De manera sorpresiva, el mayordomo sí me consiguió un auto y un chófer para mí. El auto era de la línea más nueva de autos comerciales. Los interiores estaban decorados con lujo. Me sentí como una emperatriz ahí dentro. El chófer también fue bastante cortés. Me hizo una reverencia de noventa grados. Su frente quedó a la altura su ombligo. Me asombró tanto que di un paso atrás. Afortunadamente, yo seguía siendo bastante flexible. Mi frente también llegaba a la altura de mi ombligo.
Sin embargo, seguí murmurándome a mí misma mientras entraba al auto. Estaba muy preocupada de que el chófer me llevara a algún lugar extraño y no a la oficina. Seguí lanzando miradas cautelosas al chófer durante todo el viaje. Al final, demostró que estaba equivocada. Había visto su actitud buena y honesta de manera equivocada y con una sospecha que no merecía. Me llevó a salvo a las puertas de mi edificio. ¿Roberto me perdonaría tan fácilmente? Eso me pareció increíble. Quizás sus instrucciones no habían llegado al chófer. Le di las gracias al chófer y atravesé la entrada de la Organización Ferreiro. Escuché a Abril gritar detrás de mí tan pronto como entré al edificio. Me detuve y esperé a que me alcanzara. Lo hizo con unos cuantos pasos y envolvió su brazo alrededor de mi hombro. Luego, me empujó cálidamente hacia el edificio. Los guardias de seguridad y la recepcionista nos observaron, sus ojos casi se salían de sus cabezas.
De pronto recordé lo que había sucedido ayer en la ceremonia de apertura. De camino a la oficina esta mañana, revisé las noticias en mi teléfono móvil. No encontré ninguna noticia sobre la bofetada. No es de extrañar que todos tuvieran ese aspecto; todavía no tenían ¡dea de lo que había sucedido. Creían que Abril me había robado a mi esposo y que yo seguía siendo su mejor amiga. Debí verme como una completa idiota a sus ojos.
—¿Por qué las noticias no informaron nada sobre lo que sucedió ayer? -le pregunté a Abril.
—Su equipo de relaciones públicas debe ser fantástico — explicó con los dientes apretados—. Fui yo quien invitó a todos esos periodistas, pero ninguno de ellos escribió nada. Malditos. -Continuó despotricando-. Yo también les pagué. Esos bastardos sin ética. Si mi padre celebra conferencias de prensa en el futuro, pueden olvidarse de ser invitados y de tener acceso de primera mano a cualquier noticia.
Le di unas palmaditas en el hombro.
-Es bueno que no haya noticias. Roberto es el tipo de persona que siempre devuelve el rencor. Si alguien llega a ver fotos tuyas golpeándolo, podemos olvidarnos de llevar nuestras vidas en paz.
-¿Por qué deberíamos tenerle tanto miedo? Sólo es un hombre, no es el diablo.
—Ahí es donde te equivocas. Es más aterrador que el mismísimo diablo.
Abril y yo charlamos alegremente mientras salíamos del ascensor. Entonces nos encontramos con Laura y con Silvia. Los ojos de Laura casi rodaron hacia la parte posterior de su cabeza cuando nos vio a las dos actuando como mejores amigas. Silvia se detuvo en seco.
-¿Debería avisarla a nuestros colegas con anticipación que no se dirijan a ti como señora de Lafuente? El título pronto pertenecerá a alguien más. ¿Quizás a la dama que está a tu lado?
-¿Qué sucede contigo? -Abril tenía su brazo alrededor de mi hombro y una amplia sonrisa en su rostro-, ¿Celosa de que Roberto no te busca a ti?
-¡Estoy casada! -Abril desvió su atención de inmediato y se echó a reír.
-Señora, por favor, mírese en el espejo cuando tenga tiempo libre. Incluso si Roberto tuviese algún fetiche extraño, no irá tras alguien de tu apariencia. Tienes demasiada confianza en ti misma. Eso no es algo bueno.
—¡Isabela! —Laura dio un pisotón furioso. Dirigió su ira hacia mí cuando descubrió que no era rival para mi amiga -. He conocido muchos idiotas pero nunca a nadie tan idiota como tú. Alguien está a punto de robarte a tu marido y todavía eres amiga de esa arpía. Si trepa sobre ti y se caga en tu cabeza, ¿vas a pasarle papel para que se limpie el trasero?
Sus analogías eran tan desagradables como siempre. No quería empezar una discusión con ella en la oficina. Abril hizo crujir sus nudillos y parecía que tenía muchas ganas de pelear. Parecía lista para luchar con ella de una vez por todas. La arrastré lejos tan rápido como pude. Seguía furiosa cuando entró a mi oficina.
—¿Por qué dejas que siempre se salga con la suya? ¡Dice cosas tan horribles!
—Sólo ignorarla.
-Trata de sembrar la discordia. No sabe nada de nosotras. Alguien que nunca ha experimentado una verdadera amistad nunca sabrá que las amigas verdaderas existen. Y Roberto, sospecho que él no tiene amigos en absoluto. Eso, o alguien lo engañó antes y sufrió de manera horrible.
-¿Existe quién pueda engañarlo? -murmuré.
-¿Por qué no? Si nunca ha sufrido tanto, ¿cómo es que recibió una revelación tan dolorosa?
—¿Por qué? —pregunté en mi confusión.
—Nadie en la Organización Ferreiro tiene ¡dea de lo que está pasando en este momento, ¿verdad? Es el mejor momento para descubrir qué tan amables son las personas. Si alguien trata de ser amigable conmigo, no importa lo amable que sea contigo. No podemos confiar en esa persona: en definitiva, sería un problema en el futuro. Ja, isabela, me acabo de dar cuenta de que me he convertido en la prueba de fuego. ¿Ves lo valiosa que soy?
-Eres invaluable -dije al pellizcar su mejilla-, ¿Qué quieres almorzar? Comeremos lo que quieras. Será como tu recompensa.
-Isabela, ¿por qué no montamos un espectáculo?
Me coloqué detrás del escritorio y encendí mi computadora. Tenía mucho que leer hoy.
-¿Que espectáculo? -pregunté. No estaba muy interesada.
—El tipo de espectáculo en que pretendemos ser muy buenas amigas cuando en realidad nos apuñalamos por la espalda -me explicó mientras sus ojos brillaban intensamente con entusiasmo—. En este momento, todos piensan que estoy tratando de robarte el marido, ¿verdad? Deberíamos dejar que sigan pensando de esa manera. Finjamos ser mejores amigas falsas e hipócritas. ¿Qué tal?
-No tengo tiempo para jugar esos juegos contigo.
A Abril le gustaba mucho la actuación cuando estaba en la universidad. Se inscribió en numerosos grupos de teatro, pero rara vez la aceptaron. Su actuación era demasiado exagerada. Se notaba mucho que era una actuación. Falló en todas sus audiciones.
Sin embargo, no se había rendido. Habló sobre practicar y mejorar sus habilidades de actuación y de conseguir que su padre patrocinara su incursión en la industria del cine.
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