Una segunda oportunidad romance Capítulo 57

'Te maté', susurré en mi cabeza. 'No hiciste nada malo y te maté'.

"Ahh...". Ese fue el único sonido que me salió.

Estaba bastante segura de que decirle esto no significaba precisamente que pudiera confiar en mí, algo que era vital para que cualquier relación pudiera comenzar. ¿Sería malo de mi parte mantenerlo en secreto? Parecía un riesgo tan innecesario como para arruinar algo que no necesitaba ser dañado tan rápidamente.

"... ¿Aria?", preguntó.

"Estoy intentando recordar", mentí.

Ya podía verlo... su mirada cambió para volverse cautelosa, pues no estaba seguro de quién era yo. Su muerte era solo el comienzo de una lista de nombres cuyas vidas habían terminado. ¿Me vería como una asesina?

Me ahorré mi indecisión y me aclaré la garganta. Si estaba dispuesta a dejar atrás el pasado, no había razón para arruinar mi futuro por ello.

"No", respondí finalmente. "Yo... no recuerdo haberte conocido. Nunca llegué tarde a la biblioteca ese día, ya que no había nada para distraerme tanto. Y como no llegué tarde, nunca choqué accidentalmente contigo en el pasillo... por eso nunca nos conocimos, que yo sepa".

No era necesariamente una mentira. Técnicamente, nunca nos conocimos, es solo que yo había logrado orquestar toda su muerte desde la comodidad de mi propia casa.

"Ah, ya veo...", dijo pensativo antes de sonreír. "Tu vida fue realmente trágica, ¿no?".

Exhalé con alivio disfrazado de risa. "Seguro que tu ego te acompañó lo suficiente".

Seguimos hablando mientras caminábamos y me esforcé por explicarle todo lo mejor que pude. Me mantuve ambigua a propósito acerca aquello que respectara cualquiera de mis acciones menos agradables o a su muerte. Le hablé de mi vida desde donde se desvió; de la Diosa, de Myra, de mis visiones y de Thea... o de lo que creía saber de Thea al menos.

"Todo esto explica extrañamente muchas de las cosas que solían confundirme de ti...", dijo él mientras cruzábamos el umbral de donde se alojaba.

Ambos habíamos regresado instintivamente a su casa sin necesidad de confirmar a dónde queríamos ir. Desde luego, no me sentía con ganas de enfrentarme a mis padres en estos momentos.

"... Y por qué te culpabas de lo de Myra", continuó mientras cerraba la puerta tras nosotros.

Un sentimiento de culpa surgió en mi estómago. "No pude salvarla la segunda vez. No sé por qué no la vi en una visión como antes".

"Oye, no es tu culpa", dijo mientras se acercaba. "No puedes culparte por no saber... y especialmente no puedes culparte por un poder azar sobre el que no tienes control".

Suspiré y cerré un poco los ojos en señal de alivio. Me sentí bien al escuchar esas palabras de alguien que conocía la historia completa. Me hizo sentir que no estaba sola. Tenía a alguien que no estaba obligado por mi nacimiento a cuidarme, que me decía que yo no tenía la culpa. Y no me malinterpreten, yo quería a mi padre, pero nada de lo que él hubiera podido decir me habría hecho sentir lo mismo, ya que Cai no tenía ninguna obligación real conmigo.

Sin embargo, después de unos momentos, fue dolorosamente obvio que ambos estábamos de pie en silencio en su puerta, sin movernos.

"Bueno", dije finalmente para romper el silencio. "Probablemente debería dormir un poco, ya que fue una noche difícil. ¿Está bien si me quedo en tu sofá...?".

No llegué a terminar mi petición porque sus labios quedaron repentinamente sobre los míos y me comieron con hambre.

... Y milagrosamente, ya no estaba tan cansada.

Al instante solté la daga de mi mano, lo que la hizo caer al suelo con un ruido, y me acerqué a sus hombros para acercarlo.

De su garganta salió un gruñido de aprobación que me provocó todo tipo de cosas inexplicables en mi interior, y me alzó rápidamente contra la pared en lo que mis piernas rodeaban su cintura como si siempre hubieran pertenecido a ella. Sus manos se agarraron firmemente a mis muslos, ya que se había colocado perfectamente entre ellos, y pude sentir su deseo mientras se pegaba a mí.

"Mierda, Aria", gimió mientras me besaba a lo largo del cuello. "¿Tienes idea de lo loco que me vuelves? ¿Cuánto tiempo he querido hacer esto?".

Tuve toda la intención de responder, pero honestamente, en ese momento, no quería nada más que él siguiera tocándome por todas partes, que siguiera haciéndome sentir más de él contra mí.

La única respuesta que pude sacar al final fue más bien un gemido de su nombre mientras mi espalda se arqueaba hacia dentro para encontrarse con su cuerpo. Algo que solo fue respondido con más besos y un gruñido suyo.

Sentí que su mano se metía bajo el dobladillo de mi vestido e intentaba subirlo, pero la ropa me apretaba demasiado en la zona del pecho, restringiendo el acceso.

"Demasiada ropa", gruñó mientras tanteaba mi espalda hasta tocar la cremallera.

Sin embargo, no la bajó. Su mano se detuvo por un momento como si estuviera pensando, y en su lugar me echó al hombro como un bombero, lo cual hacía parecer que no pesaba absolutamente nada.

"¡Cai!", grité sorprendida, sin poder contener mi risa. "¡Bájame! ¡Puedo caminar!".

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Una segunda oportunidad