Una humana para el rey romance Capítulo 75

POV Leopoldo

Los árboles se movían al compás del viento, escuchaba suaves susurros, a cada momento que me acercaba el bosque se volvía más oscuro y tenebroso.

Varias aves revoloteaban por encima de los árboles, emitían un sonido de dolor, tan frío y chillón.

De los árboles caían hojas secas, pero eran negras y al estar en el suelo se convertían en polvo.

En cenizas.

-Madre...- la llamé, mi voz resonó como un eco más no hubo más sonidos extraños. Había un completo silencio, pero no me importaba necesitaba encontrarla - por favor escúchame, necesito que te presentes frente a mí y pares con todo esto. Madre te necesito a salvo, te necesito conmigo, hazlo por mí - mi voz salió débil y sollozante, sentía mi corazón palpitar fuertemente. Sentía un gran escalofrío recorrerme todo el cuerpo.

Más aves revoloteaban, pero está vez salían directamente de alguna parte oscura del bosque y luego volaban sobre los árboles mientras chillaban.

Frente a mí una gran roca sobresalía entre la oscuridad, pero pude notar algo sobre esta roca. Era algo más oscuro, tal vez moho o sangre.

Caminé hacia la roca, el pasto había muerto.

Estire mi mano derecha y toque la roca, sentí frío entre mis dedos. Al retirarlo un olor putrefacto llegó a mis fosas nasales.

Era sangre.

Alzó mi mirada y observó todo a mí alrededor, es cuando me doy en cuenta que la roca era el centro de un gran círculo. Un círculo negro, dentro de aquel círculo todo yacía negro y muerto. Pero fuera del círculo aún pude ver los árboles verdes y llenos de vida.

Mi distracción fue tan grande que no me di cuenta que alguien yacía sobre la roca, me observaba fríamente.

Lo sentía, sentía miedo y a la vez tristeza.

Esa no era mi madre.

Era una mujer que se había refugiado o mejor dicho había caído en la oscuridad. Se había olvidado de todo.

Hasta de mí.

Giré mi cuerpo y la observé, su semblante frío y oscuro. Sobre su cabellera una corona relucía, eran ramas. Un vestido negro y sobre su cuello un collar, en forma de serpiente, una gran serpiente.

Brillaba mucho.

Pero lo que más me sorprendió fue su mirada, era oscura.

-¿Que le hiciste a Yanet? - pregunté al ver que ella lucia su cuerpo verdadero y no el de Yanet - ¿Dónde está? - pero ella seguía en silencio - contesta por favor, dime la verdad.

Sus labios formaron una sonrisa ladina, me siguió observando de pies a cabeza. Para luego responder.

-En un lugar mejor - susurró

-¿En un lugar mejor? - pregunté, ella solo asintió - Dime su ubicación - hablé con firmeza, no debía sentir mi miedo o sería mi final

-Ella está bien - esa mujer frente a mí era tan fría y oscura. No reflejaba nada, ningún sentimiento

-¿Está bien? Le quitaste su vida, a su hijo, su paz. Dime dónde está, ella no merece sufrir por eso o mejor dicho nadie lo merece, ya basta madre - pero más se limitó a sonreír, definitivamente debía hacer que pare con todo esto

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