Una segunda oportunidad romance Capítulo 69

El resto de la reunión transcurrió sin más incidentes y pronto todos se retiraron de la sala de reuniones para reunirse fuera. Ya estaba anocheciendo y podía sentir el cansancio de todos a mi alrededor mientras esperaban que se les facilitara el alojamiento para pasar la noche.

Aleric y yo nos mantuvimos a un lado, evitando una mayor interacción después de los acontecimientos que habían ocurrido. No es que imaginara que alguien se molestara por ello. En todo caso, agradecerían nuestra distancia, ya que no querían ser el siguiente objeto de nuestra atención durante demasiado tiempo.

Pero había un individuo que tenía la sensación de que no captaría esa evidente señal social. Un individuo que acababa de salir del edificio y cuyos ojos empezaban a escudriñar la zona que le rodeaba.

Sin dudarlo, empujé rápidamente a Aleric hacia la esquina del edificio de la sala de reuniones para ocultarnos de nada más y nada menos que del Alfa Fredrick.

Solo él sería lo suficientemente descarado como para meterse en más problemas de los necesarios. O en este caso, meterse con nosotros.

Me asomé y observé cómo buscaba frenéticamente entre la multitud de gente que conversaba fuera. Estaba buscando algo o a alguien en particular.

"¿Por qué nos escondemos?", preguntó Aleric en voz baja detrás de mí.

Estaba cerca, su cuerpo justo al lado del mío para poder susurrar y no llamar más la atención sobre nuestra ubicación. Le agradecí, dado que los sentidos de nuestros compañeros que nos rodeaban eran más agudos.

"Porque el Alfa Fredrick va a intentar hablar conmigo en privado", le expliqué. "Y va a exigir saber de dónde he escuchado esos rumores sobre él. Eso es algo que no podía preguntarme en esa reunión sin parecer más culpable delante de los otros representantes de la manada".

"... ¿Y son ciertos? ¿Los rumores?".

Giré la cabeza y le sonreí con maldad. "¿Quién sabe? Al fin y al cabo, son solo rumores".

"Aria, ¿qué demonios?". Se rio. "Esa es una suposición muy seria sobre alguien".

Me encogí de hombros y me volví a voltear para ver si el Alfa Fredrick seguía buscándome. "Se lo merece, aunque sean falsas. Y, además, estoy bastante segura de que combatir un rumor con otro rumor es mucho mejor que atacarlo, como lo que tú querías hacer".

"Estoy seguro de que ahora mismo está deseando que le haya hecho daño de verdad para salvarlo de esa ejecución social que le acabas de servir…".

Los ojos del Alfa Fredrick empezaron a revisar la zona general en la que estábamos escondidos, pues quizás había captado nuestro olor en el cambio de viento.

"Maldita sea, es hora de irse", dije, agarré la mano de Aleric y corrí hacia la parte trasera del edificio mientras lo arrastraba detrás de mí.

"Aria, espera", me dijo con la intención de sonar como si desaprobara mi reacción inmadura, pero su risa lo traicionó.

Detrás del gran vestíbulo había una pendiente de hierba que descendía hasta un pequeño estanque en el fondo. Perfecto para descansar mientras recuperaba el aliento durante un minuto. La falta de mi propia fuerza y resistencia cortesía del collar era dolorosamente obvia.

Me incliné con las dos manos sobre las rodillas mientras respiraba profundamente. Mientras tanto, Aleric se limitaba a observarme. Podía ver la diversión en sus ojos ante mi estado, algo que probablemente era malo incluso para los estándares humanos.

"Dame un respiro", me quejé. "No he entrenado ni he hecho nada siquiera parecido en meses".

"Soy consciente", dijo mientras pasaba junto a mí para sentarse al borde del agua.

Lo seguí solo un momento después, una vez que mi respiración volvió a estar bajo control, y me senté en la hierba junto a él.

Esto era tan tranquilo. La puesta de sol, el aire fresco... Cómo el agua brillaba de color naranja con la luz tenue. Sentí que podía quedarme allí durante horas, relajándome mientras seguía desatendiendo todos los problemas que me esperaban sin piedad.

"Creo que sé por qué me has traído aquí", dije tras unos minutos de silencio mientras miraba intensamente los lirios.

"¿En serio?".

"Esto es una especie de intento de tratar de hacerme sentir mejor", dije en lo que acercaba mis piernas hacia mi pecho y las abrazaba. "Pero ¿cuál fue tu razonamiento...? ¿El aire fresco y un cambio de escenario? ¿… O llevarme a una reunión para que pueda fingir que sigo siendo una heredera Beta?".

"Ninguna de las dos cosas", dijo con una media sonrisa en los labios. "Te gustan los rompecabezas y la resolución de problemas, Aria. Durante tus días de entrenamiento Beta, vi cómo te emocionabas pensando en cosas en las reuniones sobre las que nadie más pensaba. Pensé que traerte aquí conmigo podría ayudar a encender esa pasión dentro de ti de nuevo".

Una pequeña arruga se formó entre mis cejas. Parecía que me conocía mucho más de lo que yo creía.

"... Así que por eso intentaste ayer que te diera mi opinión sobre esos asuntos de la manada, incluso sobre esas cuestiones insignificantes que cualquiera podría resolver".

Asintió con la cabeza. "Y aunque hoy no te apetecía participar en las discusiones propiamente dichas, pude verte ahí dentro. Fue como si volvieras a cobrar vida, Aria. Algo que empezaba a pensar que no volvería a ver".

Me volteé para encontrarme finalmente con sus ojos y los encontré llenos solo de genuina preocupación. La luz anaranjada que nos rodeaba había hecho que el verde en ellos pareciera más saturado. Qué locura que esos ojos fueran tan inocentes en comparación con los que había conocido.

... Por eso, físicamente igual o no, se me hacía imposible fingir que este Aleric no se preocupaba por mí. De hecho, sería ingenuo por mi parte pensar lo contrario.

Este Aleric me escuchaba y tomaba nota al menos de lo que intentaba decirle antes de tomar su propia decisión. Puede que no esté "bajo control", pero tal vez no lo necesite, después de todo. El hecho de que al menos tuviera en cuenta lo que tenía que decir era mucho mejor que cualquier otra cosa que hubiera podido esperar en el pasado.

Pero no es que el Aleric de la línea temporal anterior fuera incapaz de ser amable. Es solo que su bondad nunca había sido dirigida hacia mí. Había amado a Thea, amado a la manada, amado su trabajo... Era a mí a quien no había amado. Como si fuera incapaz de verme por lo que era o hubiera estado siquiera dispuesto a darme una oportunidad.

Entonces, ¿dónde estaba la línea entre el miedo y la amistad en ese momento? Se había vuelto tan borrosa que sentía que mi incertidumbre podría cambiar en cualquier día. ¿Disfrutaba de su compañía en esta vida? Sí... pero al mismo tiempo, era imposible dejar de lado mis preocupaciones. Por lo que yo sabía, él podía ser un volcán a punto de entrar en erupción en cualquier momento, y aún desconocía aquello que lo haría entrar en erupción.

"Siento haberte preocupado", dije mientras volvía a centrar mi atención en el estanque. "Se me ha hecho difícil ajustarme a esta vida, considerando todo... Y no me gusta la habitación. Los cuartos. Ellos... hacen que sea difícil concentrarse".

'... Hacen difícil distinguir entre dos vidas', elaboré en mi cabeza. La ausencia de tener algo que hacer o en lo qué concentrarme, mezclada con esos cuartos... era como vivir dentro de mis pesadillas. Poco a poco, día a día, perdía un trozo de mí misma y me convertía en ella.

Frunció el ceño, confundido, pero se rio un poco. "Teniendo en cuenta el tiempo que has pasado ahí, nunca lo habría adivinado".

"Lo sé... pero en realidad es el menor de los males", dije con una pequeña sonrisa recíproca y con la barbilla apoyada en las rodillas.

Entonces se inclinó hacia delante para tratar de captar mi atención una vez más, y yo lo volví a mirar para encontrar su mirada, la cual se había vuelto completamente seria.

"Podrías habérmelo dicho antes, Aria", dijo con decepción. "Una habitación es al menos algo negociable. Puedo hablar con Tytus para que te cambie de habitación y dudo que sea un gran problema. El único problema es que quizá tengas que dormir allí unas cuantas noches más hasta que pueda organizarlo. ¿Te parece bien?".

Asentí con la cabeza. Al menos eso era algo de lo que no tendría que preocuparme pronto.

Una pequeña cosa entre los cientos de asuntos que había estado descuidando.

El sol se había puesto casi por completo y una brisa fresca me hizo sentir un pequeño escalofrío. Parecía que la bufanda era más útil de lo que se pretendía inicialmente. Es curioso, ya que no esperábamos un clima más frío hasta dentro de uno o dos meses.

"Probablemente nos estén buscando", dijo Aleric mientras se ponía de pie. "Diría que éramos los primeros a los que les querían mostrar su alojamiento de invitados y salimos corriendo".

"Probablemente", asentí, estirando de nuevo las piernas frente a mí. Estaban casi dormidas de tanto abrazarlas contra mi pecho.

Aleric entonces me tendió la mano y yo la tomé con gusto, agradecida por el gesto.

"A este paso vas a tener que volver a entrenar sentadillas", bromeó. "Ahora no puedes ni levantarte sola".

Refunfuñé con desgana, ya menos agradecida por el gesto, y comenzamos a ascender de nuevo por la ladera hacia donde habíamos dejado a todos.

"Oye, Aria", dijo él lentamente. "... He querido hablar contigo de algo".

Me detuve a mirarlo cuando ya estábamos casi en la cima de la colina. "¿Sí?".

"Bueno, es sobre cuando...".

Pero sus palabras se ahogaron cuando algo me llamó la atención de repente por detrás de su hombro, anteponiéndose inmediatamente sobre cualquier otra cosa. Una figura de pie junto a la sala de reuniones, mirándome fijamente.

Una figura que reconocí inmediatamente.

"Aleric, lo siento", lo interrumpí. "Acabo de ver a alguien que conozco".

"Todo lo que pedimos es que termines lo que has empezado. Déjanos ayudarte a hacerlo".

Me reí cínicamente. "Apenas he empezado nada. ¿No te has enterado, Iris? Ya ni siquiera soy una heredera Beta. Y la única razón por la que me trajeron hoy a esta reunión fue por lástima para animarme. Así que no, no he empezado ningún cambio... No a menos que estés contando mis fracasos".

"Estoy contando tus éxitos", insistió ella. "Y tenemos los números para ayudarte. ¿Cómo crees que me enteré tan rápido de que estabas aquí? Tenemos miles de personas apoyándote, Aria. Miles de personas, en todo el país, que buscan en ti la esperanza. Eres su guía, su Santa viviente, que respira. Te seguirían a través del fuego".

"Entonces están perdiendo el tiempo", dije mientras negaba con la cabeza. "Ni siquiera puedo ayudarme a mí misma en este momento, y mucho menos a toda una nación".

Iris dio un paso adelante y me agarró las manos con las suyas. "¡Claro que puedes! No dejes que los pequeños contratiempos te desanimen. Tienes lo que hay que tener para hacerlo".

"No... Iris", argumenté, retirando mis manos de las suyas. "... Yo literalmente no puedo ayudarte ahora mismo".

Me bajé lentamente la bufanda hacia abajo para revelar el collar que había debajo, lo que hizo que Iris suspirara.

"Ya perdí esa batalla. Era esto o dejar morir a gente inocente por mis propios errores. No soy la líder que necesitas ahora".

"... Así que es verdad...", susurró ella mientras sus ojos comenzaban a rebosar de lágrimas. "Pensé que tenía que ser falso. Pensé que era imposible que llegaran tan lejos".

"Bueno... lo hicieron", murmuré y me aparté con vergüenza.

Ella me tomó suavemente por los lados de la cara y me hizo girar para que la mirara de frente. Había mucha rabia y determinación en sus ojos en ese momento, algo que era casi aterradoramente prominente.

"Por eso te necesitamos, Aria", subrayó. "Por eso necesitamos un cambio. Ningún hombre o mujer, con o sin rango, debería tener la autoridad para encadenarte".

Pero la magnitud de lo que pedía realmente era imposible. Al menos no en mi estado actual. Sabía que tenía razón; las cosas debían cambiar. La igualdad y el reconocimiento adecuado estaban muy atrasados... Y eso dejando de lado el trato inhumano al que un Alfa estaba legalmente autorizado a someter a alguien. No, las cosas tenían que cambiar, eso era dolorosamente cierto... pero no podía ser yo quien lo hiciera. No en este momento. En todo caso, sería ir en contra de mi objetivo actual.

Porque una de las principales conclusiones a las que había llegado era que mantenerse en el lado bueno de Aleric era primordial para evitar el futuro que yo conocía. En nuestra situación actual, parecía bastante fácil de mantener dada nuestra amistad, pero si aceptaba la oferta de Iris de liderar, entonces le estaría quitando su título, sobre el cual él ya había expresado su preocupación. Si lo hacía, tenía que aceptar que al hacerlo estaría creando una ruptura innecesaria entre nosotros...

... Y eso era algo más peligroso que mi opresión.

No, mi primer paso en ese momento era ver si era posible liberarme. Si era posible trabajar con las pocas ventajas que tenía y fortalecerme en otras áreas donde pudiera. Tenía que prepararme para cuando Thea volviera a aparecer inevitablemente y trabajar para postergar, si no liberarme por completo, antes de mi próxima unión forzada con Aleric.

"Iris... Aprecio que te apasione tanto esto y estoy de acuerdo en que las cosas necesitan cambiar desesperadamente", empecé, eligiendo mis palabras con cuidado. "Pero realmente no puedo ayudarte. Al menos no ahora... Lo siento".

Me examinó la cara durante unos segundos y me miró profundamente a los ojos antes de asentir finalmente. Lo que sea que haya estado buscando, quizás no lo encontró.

"Bien entonces", dijo mientras daba un paso atrás. "Ahora no, pero quizá pronto. Llámame y vendré a ayudarte. Lo que necesites, cuando lo necesites. Tienes muchos más amigos de lo que creo que crees".

Hice todo lo posible por reunir una pequeña sonrisa para ella. "Te lo agradezco, Iris. De verdad, lo aprecio. Te prometo que serás la primera persona a la que llame cuando necesite ayuda".

Iris me abrazó de nuevo, esta vez con aún más que la primera vez. Era una chica encantadora, algo que me hacía sentir un poco culpable por la leve aversión que había sentido por ella una vez sobre Cai. Sin embargo, en el fondo, no podía negar que también tenía un sentimiento de responsabilidad y confianza por haberle salvado la vida; como lo había sentido una vez con Myra.

"No será la última vez". Ella sonrió alegremente.

Y estaba segura de que probablemente tenía razón.

Pero por el momento, tenía algo mucho más importante que pesaba en mi mente. Algo que había estado acechando en mi mente, esperando pacientemente a que estuviera sola de nuevo.

Porque, aunque no estaba preparada para tomar el control de todo un país, se me había concedido una pequeña bendición. Algo en lo que concentrarme en el periodo de mi inminente castigo.

Era el momento de encontrar esa chispa de energía que me esperaba dentro y practicar. Practicar hasta que volviera a ser libre.

¿Y la mejor parte? Nadie iba a verlo venir.

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