Raquel Martínez.
— Has estado muy callada —dice Erick, después que su amigo se marchó al baño—. ¿Segura que estás bien?
— Si —afirmo, asintiendo con la cabeza—. Solo estoy un poco cansada.
Miento, pero a la vez no y me encojo de hombros.
— ¿No me ocultas nada? —insiste.
— No —sonrío, para tranquilizarlo.
— Bien.
Asiente y toma un sorbo de su vino tinto.
Poco después aparece Ricardo, pidiendo nos disculpa por la demora y explicándonos que tardo porque, al parecer, chocó con Sandra y está se cortó, así que no dudó en ayudarla.
Los dos hombres de la mesa continúan con su plática, rara vez intervengo dándoles ideas para el nuevo proyecto que se trata de un resort en una isla cercana.
Acabamos con la cena, una vez las chicas del servicio recogen los platos nosostros pasamos al jardín, donde ellos dejan de lado el tema del trabajo y podemos conversar de temas que triviales. Pero no duramos mucho ya que Ricardo nos informa que debe irse una hora después así que con Erick lo acompañó a la puerta principal.
— Fue un gusto conocerte —le hago saber—. Hasta luego.
— Lo mismo digo —sonríe, y se acerca para dejar un beso en mi mejilla—. Entrégale esto a Sandra, por favor.
Susurra dejando un pequeño papel en mis manos, después se aparta y se dirige hacia Erick.
— Nos vemos en la empresa —se dan un apretón de manos, antes de que Ricardo lo hale y termine dándole un abrazo con palmaditas en la espalda.
— Adiós.
Erick se separa, despidiéndose de forma seca.
Ricardo no espera más y se marcha no sin antes hacer prometer a Erick que lo volvería a invitar a cenar.
— Diablos, estos zapatos están matando me —me quejo, lanzandome sobre el sofá.
— Quítate los.
También se lanza a mí lado en el sofá, le doy una mirada suplicante y él suelta un suspiro antes de quitarme los zapatos con tacón de forma delicada uno por uno.
— ¿Mejor? —preguntó.
Muevo la cabeza en un gesto afirmativo, sonriendo.
— Si.
Sonríe mostrándome su perfecta dentadura y se inclina hacia mí, rozando su nariz con la mía:
— He estado deseando estar a solas contigo desde que te ví con ese vestido.
Siento su mano sobre mi rodilla, y ese simple toque manda corrientes por todo mi cuerpo que terminan en un solo punto. Poco a poco va subiendo esa mano, acariciando la piel de mi muslo por dentro del vestido.
— Erick no...
No termino de hablar cuando ya tengo sus cálidos labios sobre los míos besándome con ganas, dando un leve apretón en mi muslo que provoca que suelte un gemido. Colocó mis manos sobre sus hombros buscando la manera de estar más cerca de él, siento su mano cada vez más cerca de mi intimidad, deseo que llegue ahí con urgencia, pero...
Alguien tose detrás de nosotros y Erick de malas ganas saca su mano, apartándose de mi.
— ¿Qué? —espeta, dándole una mirada fría.
— Su padre acaba de llamar —dice Sandra—. Dijo que en cuanto pueda se comunique con él, que es urgente.
Erick soltó un suspiro, reuniendo paciencia.
— Bien, lárgate.
— ¡Erick! —lo reprendo, entre dientes.
Pero me ignora y se levanta del sofá para marcharse a hacer la llamada, supongo.
— Que extraño es verlos así —dice Sandra, haciendo una mueca.
— Si es extraño vernos, mucho más tener a Erick así y no siendo un imbécil —comento—. Por cierto, Ricardo nos comentó el accidente que tuviste.
— Oh, solo fue una simple cortada —asegura, sonriendo—. Y estoy bien.
— Vale—asiento y recuerdo el papel que yace en mis manos así que se lo extiendo—. Esto es para ti.
— ¿Para mí?
Toma el papel con la mano que trae la venda.
Muevo la cabeza en un gesto afirmativo, sonriendo.
— ¿Qué es?
— No sé, Ricardo dijo que te lo entregara, más no que lo viera y después te lo diera.
Se detiene de golpe dejando de desdoblar el papel y su mirada de incredulidad se clava en la mía.
Deja un casto beso sobre mis labios y se aparta, yéndose al vestidor.
Él se coloca su pijama, yo hago lo mismo y nos acostamos a dormir.
[×××]
Una semana después.
Hoy es lunes, se supone que acompañaría a Erick a su empresa para no aburrirme sola en esta inmensa casa, pero debido a que he despertado tarde aquello no sucedió.
Bajo las escaleras a la planta baja y voy a la cocina donde me encuentro con Sandra.
— Bien día —saludo, sonriendo.
— Será buenas tardes —replica ella, sin dejar de picar aliños—. Son las doce del mediodía.
— ¿Tanto así dormí?
Asintió riendo.
— Oye, Erick dejó dicho que cuando te despertarás le dijeras a Marcos que te llevará a la empresa.
— En ese caso, voy a cambiarme.
— ¿Te preparo algo rápido de comer?
Niego con la cabeza dirigiéndome a la salida de la cocina.
— Comeré algo allá.
Subo la habitación de Erick —y ahora mía también— y voy al vestidor, antes de bajar me había dado una ducha así que lo único que hago es cambiar mis jeans cortos y blusa por unos vaqueros ajustados, un bralette de encaje rojo con una blusa transparente del mismo color encima y unos zapatos de plataforma negros.
Suelto mi cabello y me echo maquillaje, lo básico ya sabe. Y después de tomar mi bolso bajo a pedirle al chófer que me lleve como lo ordenó Erick.
Lo encuentro afuera de la casa esperándome afuera del automóvil, lo que me indica que Sandra le informó o tal vez lo hizo Erick. Le doy los buenas tardes, subiendo me a la parte trasera del coche.
El sube al asiento del piloto y empieza a manejar rumbo a la empresa del ojiverde, mientras yo me concentro en conversar con Joel durante el camino.
El imponente edificio nos recibe y bajo cuando Marcos me abre la puerta, le doy las gracias y entró a la empresa. En la recepción me dan el pase de visitante, aunque ya me conozcan debo usarlo al ser una persona ajena a la empresa.
Subo en el elevador hasta el último piso donde está la oficina de Erick, pasan segundos y se abren las puertas, así que salgo del ascensor.
Algo vibra dentro del bolsillo de mi pantalón, es mi celular. Así que lo saco sin dejar de caminar y justo cuando veo el mensaje de Joel preguntándome cuando podemos vernos, tropiezo con alguien accidentalmente...
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