UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 45

—¿Y cómo lo quieres?

La pregunta era simple pero él no podía responderla.

"Voluntario, sincero, verdadero", pensó Zack pero en lugar de eso solo dio un paso atrás, dejando correr el aire entre los dos.

—Yo puedo solo —le sonrió con suavidad y Andrea salió del baño, dándose cuenta cuando cerró la puerta de que se estaba ahogando.

Cerró los ojos un momento y se sentó en el borde de la cama. Era muy guapo, literalmente era sexy aquel hombre hasta cortar el aliento, pero ella no podía darse el lujo de caer ante él.

¡Pero estaba difícil! Especialmente cuando el condenado salía del baño medio chorreando agua sobre todos aquellos tatuajes.

—¿Me puedes ayudar con la playera? —preguntó él con tono inocente y Andrea asintió, porque él ya había hecho lo más difícil que era ponerse el pantalón del pijama.

Pero ponerle la playera era tocarlo y parecía que tocarlo por donde fuera era peligroso, porque Andrea lo sentía más cálido que nunca.

Acostarse en aquella cama fue un desafío, pero la verdad era que estaba tan agotada con todo lo que había pasado durante el día, en especial el estrés por aquella conversación con el señor Nikola, que apenas puso la cabeza en la almohada de adormeció del todo.

Sin embargo, a medida que la noche avanzaba, el sueño se hacía más imposible. Sabía que no estaba sola en la cama, él estaba allí junto a ella y había un brazo posesivo alrededor de su cuerpo pegándola a él. Unas manos calientes recorrían sus costados, bajaban a sus caderas y subían lentamente hasta encontrar su pecho.

Andrea sentía la piel de Zack contra la suya, probablemente se hubiera sacado la playera... y entonces un deseo extraño la invadió. Él suspiraba cerca de su oído mientras sus manos recorrían lentamente todos los contornos de su cuerpo y ella no podía evitar estremecerse bajo sus caricias.

Tenía los ojos cerrados y podía sentir cada una de sus caricias moviéndose lentamente por sus brazos, hombros y espalda. Y aunque sus labios eran suaves como la seda cuando se encontraron con su boca, la besaron con tanta fuerza que casi le hacían daño.

—¡Así es como lo quiero! —gruñó él sobre su boca antes de abrirle aquel pijama y atacar uno de sus pechos, haciéndola arquear el cuerpo y gemir.

Su cuerpo respondió de manera instintiva. La mano de Zack recorría lentamente su abdomen mientras su lengua se movía alrededor de aquel pezón, desesperándola, y ella sentía un fuego abrasador que amenazaba con consumirla entera.

Entonces él le susurró al oído:

—Bésame... —y de pronto todo lo que habían evitado durante semanas empezó a suceder.

Andrea no podía resistirse a él y se abrazaron profundamente, descubriendo con sus besos los secretos deseos del otro. Sus cuerpos se mezclaron hasta ser uno solo, resbalando sobre la piel y él supo que precedía a aquellos jadeos.

—¡Dime que sí, Pastelito! ¡Dime que sí...!

—¡Sí! —exclamó ella en medio de un suspiro mientras las sensaciones que le recorrían el cuerpo se hacían insoportables.

De pronto Andrea estaba completamente desnuda frente a él, y sus ojos eran como una fuerza magnética que atraía su mirada.

Ya no había espacio entre ellos y ella podía sentir el peso descomunal de aquel cuerpo mientras se abría paso entre sus piernas. La sensación la hizo gemir con fuerza y el dolor fue tan sueve un pleno que en un segundo se evaporó. Zack la embestía con fuerza y desesperación mientras ella se agarraba de las sábanas para soportar aquel ariete que iba rompiéndola en olas de placer. Sus gemidos se contagiaron, el calor se apoderó de la habitación hasta que lo escuchó gruñir y tensarse al borde de aquel clímax que estremeció la cama, rompiendo una de las patas con un movimiento que los mandó a los dos al suelo.

—¡Ay! —gritó Andrea cayendo de un lado de la cama.

—¡Dios! —rezongó él cayendo del otro lado.

Andrea apenas podía abrir los ojos cuando asomó los ojos por encima de la cama.

—¿Por qué te corriste tan rápido...? —protestó.

—¿Y tú por qué te quitaste el vestido de novia...? —farfulló él asomándose por el otro lado.

Se quedaron mirándose durante un largo instante, aturdidos, y luego los dos abrieron los ojos espantados.

—¡Cristo divino! —gritó Andrea tapándose los ojos.

—¿Que me corrí rápido? ¿¡Tú qué diablos estabas soñando, Andrea!? —la increpó él.

—¡Eso es porque me tienes traumada con tus órdenes! —se justificó ella asustada—. Pero ¿yo? ¿Qué diablos estabas soñando tú? ¿Eh? ¿Vestido de novia?

—¡Maldición! —gruñó Zack sentándose en el suelo y poyando la espalda en la cama.

¿De verdad había estado soñando que se casaba con Andrea? Bueno para ser justos estaba soñando que le hacía el amor a Andrea después de casarse con ella. ¡Era un sueño erótico como sea que fuera! Solo que con algunos detalles... mínimos... adicionales.

Ni siquiera fueron capaces de volver a mirarse esa noche, pero Zack no pudo evitar sonreír lo que restaba de ella.

Al día siguiente siguieron sin mirarse, pero había tanto que preparar para el bautizo de Adriana que se disimulaba bastante bien que cada vez que se cruzaban los dos se ponían colorados.

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