Una segunda oportunidad romance Capítulo 99

Me desperté con un largo y satisfecho estiramiento en la cama, sintiéndome más contenta de lo que había estado en años.

Los últimos días lo había pasado tan bien que apenas podía llevar la cuenta del tiempo. ¿Era un martes? ¿Mañana? ¿Noche? No lo sabía. Lo único que sabía era que mi última semana la había pasado con Aleric, disfrutando de cada momento que él podía dedicarme.

Seguí estirándome para intentar despertarme, pero, al hacerlo, sentí de repente un pulso de dolor que emanaba de mi hombro. Algo que había estado ignorando los últimos días a pesar de mi verdadero propósito para estar allí.

Bueno, si eso me daba otra razón para quedarme allí un poco más, no podía ser tan malo, ¿verdad?

Suspiré.

No quería irme. Por supuesto, no quería. Era tan fácil ignorar todos los problemas inminentes que me esperaban en casa y elegir simplemente vivir dentro de mi pequeña burbuja. Era feliz allí. Realmente feliz. Algo que no había sentido en mucho tiempo. Teniendo en cuenta todo lo que había soportado, me merecía el más mínimo respiro, ¿no?

Y Aleric parecía feliz, aunque no lo había expresado explícitamente. No es que esperara que lo hiciera. Él no solía expresar sus sentimientos con palabras a menos que se lo pidieran, y solía optar por transmitir las cosas con sus acciones. Pero me di cuenta, por su forma de actuar, de que parecía estar disfrutando, pues parecía más alegre y relajado en sus gestos.

En retrospectiva, me parecía una locura haber pasado tantos años de esta vida intentando huir de él. Incluso había planeado rechazarlo. Y sabía por experiencia previa cuánto dolía eso, más de lo que justificaría los beneficios de seguir con ese proceso. El constante vacío que creaba en mi interior era tortuoso.

Esto me hizo preguntarme lo bien que podrían haber ido las cosas desde el principio si nos hubieran dado la oportunidad de vivir nuestras vidas como debíamos. Si no hubiera presiones de la profecía, ni Selene, ni marcas, ni Thea. Solo... dos personas de la misma manada que se encontraron. ¿Los Aria y Aleric de esa línea temporal, aunque sin duda muy diferentes a los de ahora, también se encontrarían felizmente juntos?

Sin embargo, era extraño incluso pensar en la persona que fui una vez. Mi primera vida se parecía más a una mala pesadilla y lo mismo ocurría con la persona de esa línea temporal. Había vivido una vida tan protegida y estructurada que la chica de aquel entonces apenas podía considerarse algo más que una muñeca. Y aunque no podía decir que “disfruté” del viaje, tampoco podía negar que las desgracias que había vivido desde que morí no me habían hecho madurar, no me habían ayudado a dejar de ser la ingenua y juvenil Luna que había sido.

Probablemente era más evidente en la forma en que había actuado al regresar. Como si a veces fuera más una niña malcriada que una mujer que alguna vez tuvo un alto estatus. Demasiada libertad y traumas se le habían dado a una niña de golpe, impulsados por una intensa motivación para escapar y ser por fin su propia persona. Sin embargo, mientras eso ocurría, también tenía que lidiar con los cambios corporales básicos que conllevaba volver a ser una adolescente.

Así que ¿quién era yo en realidad? ¿Sin Thea, sin la ingenuidad, sin el miedo y el dolor? Si, por algún milagro, sobrevivía a esto hasta el final y vivía para ver un mundo en el que por fin me liberaba por completo de Thea, ¿cómo sería eso para mí? ¿Cuando por fin pudiera ser yo misma sin presiones ni manipulaciones? ¿En quién me convertiría finalmente?

... ¿Pero sobreviviría siquiera? Que Selene apareciera para recuperar lo que era suyo parecía más que probable para cuando esto terminara. Ella misma me había dicho cómo consideraba a los otros santos, los que vinieron antes que yo, errores. ¿La victoria significaba llegar a vivir? ¿O acaso esa expiración me seguía esperando a pesar de todo, y postergar mi enfrentamiento con Thea solo me ayudaba a ganar tiempo?

... ¿Significaría despedirme por última vez de Aleric antes de salir a luchar contra ella?

Me di la vuelta y estiré las piernas sobre el lado de la cama, sin querer seguir pensando en ello. El resultado de aquello no era algo que estuviera bajo mi control, así que no tenía sentido reflexionar sobre ello.

Por el momento... solo quería ser feliz por el tiempo que estaba segura de tener.

Y así salí de mi habitación y bajé las escaleras para dirigirme al único lugar en el que quería estar en ese momento.

“¿Qué estás leyendo?”, pregunté en voz baja, de pie, en la puerta de la sala de estar.

Afuera llovía suavemente, y el sonido de las gotas golpeando el techo era relajante. Las nubes de afuera también estaban oscureciendo el cielo lo suficiente como para que, una vez más, no pudiera estar segura de la hora que era.

Aleric estaba sentado junto al alféizar de la ventana, con un libro en la mano, y solo levantó la vista después de que yo hablara, con una pequeña sonrisa en su rostro. Cuando se mostraba realmente feliz, sus ojos me recordaban al musgo y a los árboles del bosque, casi como si fuera una personificación viviente de mi pequeño santuario en el exterior.

“No mucho”, respondió él. “¿Dormiste bien?”.

“No sé si puedo llamarlo ‘dormir’, ya que no hubo mucho de eso... pero fue bueno. Algunos incluso podrían decir que fue... genial”.

“… ¿Ah sí?”.

Y me acerqué sigilosamente hasta situarme frente a él, con la intención de mirar el libro que tenía en las manos, pero en lugar de eso él extendió la mano y tiró de mí para colocarme en su regazo. Este repentino movimiento me sacó un chillido de sorpresa, pero no es que me quejara.

Y, mientras me hacía sentarme cómodamente contra su amplio pecho, nunca me había sentido tan cómoda y segura.

“Esto parece uno de mis libros”, dije, leyendo las palabras de la página. “Aunque solo una pequeña parte está en la lengua común”.

“Bueno, está lloviendo y no hay mucho más que hacer para entretenerse por aquí...”.

Sentí como entonces inclinaba su cabeza hacia mí y procedía a pellizcar mi oreja con sus labios. “A menos que tengas algo más en mente”.

Un escalofrío me recorrió y un sinfín de posibilidades recorrieron mi mente... aunque poco después fue seguido por otro dolor sordo en mi hombro, un recordatorio de por qué estábamos en ese lugar. Me había curado mucho desde que llegamos, pero nuestras actividades recientes probablemente estaban haciendo retroceder ese proceso.

“Necesito un pequeño descanso... Al fin y al cabo, todavía me estoy curando”, dije riendo, y me retorcí para alejarme de sus dientes. “Estoy bastante segura de que estos últimos días han sido todo lo contrario a permitir que mi cuerpo descanse”.

Para mi decepción, él se relajó tal y como le había pedido y volvió a mirar el libro. Era una situación en la que no tenía el particular deseo de ser la persona responsable.

De hecho, podría pensar en varias cosas más irresponsables que podríamos estar haciendo en ese momento...

“Aria”, dijo él en voz baja detrás de mí. “Decídete”.

Y sentí que mis mejillas se enrojecían cuando me di cuenta de que estábamos de nuevo en el punto de partida.

Tenía que ser más consciente de mí misma.

“Mmm, en fin... ¿Puedes siquiera leer esto?”, pregunté, cambiando rápidamente de tema.

Él le dio la vuelta para mirar la portada y volvió a la página en la que estaba. “No realmente. La verdad es que no le he estado prestando atención a los idiomas durante el estudio. Más que nada, miro las imágenes y leo los pequeños fragmentos de lengua común que aparecen”.

“... ¿Quieres que te lo lea?”, ofrecí. “Ya no puedo decir que hablo con fluidez, pero he mejorado mucho en los últimos meses”.

Sentí entonces como si su cuerpo se movía mientras se reía entre dientes detrás de mí, las vibraciones me hacían querer derretirme más contra él.

“... Claro”, dijo él.

Y aunque el libro no contenía nada más que relatos fácticos de la dinámica de las manadas de hace varios siglos, él estaba sentado y me escuchó diligentemente de todos modos durante la hora que siguió.

Un momento que solo terminó cuando finalmente no pude mantenerme despierta por la falta de sueño. Intenté luchar contra ello con todas mis fuerzas, queriendo no dejar pasar el momento. Pero, al final, fue demasiado.

… Y me quedé dormida en sus brazos.

~~~~

Me desperté con la sensación de que jugaban con mi pelo, tirando delicadamente de él de forma agradable, y una sonrisa se dibujó lentamente en mis labios.

“... ¿Qué estás haciendo?”, murmuré suavemente. Lo primero que vi al despertarme fue a Aleric a mi lado en la cama.

Sus ojos se fijaron instantáneamente en los míos y tenían una mirada de haber sido sorprendido haciendo algo que no debía. Una reacción que me habría hecho reír si no fuera porque era un poco dulce.

Mi pecho se apretó al instante ante la escena que tenía ante mí y agarré su mano entre las mías.

“¿Te gusta?”, le pregunté. “La verdad es que nunca me gustó de pequeña. El color plateado lo hace ver como el de una anciana”.

“... Es un color bonito”, respondió. “Siempre me ha gustado tu pelo. Incluso cuando era más joven, me parecía interesante”.

Pum.

Él tiró de mí más de cerca hasta que estuve pegada a él, y apoyé mi cabeza en la almohada a su lado para que pudiéramos estar frente a frente.

“… ¿Qué más te gusta?”, susurré, aunque un poco nerviosa.

A decir verdad, aparte del vínculo de pareja, no tenía idea de por qué él estaría interesado en mí. Por lo que podía ver, no era como si yo le hubiera dado muchas razones para estarlo. Era algo que me había estado preguntando desde hacía tiempo, siempre especulando en secreto por qué, pero justo como era de esperarse de Aleric, aún no había dicho nada.

Por muy incómodo que fuera, conseguir este tipo de información de él probablemente iba a ser imposible a menos que le preguntara directamente.

Él se movió un poco a mi lado y se aclaró la garganta mientras fruncía un poco el ceño. ¿Se sentía incómodo?

“... Creo que...”, empezó diciendo y luego hizo una pausa para considerar en silencio mi petición antes de continuar.

“Creo que eres... hermosa... divertida... inteligente... o al menos, inteligente a veces”, bromeó él.

Golpeé juguetonamente su hombro mientras él se reía, pero, antes de que pudiera hacer algo más, él entonces agarró rápidamente mi mano entre las suyas y la besó para contenerme.

“Creo... creo que me ayudaste a convertirme en una mejor persona, ya sea intencionadamente o no”, continuó, volviendo a ponerse serio una vez más. “Creo... que te convertiste en alguien a quien esperaba ver todos los días, con quien disfrutaba genuinamente estar cerca... alguien que me daba una razón para salir de la cama y tratar de ser mejor que el día anterior”.

Sentí como mis ojos empezaban a rebosar de lágrimas, pues me sentía abrumada por su respuesta. No esperaba que entrara en tantos detalles.

“Admiro tu confianza y tu fuerza”, continuó él. “Tu capacidad para cambiar las cosas a tu alrededor, tanto la gente como la manada. Tienes una forma de proponerte hacer algo y mantener tus convicciones, a pesar de que otros puedan intentar detenerte”.

“... Creo que esto último se llama ser terca”, comenté con ligereza, aunque mi voz delataba lo emocionada que me sentía.

“Probablemente sea cierto”, dijo él y me sostuvo la cara antes de darme un rápido beso en la frente. “Hablando de eso... ¿vas a entrenar hoy? No pude evitar notar que no lo has hecho en unos días...”.

“Estoy en un descanso”, refunfuñé mientras desviaba la mirada ante el inoportuno cambio de tema. “Déjame tener esto solo un poco más”.

Sin embargo, él empezó a reírse entre dientes de manera silenciosa y volteé mi mirada rápidamente para verlo observándome con diversión. Sus ojos tenían esa calidez que yo adoraba.

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