UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 53

Zack se despertó con el calor del cuerpo de Andrea a su lado. La habitación seguía a oscuras, la luz de la madrugada aún no había empezado a colarse por entre las finas cortinas. La sintió moverse y, durante unos instantes solo disfrutó de tenerla para él. Estaban tumbados, con el brazo de Zack sobre el cuerpo de Andrea y las piernas entrelazadas.

Él no podía empezar a describir lo bien que se sentía estar allí con ella. Se veía hermosa con el cabello desparramado sobre la almohada y aquella expresión cansada y satisfecha.

Poco a poco vio amanecer por al ventana y la escuchó ronronear. Se inclinó sobre ella y dejó un beso suave en sus labios que la hizo abrir los ojos.

Andrea intentó ordenar sus pensamientos. Los acontecimientos de la noche anterior parecían lejanos, como si hubieran ocurrido en un sueño. Así que en lugar de romperse la cabeza pensando qué pasaría después, decidió poner su mejor sonrisa y asumir lo que había pasado entre ellos. Después de todo, que se hubiera dejado llevar no significara que no tuviera los pies en la tierra.

Le devolvió aquel beso y después de ver que Adriana seguía dormidita, se metió al baño. Un instante después sentía los brazos de Zack a su alrededor y su aliento suave en el oído.

—¿Quieres hablar de lo que pasó anoche, Pastelito? —preguntó y la escuchó reír.

—¡No! ¡Si no me acuerdo, no pasó! —sentenció ella.

Zack le dio la vuelta y tomó su cara con las dos manos, acercándosela a la suya.

—Deberíamos hablar de eso, Pastelito. No puedes huir de mí ni de lo que hicimos.

Andrea suspiró. Él tenía razón, lo sabía. Pero algo dentro de ella se resistía a la idea de diseccionar su situación, de ponerla en palabras. Se sentía casi como si se estuviera ilusionando, como si nombrar su relación fuera como construir paso a paso un castillo de naipes.

—No tenemos que ponerle nombre a lo que pasó —dijo mirando a Zack a los ojos.

—No te estoy pidiendo eso, pero no mencionarlo es como... como un elefante en la habitación que ambos estamos ignorando. Solo quiero saber que no te arrepientes —murmuró él.

Andrea puso los ojos en blanco y le echó los brazos al cuello.

—Por supuesto que no me arrepiento, Thorcito, y sé que tú tampoco, pero creo que por el momento es mejor si dejamos que... avance o pase, lo que sea que deba suceder. No tenemos que ponerle un nombre. Podemos ser nosotros. Sea lo que sea.

Zack asintió confirme mientras la besaba y Andrea intentó contener sus emociones. Había mucho creciendo entre ellos, pero sentía que si admitía lo que estaba pasando entre ellos, de alguna manera estaría perdiendo la batalla.

Zack sintió una oleada de alivio. Ella tenía razón: no tenían que etiquetar su relación, sólo podían vivirla. La acercó y apretó los labios contra los suyos.

—Vistámonos y salgamos de aquí —dijo, rompiendo por fin el abrazo—. Me muero por llevarte a pasear.

Andrea asintió y ambos terminaron de bañarse y se vistieron rápidamente. Bajaron con Adriana a desayunar y para cuando la familia se les unió, ellos estaban felices dándole el biberón a la nena.

Andrea pasó saliva al ver entrar al señor Nikola, pensando que quizás estuviera resentida con ella por el escándalo de la noche anterior, pero el padre de Zack la saludó con su amabilidad habitual y enseguida se quedó entretenido con la bebé.

—Mamá, ¿pueden cuidar a Adriana por nosotros un rato? —le pidió Zack a Luana—. Quisiera llevar a Andrea a la ciudad un rato.

Su madre accedió con gusto y muy pronto Andrea y Zack estaban caminando por las calles de Lucerna.

—Espérame aquí, ya regreso —dijo él de repente y Andrea lo vio apresurarse hacia una tienda, no entendía el nombre pero poco después lo vio salir con una bolsa de papel oscura—. Esto es para ti y todo lo otro para mí —explicó entregándole una cajita con una pastilla.

Andrea miró la pastilla y sus ojos se abrieron de par en par. Sabía exactamente lo que era y por qué la había comprado. Le rodeó el cuello con los brazos y le besó.

—Gracias —le dijo, con la voz llena de emoción—. —Eres el mejor.

Zack sonrió y le besó la frente.

—Para cuidarte mejor, Pastelito —le sonrió y ella levantó una ceja señalando las cinco cajas de condones y la pequeña botella de lubricante.

—¿Y eso para qué es?

—¡Eso sí es para comerte mejor! —sentenció Zack y Andrea estalló en carcajadas.

Andrea se tomó inmediatamente su píldora del día después y pasaron el resto de la mañana paseando por la ciudad. A pesar de que parecían tener el camino lleno de obstáculos, se sentían felices y cómodos el uno con el otro. Andrea aceptó la invitación de Zack a almorzar en el mejor restaurante de la ciudad, y todo iba sobre ruedas hasta que necesitó separarse de él por un momento.

Un momento, y eso fue suficiente para que aquella mujer la acorralara en el baño. Andrea la vio a través del espejo y apretó los labios.

—Tienes que ser mala suerte —gruñó en voz baja viendo la distinguida figura de Giselle en el espejo.

—Supongo que no te tengo que recordar quién soy —dijo Giselle acercándose a ella sin miedo. Andrea se puso tensa, pero mantuvo los ojos fijos en el espejo—. No permitiré que te metas entre Zack y yo.

—¿Sí conoces el significado de "entre"? —respondió Andrea firmemente dándose la vuelta. Giselle torció el gesto, como si fuera una ofensa lo que le había dicho y la verdad era que tenía toda la intención de serlo—. ¿O necesitas que te busque un diccionario... o un calendario? Porque que yo sepa, "entre" tú y Zack, hace un año que ya no hay nada.

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