UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 51

La respiración de Andrea era rápida y superficial, mientras la de Zack era pesada y ronca.

—¡No te atrevas a hacerlo, Zack! —siseó ella mientras sus manos forcejeaban inútilmente con las bridas—. ¡Te lo prohíbo!

—¡Tú a mí no me prohíbes nada, Pastelito! —replicó él mientras sus manos acariciaban sus pechos y luego agarraban con fuerza el borde superior del vestido.

—¡Entonces te lo suplico! ¡No hagas esto, tiene que haber otra manera...!

—¡Para mí no hay otra manera! ¡Y está bien si quieres gritar, así me gusta más! —le sonrió él con una mirada tan llena de lujuria que Andrea se estremeció.

Lo siguiente que se escuchó fue el sonido de la tela rompiéndose y el gruñido de esfuerzo de Zack mientras le abría aquel vestido en canal, desde el pecho hasta los pies, y Andrea ahogó un grito de la impresión.

—¡Ese era mi vestido favorito! —protestó con un puchero en el mismo momento en que Zack pegó a su cuerpo su torso desnudo y ella sintió aquella erección feroz contra su entrepierna.

—Te prometo que te compro otro, nena, pero no puedo soportar que haya nada más entre tú y yo...

—Me lo podrías haber sacado por los piecitos —murmuró ella cerrando los ojos y perdiéndose en aquella sensación perfecta que eran sus labios sobre su piel.

—Lo único que quiero hacer con tus piecitos... —susurró él mientras con aquellas manos enormes le agarraba las nalgas—, es subirlos alrededor de mi cintura para que se abran bien, ¿entiendes?

Y Andrea abrió los ojos y pasó saliva con anticipación. Zack se soltaba los botones del pantalón frente a ella, desnudándose despacio como si le anunciara lo que le esperaba. Tenía los músculos marcados y su piel blanca y tatuada casi brillaba al contacto con la luz de la habitación. Andrea delineó con ojos ávidos los contornos de sus brazos, las caderas estrechas y aquella firme erección que se erguía entre sus piernas, sin poder reprimir un grito de excitación mientras él se acercaba de nuevo a ella.

Era como si cada uno de sus movimientos enviaran ondas de placer a Andrea que sentía como su temperatura iba subiendo poco a poco. Jadeó al sentir el contacto de la piel desnuda de Zack contra la suya, pero Zack se bebió cada gemido con un nuevo beso. Ella apretó los puños atados mientras él le acariciaba un muslo y lo subía sobre su cadera, abriéndola despacio.

—Tienes que decirme que lo entiendes, Pastelito... todo lo que voy a hacerte —murmuró en su oído con voz ronca y ella sintió que lo que tenía entre las piernas pasaba de humedad al Niágara en un segundo.

—¡Zack...!

—Tienes que decirme que lo entiendes porque te va a doler mañana... y pasado mañana...

—¡Eres un maldit0 psicópata! —rio ella sintiendo cómo su miembro rozaba con cada zona sensible de su cuerpo, haciéndola estremecer de placer. Sintió sus labios sobre los suyos con la caricia más tierna y asintió—. ¡Si, entiendo, Thorcito!

—Bien... entonces vamos a hacer esto despacito... ¿vale nena? —gruñó mordiendo su boca y Andrea pudo sentir la punta de su miembro presionando en su entrada mientras sus manos se aferraban a sus caderas, manteniéndola inmóvil. La sintió tensarse y se empujó solo un poco viendo cómo ella separaba los labios con una expresión deliciosa de sorpresa—. Eso, nena...

La penetró con suavidad, deslizando su miembro lentamente dentro de Andrea hasta que logró sentirla a plenitud, perdiéndose en el gemido ahogado que se escapaba de sus labios. Movió sus caderas sobre las suyas despacio, dibujando círculos y provocándole sensaciones nuevas. Sus besos eran húmedos y arrancaban suspiros de Andrea que apretaba sus uñas contra las palmas de sus manos.

Zack siguió avanzando, entrando profundamente hasta que ella ahogó un quejido de dolor.

—Eso está bien... está bien, nena... pero todavía falta... así que vas a tener que gritar un poquito para mí, ¿está bien? —la besaba en los labios mientras hablaba y sus caderas se movían al mismo ritmo—. ¿Quieres gritar un poquito para mí, Pastelito? ¿Eh? ¿Sí? —Ella asintió, incapaz de hablar y sintió una mano de Zack aferrarse a su cadera mientras le cubría la boca con la otra—. Ok, nena, puedes gritar, morder, lo que quieras... ¿sí?

Era tan suave para hablar el condenado que nadie podría haber imaginado que le haría saltar las lágrimas cuando la embistiera de nuevo. El aire salió despedido de los pulmones de Andrea, que gritó contra su mano cuando lo sintió tocar fondo y seguir empujando sin piedad.

—Tienes que abrirte, nena... eso, solo un poquito... vamos...

Ella dio cuenta de la energía que había entre ellos y cedió por completo a la deliciosa sensación, sintiendo como él pasaba de llevar el ritmo a embestirla contra aquella pared como un poseso.

Zack entrelazó los dedos con los suyos con fuerza, y sus bocas se encontraron ahogadas en el momento de placer y pasión mientras sus cuerpos eran uno solo. Lentamente sus embates iban ganando intensidad, y los gemidos de Andrea se mezclaban con los gruñidos de excitación de Zack.

—¿Te duele, nena? ¿O está todo bien? —Cada empujón era una ola de placer que estremecía sus cuerpos.

—Duele...

—¿Quieres que pare...?

—¡Te mato...!

—Entonces no te duele tanto —sonrió él abrazándola mientras ella saboreaba el sudor sobre los tatuajes de su hombro.

Con un suspiro de placer, Zack empezó a penetrarla profundamente, cada vez más y más, provocando en Andrea gemidos casi desgarradores. Se la follaba con fuerza pero sin descuidar su delicadeza, manteniendo un ritmo firme e intenso que la hacía contraerse cada vez más alrededor de él.

El calor entre ambos era abrumador y había mucha lujuria en el aire, como si estuvieran ansiosos por descubrir lo que podían compartir.

—¡Por favor no pares! —suplicó Andrea, enloquecida por aquel éxtasis que él creaba en su cuerpo.

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