Un extraño en mi cama romance Capítulo 120

Laura me dejó pasar después terminar de insultarme. Caminé rápidamente hacia el ascensor. Silvia me siguió hasta el vestíbulo.

—Sus palabras pueden ser hirientes y desagradables, pero dice la verdad —comentó—. La forma en que lo expresó puede ser incorrecta, pero lo que dijo es cierto.

—¿Me vas a decir que tenga más cuidado con las personas con las que me relaciono en el futuro?

-Todos somos iguales, cuando se reduce a nuestra naturaleza básica. No pueden resistir la tentación. Si fueras tú, ¿qué tan segura está de que no caerías en la tentación?

¿Era la decencia humana tan frágil a sus ojos? Paré un taxi y llegué al lugar del evento. Se llevó a cabo en el centro tecnológico que Empresas Lafuente construyo recientemente. Abril estaba de pie en el escenario, en medio del centro. Se encontraba en el escenario con un par de tijeras en sus manos. Frente a ella había dos damas a ambos lados del escenario, cada uno sosteniendo un extremo de una cinta para la ceremonia de apertura.

Roberto estaba justo a su lado. Siempre pensé que eran un par disparejo. Cuando eché un segundo vistazo, vi que quedaban muy bien juntos.

Abril me vio. Me saludó con felicidad y gritó:

—¡Isabela! ¡Isabela! ¡Por aquí!

El lugar se llenó de gente. No pude abrirme paso. Santiago tuvo que llevarme al frente del escenario. Había lástima en sus ojos.

-Señorita Ferreiro, no tenía que venir.

—No hay problema -le dije con una débil sonrisa.

Me encontró el mejor lugar frente al escenario. Podía verlos al mirar hacia arriba. Roberto me veía con una mirada significativa en sus ojos. De acuerdo, era una idiota. No debí haber venido.

—¿Comenzamos? —Roberto preguntó después de voltear hacia Abril.

-Sí, por supuesto. Mi mejor amiga está aquí -dijo. Había un micrófono frente a ellos. Podía escuchar sus palabras con claridad.

Vi cómo Santiago me observaba cuando Abril me llamó su mejor amiga. Extendió su mano y sostuvo la mía por un breve momento. Quería agradecerle. Me acababa de dar al menos un poco de fuerza. Sólo era una ceremonia de apertura pero sentí como si presenciara la boda de Abril y Roberto.

Ella tenía un par de tijeras en sus manos. Se dio la vuelta y miró las luces de neón que parpadeaban sobre la entrada del salón de eventos. Acomodadas, decían «Robot, Abril Rojas».

Ella se frotó la nariz.

-Agradezco al señor Lafuente por nombrar esta sala en mi honor. Puedo sentir su amor por mí. Nunca había sentido un amor tan abrumador en toda mi vida, es la

primera vez. Gracias, Roberto.

Se volvió hacia Roberto con una mirada de amor y adoración en su rostro. No esperaba que ella diera una confesión tan dramática. Lo hacía por mí, quería que yo lo viera. Roberto la veía. Sus ojos giraban hacia mí brevemente. Me sentí mareada. No pensé que pudiera quedarme allí por mucho tiempo. Quería irme en ese instante.

Abril continuó hablando en el escenario.

-Gracias, Roberto, por hacerme saber que hay alguien en este mundo que me ama tanto.

Comenzó a llorar. La miré, pasmada. ¿De verdad sentía todo eso? ¿No sabía que sólo la manipulaba como a una marioneta?

Roberto mostró una leve sonrisa.

-No llores. Termina el discurso y corta la cinta antes de que se pierda el momento.

-Está bien. -Abril se secó las lágrimas con el dorso de la mano y dijo-: Seré rápida.

Una buena parte de su rostro estaba escondida bajo su mano. Inclinó su rostro hacia mí y de pronto me guiñó un ojo. Antes de que pudiera entender lo que había pasado, continuó hablando.

-También es la primera vez que me doy cuenta -explicó mientras entraba en acción, lanzando su mano que atravesó el rostro de Roberto con una bofetada—. Que hay bastardos como tú viviendo en este mundo.

Me quedé atónita. No fui la única. Roberto quedó congelado.

Abril no iba a detenerse en una simple bofetada. Los guardias de seguridad se la llevaron cuando por fin reaccionaron a lo que acababa de suceder. Ella estaba erizada como una bestia enfurecida.

-¡Vete al demonio, Roberto! Sólo actué los últimos días. ¿Crees que me importan esos tontos juguetes? ¿Quieres destruir mi amistad con Isabela? En tus sueños. Eres

«Ya veo». Lo hacía intencionalmente.

-Vaya niña -la regañé, a pesar de que me sentía muy bien de que lo hiciera.

Sacó el coche del estacionamiento. Tenía una mano en el volante y la otra levantada por encima de la cabeza, agitándola con violencia mientras vitoreaba:

—¡Sí! Acabamos de destrozar a ese bastardo. ¡Se siente increíble!

Noté que el sol brillaba de camino al evento. Seguía siendo el mismo sol que brillaba sobre nosotras, pero ahora, se sentía especialmente cálido y reconfortante.

Abril aún conducía cuando se inclinó y me dio un beso en la mejilla.

-Mi querido Isa, ¿te di un susto?

-Mantón los ojos en el camino.

—¡Celebremos! —exclamó. Vibraba de felicidad, su trasero se agitaba en su asiento-. Llevemos a Adonis por unas brochetas. Tendremos una fiesta increíble.

Ahora que ella había sugerido esa idea, me di cuenta de que quería comer brochetas. Estuve de acuerdo de todo corazón y sin dudarlo un momento.

—Las brochetas me suenan muy bien.

Había un restaurante que frecuentábamos durante nuestra época universitaria. Era el restaurante más deteriorado en el que habíamos comido, y también el lugar donde encontramos la mejor comida de nuestras vidas. El lugar olía increíble. Por eso el propietario insistía en mantenerlo como se veía en lugar de renovar el lugar. No necesitaba decoraciones lujosas para atraer clientes. Abril parecía como si no hubiera comido por días. Pidió una montaña de brochetas y luego compró dos cajas de cerveza.

—Hoy vamos a beber litros de cerveza.

—Nadie bebe a esta hora del día.

-Es un día alegre. Sabía que toda la Organización Ferreiro esperaba vernos quedar mal. Pensaron que nos traicionaríamos. ¡Bah! Nuestra amistad es más fuerte que el diamante. No se romperá por culpa de un simple hombre -me dijo mientras envolvía su brazo alrededor de mi cuello con fuerza. Casi me ahogo-. Además, Isabela, invité a muchos periodistas al evento. El mundo entero va a ver el video de mí abofeteando a Roberto.

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