UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 54

A Giselle se le escapó un gesto furioso y la acorraló.

—¿Y crees que solo por eso tienes el camino libre con Zack? —preguntó inmediatamente—. Estaba prometido seriamente conmigo, así que ¿por qué no te desapareces de su vida?

Andrea se quedó helada al escuchar aquellas palabras. Ella sabía que Zack había tenido una relación seria con ella, pero no que estaba comprometido a Giselle. Finalmente respiró profundo y se encogió de hombros.

—No me importa si estuvo comprometido contigo o con el Papa de Roma —dijo con firmeza—. Lo que hace Zack es su decisión y yo respeto eso. Si quieres que se aleje de mí ve y díselo a él.

Pasó a su lado y salió del baño, pero no había caminado ni diez pasos cuando el cuerpo esbelto de Giselle la bloqueó. Se acercó a ella con una sonrisa en los labios, pero Andrea no estaba de humor para juegos.

—¿Qué quieres? —preguntó cansada.

—Una última advertencia: Zack no es de los que se quedan —contestó con desprecio Giselle—. Pronto se aburrirá y pasará a otra mujer, pero a diferencia de ti, yo sí lo estaré esperando cuando se acabe su crisis de sexo indiscriminado. Zack es mío, no permitiré que te quedes con él. —Andrea apretó los puños y le dirigió una mirada feroz, pero no se movió ni un milímetro—. Así que saca a tu mocosa de su vida y lárgate también, porque te garantizo que no solo seré yo quien te haga la vida miserable. Las hermanas de Zack también me prefieren a mí, y no van a descansar hasta que te quiten de en medio. Si fueron capaces de mandar un avión a buscarme a Estados Unidos, ¿qué no estarán dispuestas a hacer para que tú y tu hija desaparezcan?

—Pues no lo sé —se escuchó una voz ronca a su espalda y Giselle se volvió sobresaltada para ver la mirada fría y oscura de Zack—. Pero es muy interesante saber cómo fue que tu oportunista trasero llegó a Lucerna.

Zack sentía que le vibraba hasta el alma de la rabia, pero antes de que pudiera ponerse peor, sintió la mano de Andrea sobre la suya.

—Por favor, vámonos —murmuró ella—. Lo que necesitabas saber ya lo sabes, lo demás solo son palabras vacías.

Zack entrelazó los dedos con los suyos ante la mirada molesta de Giselle y se inclinó hacia ella hablando entre dientes.

—Aléjate de mí, aléjate de mi mujer, y trata por tu propia seguridad mantenerte alejada de mi hija, o te juro que voy a convertir tu vida en un pequeño infierno —la amenazó y luego pasó un brazo alrededor de la cintura de Andrea para sacarla de allí.

Sin embargo estaba lejos de irse a la casa. Ahora que Zack sabía la verdad, no iba a quedarse con aquello atorado.

Se dirigió al hotel donde sabía que se estaban quedando sus hermanas y pocos minutos después dejaba a Andrea en el auto y golpeaba con furia la puerta de su suite.

—¿Por qué? —gruñó con una ira tan controlada que Chiara fue la primera en retroceder.

—¡Zack!

—¿¡Por qué tuvieron que llamar a Giselle y traerla hasta aquí solo para molestarme!? —rugió—. ¿¡Qué demonios les hice para que las dos se estén empeñando en martirizarme desde que llegué!?

Chiara apretó los labios y le dirigió una mirada desafiante.

—¿Crees que no nos hemos percatado de la verdadera situación? ¡Esa niña no es tu hija! ¡En todo este año no hemos sabido de esa mujer que trajiste!

Zack frunció el ceño confundido.

—¿Me estuvieron...? ¿¡Me estuvieron vigilando!?

Chiara y Noémi se miraron con un poco de inquietud.

—No es así —replicó Noémi con impaciencia—. Pero tenemos el deber de cuidar de esta familia y no vamos a dejar que engañes a papá con una niña que ni es tuya...

—¿Cuidar a la familia? —escupió Zack molesto—. ¡Lo único que han hecho desde que llegaron fue crear disgustos y desacuerdos! ¿Me han estado vigilando todo el put0 año y por eso creen que Adriana no es mía? ¿¡Y qué diablos les interesa a ustedes si esa niña lleva mi sangre o no!?

—¡Pues claro que importa! ¡Porque sabes que papá no escatimará en...!

—¡Chiara! —intentó detenerla su gemela, pero ya había dicho suficiente como para que Zack comprendiera la raíz de todo aquello.

—¡¿Esto es por el dinero de papá?! —espetó furioso—. ¡Yo nunca lo he querido, ni Milo, ni Loan! ¡Nosotros tenemos nuestros negocios, no necesitamos que nos deje... —pero entonces se detuvo, porque pareció comprenderlo—. ¿Es porque... porque le dejó algo a Andriana? ¿Eso es?

Zack no estaba al tanto del testamento de su padre, pero sabía que sus hermanas al manejar a los abogados de la empresa sí lo estaban. Y solo con ver la expresión de culpabilidad disfrazada de arrogancia fue suficiente para él.

—¡Entonces eso es! ¡Papá dejó algo para mi hija y ustedes no quieren que lo tenga! —escupió.

—¡Pues dijiste bien! ¡Milo, Loan y tú ya tienen sus propias empresas, su propio dinero...! —gruñó Chiara.

—¡Y ustedes quieren todo el que papá tiene, y no pueden soportar compartirlo con nadie más, ni siquiera con su propia sobrina! —rugió Zack y se mesó los cabellos con decepción—. ¿Saben qué? Las niñas, las lucecitas, las princesas de la familia Keller... siempre dejamos todo para ustedes, quisimos todo para ustedes, y solo conseguimos convertirlas en un par de arpías. ¿Quieren el dinero de mi padre? ¡Intenten quitármelo! ¡Porque les garantizo que después de hoy lo que solo era para ustedes, será repartido entre los cinco herederos Keller!

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