UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 49

Zack se encontraba de pie, con los puños y los dientes apretados. Su mirada era una mezcla de ira, frustración y dolor.

Por un momento se quedó sin habla. Estaba furioso y herido por la forma en que Andrea había aceptado la culpa de una aventura que jamás había ocurrido. Había asumido la responsabilidad por los dos y la idea de que su familia pudiera pensar mal de ella le enfurecía.

—¿Me emborrachaste y te aprovechaste de mí? —gruñó apretándola contra él y la sintió estremecerse—. ¿¡Por qué asumiste esa culpa!?

Zack sentía que los oídos le pitaban de la rabia. No contra Andrea, por supuesto, sino contra toda aquella situación que los había puesto al borde de un colapso familiar.

—¡Porque era necesario! ¿No te diste cuenta de cómo te miraba tu papá?

Zack apretó los dientes con impotencia.

—¡Eso era problema mío, Andrea! ¡Yo debí solucionarlo no tú! —exclamó él—. ¿Tienes idea de lo que va a pensar mi familia de ti? ¿De lo que pensará mi papá de ti?

—¿¡Y a quién le importa lo que piense tu papá de mí!? ¡A mí no va a volver a verme después de Navidad! ¡De ti es de quien no puede pensar mal! —replicó ella furiosa—. Además, ¿para qué me trajiste aquí entonces si no fue para que te solucionara este problema, Zack? ¿O estás enojado porque lo solucioné sin que me dieras una orden directa?

La franqueza de sus palabras fue como una bofetada para Zack, pero su única reacción fue apretarla más contra su cuerpo.

—¿Por eso lo hiciste? ¿Porque es tu trabajo? —siseó desesperado y Andrea lo miró como si no supiera qué decirle—. ¡Respóndeme!

—¡Era lo que había que hacer!

—¡¿Por tu trabajo?!

—¡Maldit@ sea, Zack! ¡Tú mismo me dijiste que eso era, que estaba aquí para seguir tus órdenes! ¿¡A dónde quieres llegar!? —se descontroló ella—. ¿¡Qué diablos estás esperando de mí...!?

Y entonces, sin decir una palabra, Zack la estrechó contra su pecho y se inclinó sobre ella, besándola con tanta pasión que a Andrea se le cortó la respiración.

La acorraló contra una pared del cobertizo, acariciando cada parte de su cuerpo por encima del vestido con una mezcla de furia y deseo. Su beso se hizo más profundo, más urgente, y él no paraba de acariciarla, succionándole el labio inferior mientras ella intentaba guardarse aquel gemido de placer.

Finalmente, Zack liberó sus labios con un suspiro. Su mirada se encontró con la de Andrea y en sus ojos había un fuego que ella nunca había visto.

—¿Quieres órdenes? ¡Bien, esta es la primera! ¡Bésame!

—¡Zack...!

—¡Me estoy volviendo loco, Andrea! ¡Necesito saber que esto no es por el maldit0 trabajo porque no quiero que sea por el maldit0 trabajo porque me gustas! —rugió sobre su boca—. ¡Me gustas, y odio pensar que cada beso tuyo es una mentira!

Andrea apretó los labios y lo miró con gesto desafiante.

—¡Tú solito construiste esta mentira! —le espetó furiosa y los ojos de Zack brillaron con determinación.

—¡Eso es cierto, pero al menos hay una parte de ti que no puede mentirme! —gruñó tomando la mano derecha de Andrea y poniéndola sobre su cara—. No la muevas hasta que quieras usarla —le advirtió antes de besarla de nuevo con desesperación.

La empujó contra la pared, aprisionándola con aquel cuerpo enorme y macizo mientras le subía el vestido y sus lenguas peleaban con una urgencia que ella nunca había sentido. Las manos de Zack la exploraban con ansiedad, su piel vibraba como si tuviera vida propia y su corazón parecía un caballo de carreras.

Cuando la boca de Zack bajó por su garganta tuvo que morderse los labios para evitar un gemido. Estaba tan excitada que aquella mano suya corriendo sobre su muslo se le hizo demasiado suave, pero también entendió demasiado tarde a dónde se dirigía.

Zack la sintió contener el aliento mientras apartaba aquella pequeña braga y acariciaba su sexo.

—¡No, Zack, espera...!

Un segundo después gritaba al sentir aquellos dedos en su interior y esa mano que tan bien él había ubicado fue a estrellarse contra la mejilla de Zack.

—¿Qué carajo estás haciendo? —espetó ella y ahogó un gemido mientras él sujetaba el cabello de su nuca y la acercaba a su boca.

—Estaba buscando la verdad —sonrió él porque sus dedos habían salido de su sexo completamente mojados—. Y esta es una parte de ti que no puede mentirme...

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