UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 44

—¡Buena jugada! —susurró su madre pasando junto a él y tomando una galleta de la bandeja—. ¡Resulta que no eres tan tonto como pensaba!

—¿Estás loca? ¿Crees que me quemé una mano a propósito? —susurró Zack en respuesta.

—¿Ah, eso fue un accidente? Corrijo mi sentencia, eres tan tonto como pensaba, pero al menos aprovéchalo. ¡Te amo, hijo!

Zack puso los ojos en blanco, pero realmente no necesitaba fingir que le dolía, porque le estaba doliendo muy en serio. Andrea regresó unos minutos después con un botiquín y le sacó la mano del agua fría, dejando que se secara un poco antes de empezar a ponerle una crema. Su tacto era suave y dulce y tenía una expresión preocupada que le revolvió todo dentro porque quería que no fuera fingida.

—Listo, esto te va a hacer sentir mejor, vamos a ponerte unas venditas a ver si se te cura más rápido —murmuró ella y Zack sintió que se estremecía cada vez que lo tocaba.

—Gracias —murmuró y la vio sonreír.

Después de eso no fue mucho lo que Zack pudo ayudar, porque la derecha era su mano dominante y la tenía inutilizada. Incluso a la hora de la cena hizo un estropicio, un trozo de carne de su plato fue a dar a la cabeza de Noémi y otro de zanahoria se fue contra un ojo de Chiara, y por supuesto como eso hizo reír a Adriana, las únicas que se molestaron en aquella mesa fueron las gemelas. Finalmente Andrea le quitó el tenedor de la mano y se puso a darle de cenar como si fuera un niño.

—No hace falta...

—¡Déjala, es lo más chiquito que tendrá que hacer por ti hoy! —se burló Loan—. ¡O también dejarás perdidas muchas otras cosas además del mantel, niño manco!

—¡Uf! ¿Cómo será apuntar con la zurda? —se rio Milo y Zack se puso colorado al darse cuenta de lo que estaban hablando, pero cuando miró a Andrea se dio cuenta de que ella también se había dado cuenta y estaba más colorada todavía.

—No les hagas caso. Eso dos idiotas aman reírse a costa mía, pero yo puedo solo —le dijo Zack en voz baja, sin embargo Andrea y el tenedor en su mano creían algo muy diferente, y ni Andrea ni su tenedor se equivocaban.

Esa noche ella se bañó primero, mientras Zack jugaba con Adriana que estaba en su cunita, pero cuando le tocó su turno, se dio cuenta de que realmente era muy inútil con la mano izquierda.

Después de cuatro golpes, tres maldiciones y cinco cosas tiradas por el suelo del baño, ella respiró profundamente y entró al baño para encontrárselo con media playera puesta, media afuera y un codo atorado.

—A ver, yo te ayudo —dijo con paciencia mientras lo ayudaba a desenroscar aquel nudo y le sacaba la playera. Se quedó un instante mirándolo, pero no había ni una chispa en su expresión que denotara una emoción, y m*****a fuera, pero él las quería todas—. ¿Necesitas ayuda con el resto? —preguntó Andrea y él pasó saliva.

—No... no creo, mejor ya no me baño hoy y ya —murmuró él.

—¿Y qué crees que va a pensar tu padre cuando te vea mañana con la misma ropa de hoy?

—Bueno... este...

—Solo voy a quitarte en pantalón. Puedes entrar a bañarte y luego te vestimos de vuelta —dijo ella como si fuera su enfermera.

—¿Te vas a quedar a bañarme? —preguntó Zack y Andrea apretó los dientes para no reaccionar.

—Solo si me lo pides —respondió.

Él asintió despacio y Ella bajó los ojos para encontrar su cinturón, lo abrió mientras veía el abdomen de Zack tensarse con cada movimiento suyo cuando le soltaba los botones y le bajaba el cierre de jean. Ni siquiera tenía que mirarlo, ya sabía que no estaba respirando.

Le bajó los pantalones agachándose frente a él y esta vez fue ella la que no respiró.

"¡Joder, joder, joder! ¡Acomplejado un cuerno!", chilló en su mente mientras terminaba de quitarle el pantalón y se levantaba de nuevo.

—¿Quieres que te ayude a bañarte? —le preguntó y Zack apretó su mano sana porque parecía como si ella estuviera esperando órdenes.

—No me gusta esta medicina —murmuró él y Andrea frunció el ceño sin comprender—. La que me estás dando —explicó Zack avanzando hacia ella y un segundo después Andrea tenía la espalda pegada al cristal del baño—. Si yo digo "sonríe", tú sonríes, si yo digo "báñame", tú me bañas, si yo digo "bésame"... —se inclinó sobre ella y sus bocas se unieron en un beso tórrido y urgente mientras Zack alcanzaba su nuca con su mano buena y dominaba completamente su voluntad—. Si yo digo "gime"... —susurró en su oído y sintió cómo la piel de la muchacha se erizaba antes de que de sus labios entreabiertos se escapara un gemido gutural que le estremeció a Zack hasta los pensamientos—. Me das todo lo que quiero... pero ya no es la forma en que lo quiero.

Andrea cerró los ojos un instante y luego lo miró a los ojos.

—¿Y cómo lo quieres?

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