VENDIDA (COMPLETA) romance Capítulo 19

Raquel Martínez.

Despierto temprano, tocó por inercia con mi mano el lado izquierdo de la cama el cual ahora se encuentra vacío, pero no le doy importancia a eso.

Me estiro todavía sobre la cama y me levanto para después irme a mi habitación; una vez llego voy directamente al baño donde hago mis necesidades, cepillo mis dientes y me doy una corta ducha.

Salgo a la alcoba y tomo del clóset lo primero que a mí parecer es más cómodo: una sudadera gris y unos pantalones cortos negros con mis converse blancos. Para después bajar a desayunar.

Tarareando la canción Lovesick Girls de Blackpink cruzo la sala con la intención de ir a la cocina, pero me detengo cuando escucho como dicen mi nombre a mis espaldas.

— ¡Raquel! —giro sobre mi propio eje encontrándome con una Sandra mirándome asustada—. ¿Qué haces ahí? Si Erick te ve...

— Tranquila —suelto una risa por lo bajo—. Él mismo me dejó salir anoche.

— ¿En serio? ¡Al fin!

— ¿Dónde está él? —curiosa, pregunto, alzando una ceja.

— Salió a correr, o no sé —se encogió de hombros, restándole importancia al asunto—. ¿Vas a desayunar ya?

— Si, de hecho, justo voy a prepararme algo.

— Querrás decir, que ibas a pedirme a mí que lo hiciera.

— En realidad...

— Bien, entonces ponte cómoda, regreso ahora.

— Pero Sandra...

Guardo silencio cuando la veo caminar lejos de mí sin siquiera esperar a que hablará.

Suspiro, derrotada.

Camino hasta el comedor donde me siento en una de las sillas de la pequeña mesa para cuatro personas cuadrada.

Saco del bolsillo de mi sudadera el celular el cual tomé antes de bajar, lo enciendo y de inmediato noto que de un número desconocido tengo algunos mensajes no leídos y treinta llamadas perdidas.

Deslizo mi dedo por la pantalla táctil y abro los mensajes que tengo de hace días.

"Número desconocido:

¿Te encuentras bien?

¿Acaso ese desgraciado te hizo algo?

Lunes. 6:33 p.m."

"Número desconocido:

Oh, vamos. Responde al menos a mis mensajes, empiezo a preocuparme por ti.

Soy Zack, por favor responde.

Lunes. 7:00 p.m."

Luego de leer esos mensajes y algunos otros que dicen prácticamente lo mismo, leo los más nuevos que son de ayer.

"Número desconocido:

De acuerdo, ya estoy preocupado.

No contestas mis mensajes, ni mis llamadas. Estoy llegando a la conclusión de que te hizo algo.

Y más vale que no porque sería capaz de todo.

Ayer. 9:02 p.m."

Después de leer los mensajes decido llamarlo.

Un tono, dos tonos, tres tonos...

— ¡Dios, por fin te comunicas conmigo! —exclamó él del otro lado de la línea telefónica—. Realmente estaba preocupado por ti.

— Perdón, es que... eh... había perdido mi celular y recién lo acabo de encontrar —miento, tratando de sonar lo más convincente posible—. Pero ya no tienes de que preocuparte, estoy bien.

— ¿Segura? —suena poco convencido—. ¿Ese imbécil no te hizo daño?

— Sí, segura, no me hizo nada.

Miento otra vez puesto a que tampoco planeo que sepa lo que sucedió realmente porque si se entera sé que se enojará y es capaz de buscar a Erick, y lo último que quiero es que se peleen otra vez.

— De acuerdo, te voy a creer —escucho a través del móvil como suspira—. ¿Estás ocupada?

— No por ahora.

— Veámonos.

— Zack no creo que eso sea conveniente...

— Él no va a enterarse si eso es lo que te preocupa. Por favor, quiero verte y asegurarme de que estés realmente bien.

De reojo capto movimiento y pronto veo a Sandra caminando en dirección a mí con la bandeja de comida en sus manos. 

— Bien —acepto, finalmente—. Debo irme, adiós.

Cuelgo sin esperar a que se despida de mí y guardo dentro del bolsillo de mi sudadera nuevamente mi celular.

— Que disfrutes la comida —dice una vez a mi lado, dejando mi comida sobre la mesa frente a mi—. Buen provecho.

— Gracias —sonrío.

— Por nada —me guiña un ojo.

Ella se marcha después.

Desayuno en un silencio que me resultó cómodo mientras pienso en una que otra cosa respecto a las cosas que últimamente me han estado pasando.

Cuando termino me levanto con el plato donde comí en mis manos y voy a la cocina. 

Lo friego, también lavo el vaso en donde tomé jugo mientras estuve comiendo a la vez que tarareo una que otra canción en inglés.

Unas frías y grandes manos me sacan de mi concentración cuando rodean mi cintura desde atrás.

Detengo lo que estoy haciendo a la vez que frunzo mi entrecejo en un gesto de confusión. Y me doy la vuelta encontrándome con unos penetrantes y hermoso ojos color esmeralda mirándome.

— Hola —dice, sonriendo.

— ¿Qué quieres? —arqueo una ceja, mi semblante permaneció serio—. Ve al grano, que estoy ocupada —tomo sus manos con las mías llenas de jabón y las quito de mi cintura.

Él no se opone, da un paso hacia atrás.

Mientras yo me giro para seguir con lo mío. 

— Tú no deberías estar haciendo eso.

Puedo sentir su mirada encima de mí en todo momento.

— No empieces —la irritación en mi voz es más que clara.

Él guarda silencio, lo escucho suspirar ruidosamente, reuniendo paciencia.

Termino con el plato y el vaso y los dejo en su lugar, después dándome la vuelta hacia el espécimen de ojos verdes que tengo a mis espaldas seco mis manos con un pequeño paño azúl de cocina.

— Necesitamos hablar —declaró—. Debemos terminar la conversación de...

Inhalo, mirándolo a los ojos.

— No hace falta —le interrumpo—. Te perdono, pero que lo haga no significa que lo voy a olvidar...

— Ven —el pequeño toma mi mano—. Vamos a ver películas, mi tío también vendrá.

— Eh... yo...

Balbuceo mientras el pequeño niño me hala con fuerza hacia las escaleras.

— Thiago —llamo a su sobrino, haciendo que este se detenga al pie de las escaleras conmigo—. Creo que primero debes preguntarle si quiere ir.

Él paso la mirada de su tío hacia mí y una tierna sonrisa se plasmó en su rostro.

— ¿Quieres ir conmigo a ver películas? —pregunta, haciendo un puchero.

De acuerdo, no puedo negarme a eso.

Zack tendrá que esperar hasta mañana para vernos.

— Claro campeón —sonrío, revolviendo su cabello con mi mano—. Pero antes debo ir al baño.

— Ve —me dice el ojiverde—. Nosotros te esperaremos en mi habitación.

Asiento con la cabeza.

Erick toma la pequeña mano de Thiago y los veo subir las escaleras hasta desaparecer al comienzo del segundo piso. 

Camino al baño que queda en la planta baja de la casa y una vez adentro cierro la puerta con pestillo para después llamar a mi exnovio quien contesta al quinto pitido.

— Hola Zack.

— Hola, pequeña —saluda—. Estoy saliendo hacia allá, perdón si voy tar...

— No puedo ir —le interrumpo—. Por eso te llamo, disculpa.

— ¿Ocurrió algo?

— No, es solo que...

Guardo silencio al escuchar los suaves golpes que le dieron a la puerta del otro lado de la misma.

— ¿Raquel? —escucho la voz de Erick.

— ¿Si? —aparto el celular de mi oreja, pegando la pantalla del mismo en mi pecho.

— Eh... sólo quiero, queremos... —se corrige, titubeante—. Saber si prefieres las palomitas normales o acarameladas.

— Las normales están bien.

— Bien.

No dice nada más, yo tampoco.

Escucho como sus pasos van alejándose cada vez más así que llevo otra vez el celular a mi oreja, no sin antes abrir la puerta un poco para asegurarme de que se marchó.

— Disculpa —susurro—. Te decía que no podré ir, después te contaré el motivo.

— Bien —lo escucho suspirar a través de la línea telefónica—. Entonces nos vemos mañana.

— Adiós.

Salgo del baño y voy directo a la habitación del ojiverde, adentro ellos están eligiendo una película así que me acomodo en la cama hasta que eligen ver Anabelle 3: Comes Home. 

Ellos se acomodaron también en la cama, uno a cada lado mío. La película empezó y he de admitir que me asustó un chorro una que otra escena, pero no lo demuestro o eso creo hacer porque a mitad de la película Erick rodeó mis hombros con su brazo y de reojo noto como me mira fijamente por unos segundos.

Mi rostro se tornó color carmesí y logró escuchar como el espécimen de ojos verdes que tengo a mi izquierda ríe por lo bajo volviendo su mirada al frente.

Horas después, vimos una última película, esa sería la cuarta que vemos.

Decidimos ver una infantil para Thiago y la mejor opción fue Toy Story 4. Erick sigue abrazándome como antes, de hecho, en el trascurso de todas las películas que hemos visto no dejo de hacerlo. No me quejo en lo absoluto, tampoco protesto para hacer que deje de abrazarme, pero su actitud me confunde cada vez más.

A mitad de la película los párpados me pesan debido al sueño que tengo y poco a poco mis ojos se van cerrando, aunque me obligué a mi misma a seguir despierto. Pero todo es en vano porque me quedo dormida poco después.

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