Un esposo para Elizabeth (COMPLETO) romance Capítulo 38

Narra Melissa.

Después de haber cometido tal error en el parque, Dante no me dejó volver a casa de mi amiga porque los celos lo tienen viendo cosas donde no hay, pero en realidad fui yo quien la cagué o mejor dicho la embarré.

—Qué espera para venir a recibir tu castigo — me gritó Dante desde la habitación.

¡Oh mierda ahora como saldré de aquí! Dije buscando la manera de salir del baño en el cual no hay ventanas y la única manera de salir de él es por la puerta que da a la habitación en dónde está mi castigador esperándome.

¡Hoy es uno de esos días en lo que yo quisiera ser un pez y no es para mojar mi nariz en ninguna pecera, sino que más bien es para buscar la forma de irme nadando por las tuberías!

Maldita sea mi boca que no se calla cuando debe.

¡Aaah es que por momentos soy bien estúpido! Seré retrasado como se me ocurrió decir delante de Dante que Tayler es un bombón apetecible.

—Te estoy escuchando Melissa— volvió a gritar Dante poniéndome más nervioso.

Seguí pateando el lavado como si este fuera el culpable de mi desgracia hasta que llegó el momento en el cual debía salir y enfrentar mi castigo.

¡Vamos que tú puedes hacerlo! Me animaba a mí mismo mientras salía del baño.

Miré a Dante el cual estaba acostado completamente desnudo y yo solo tenía la bata de baño puesta sin nada más para ocultar mi desnudez y aunque hemos estado juntos en varias ocasiones la verdad no me acostumbro a estar desnudo delante de él.

Miré hacia la puerta con la intención de irme.

— Ni lo intentes — me susurró Dante parado a mi lado.

¡Será vampiro Por qué eso sí que fue rápido! Pensé sin comprender en qué momento él se paró de la cama.

— Esta vez no te me escaparás — volvió Dante a susurrarme, pero esta vez mordió mi oreja con suavidad, haciendo que la piel se me erizará, sentí como un escalofrío me recorría todo el cuerpo, eso provocaba el aliento de Dante sobre mi piel

¡Uffff Dios si este será mi castigo lo quiero ya! Pensé mordiéndome la parte interna de las mejillas.

— que mierd..— dije en el momento que Dante me agarró bruscamente pegándome de la pared para unir nuestros labios en un beso desesperado introduciendo su lengua en mi boca.

— dime qué yo te gusto más que ese turco — decía sin dejar de atacar mis labios.

—mm, sí por supuesto que sí— le respondí con el poquito aliento que me quedaba.

Lo seguí besando con la misma intensidad sintiendo su erección muy cerca de la mía,

La manera en la que nuestras lenguas danzaban era malditamente sensual, Dante chupaba y mordía mi cuello a su antojo dejando marcas a propósito.

¡Hay santa marisca esto es la gloria! Pensé deshaciendo el nudo de la bata que tenía puesta, mientras acariciaba su abdomen de forma lenta, pero excitante a la vez, bajé mi mano para seguir acariciando su miembro hasta sentirlo aumentar de tamaño, tratando de hacer movimientos excitantes, moviendo mi mano de arriba abajo y aumentaba cada vez que escuchaba los gemidos de Dante los cuales me daban a entender que le estaba gustando.

Dante pasó su lengua por mi cuerpo descubierto hasta llegar a mis pezones para morderlos y estirarlos causándome dolor y placer.

Él quería acaparar todo siendo goloso.

—Eres mío Rafael — me dijo con una voz autoritaria.

Lo miré nervioso pero muy excitado a la vez.

— Ven — me ordenó para que lo siguiera y así lo hice.

—acuéstate— oh Dios esto de que me anden ordenando la verdad me pone realmente cachondo y fogoso.

¡Ahora soy sumiso! Pensé acostándome en la orilla de la cama.

¡Me siento Anastasia Steele! Pensé mirando cómo Dante se aplicaba lubricante en su pene.

— tu castigo será no correrte hasta que yo te lo ordene — me dijo Dante con la voz sumamente ronca y yo siento como el orgasmo está tocando mi puerta, la excitación que siento es más poderosa que yo, ahora cómo le diré a mi trasero que se controle.

Dante empezó a penetrarme de manera lenta y suave torturándome, jugueteando con mi orificio provocándome un poquito de dolor, ya que estoy bien estrecho, dejándome manejar por sus embestidas me agarré el pene para masturbarme, pero no llegué ni acariciarme el miembro porque Dante manoteo mi mano.

ꟷ No te atrevas ni siquiera a respirar si yo no te lo permito — dijo volteándome bruscamente poniéndome en la posición del perrito para penetrarme con violencia haciendo que mis nalgas chocaran contra su pelvis.

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