa por hacerlo feliz a usted, y yo haría cualquier cosa por hacer feliz a Zack... pero no esto, al menos no ahora —respondió ella—. Estoy muy agradecida por su preocupación por mi bienestar y el de mi hija, señor Nikola, pero espero que pueda entender mi posición.

Andrea apretó los labios y sus ojos se humedecieron mientras esperaba la respuesta del hombre, pero él la miró con empatía y le sonrió.

—Hija, entiendo completamente tu decisión. Nunca deberías tener que soportar un matrimonio desdichado, pero tienes que saber que no todos los matrimonios son iguales —le dijo con suavidad.

—Lo sé, la verdad es que verlo a usted y a la señora Luana me da mucha esperanza, pero ahora mismo casarme con Zack sería... sería difícil para mí.

—Entonces no te preocupes, deja que él se gane ese lugar, y si no, no importa, con que tú y mi nieta estén con nosotros me bastará —replicó sonriendo.

Andrea se sintió conmovida por las palabras de Nikola, y sintió un profundo alivio al saber que entendía su situación.

—Gracias por comprender, señor Nikola —murmuró—. ¿Qué le parece esto? Si tiene ganas de hacer una celebración significativa esta Navidad ¿por qué no bautizamos a Adriana?

Los ojos del hombre brillaron mientras su expresión completa resplandecía.

—¿En serio? ¿Podemos bautizar a mi nieta? —preguntó—. ¡Eso sí que es una noticia! ¿¡Cómo no se me había ocurrido!? ¡¿Qué te parece en dos días?! ¿¡Es muy pronto!? ¡No, claro que no es pronto! ¡Es perfecto! —exclamó emocionado girando su silla de ruedas—. ¡Arremángate niña que tenemos un bautizo que preparar. ¡Luanaaaaaaa, vamos a bautizar a la nena!

Nikola revolucionó a las dos mujeres en un segundo y un par de horas después, cuando llegaron los demás, enseguida se sumaron a los preparativos. Nikola tomó a la bebé de los brazos de Zack, que parecía aturdido, y su padre le hizo una señal para que se acercara a él.

—Esa es la mejor mujer que he conocido después de tu madre —dijo señalando a Andrea, que se afanaba en la cocina con sus galletas—. Y solo para que no sepas, no se va a casar contigo. Vas a tener que trabajar mucho para ganarte de verdad a esa chica, con hacerle una hija no basta. Así que despabila, Zack, porque te juro que si no, la secuestro formalmente para uno de tus hermanos que sea menos sonso que tú. ¿Quedó claro?

Zack sonrió despacio mientras levantaba la mirada hacia ella.

—Anotado, papá.

—Bueno, ve a ayudar, que en dos días tenemos bautizo.

Zack asintió y respiró profundo antes de acercarse a Andrea, que sacaba sus galletas del horno.

—¿Tienes un minuto? —preguntó y la muchacha se sobresaltó, soltando la bandeja, que Zack agarró antes de que llegara al suelo.

Andrea ahogó el grito cuando lo vio hacer aquel gesto de dolor.

—¡Zack!

—¡Joooder qué caliente! —gruñó lanzando la bandeja sobre la isla de la cocina y Andrea se acercó a él asustada.

—¡Lo siento, me asustaste! ¿Estás bien? —lo increpó.

—Sí, no fue nada...

—Déjame ver, Zack.

Se quitó los guantes de cocina y alcanzó su mano por la muñeca, viendo cómo la palma se ponía muy roja en un instante.

—¡Diablos! —murmuró—. Siéntate, ven siéntate.

Andrea abrió la nevera y sacó una pequeña bolsa de hielo y una botella de agua. Vació todo en un recipiente limpio y metió la mano de Zack ahí.

—¿Te duele mucho? —preguntó frunciendo el ceño y él la miró a los ojos.

—¿Lo preguntas de verdad? —murmuró y Andrea le dirigió una mirada de incomprensión—. ¿Lo preguntas de verdad o porque te estoy pagando por preguntar?

La vio apretar los labios por un segundo y respirar pesadamente.

—Lo pregunto porque te lastimaste, pero está bien si no me quieres contestar. Voy por un botiquín.

Zack negó con frustración, porque eso se lo había buscado él mismo. No saber si Andrea de verdad estaba preocupada o estaba fingiendo.

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