—Bien, si eso
es lo que queries, entonces vamos, ¿Dónde es? —me pregunto Tomas.
—Sigueme —le digo,
mientras me giro y empiezo a caminar.
Cuando le dije
que me siguiera, creo que pude notar algo de disgusto en su rostro, pero segui
caminando sin pensar en ello.
Tomas me siguio
sin decir una palabra, ninguno de los dos hablo en el camino, eso me puso
incomoda, pero no hize nada para cambiar la situacion.
No tenia nada
que hablar con él… nada salvo lo que paso ayer, y eso era algo de lo cual no
queria hablar.
Los dos
llegamos pronto a la cafeteria de la cual hablaba, quedaba a dos calles de la
tienda en la cual trabajaba, ambos entramos juntos, las mujeres del lugar
rapidamente giraron sus miradas para ver a Tomas, ignorandome por completo a mi
quien estaba a su lado.
—Si quieren, se
los regalo —pienso en mi mente, mientras me siento en una mesa al azar.
Tomas quiso
sentarse a mi lado, pero rapidamente le hago señas con las manos para que no
haga esto, señalandole el asiento de enfrente.
Él frunce el
ceño, obviamente algo disgustado, pero aun asi va a sentarse frente a mi.
Una mesera
pronto nos atiende, ambos pedimos comida, yo pedi solo un almuerzo simple y
nada llamativo, Tomas pidio solo una hamburgesa y papas, la mesera al tener
nuestras ordenes se va, dejandonos solos.
Él se me quedo
observando fijamente, me pongo nerviosa, tenia una mirada penetrante.
—¿Qué es lo que
hace? —me pregunto en mi mente.
Él fui quien
insistio en venir a hablar conmigo, pero ahora se quedaba en silencio, ¿A que
jugara?
—¿Y bien? —le
digo, rompiendo el silencio entre nosotros.
—¿Y bien que?
—me responde.
—¿De que
quieres hablar? Me dijiste que querias hablar conmigo, no solo eso, incluso me
amenazaste.
—Perdon por
eso, pero necesitaba que vinieras conmigo —me dice, aunque no noto un tono de
disculpa en su voz.
—Olvida eso,
¿De que querias hablarme? —le pregunto.
—¿Por qué fuiste
al club en la noche de ayer? —me pregunta.
¿Qué clase de
pregunta es esa? Obviamente fue por dinero.
—¿Por qué me
preguntas eso? —le pregunto mientras lo miro.
—Curiosidad.
—Es una
pregunta tonta, ¿Por qué piensas que iria alli? Obviamente fue… por dinero —le
digo, susurrando en voz baja estas ultimas palabras.
—Lo se.
—¿Entonces por
que me lo preguntas?
—Solo queria
confirmarlo.
¿Acaso hizo esa
pregunta solo para humillarme?
Si, necesitaba
dinero, estaba desesperada por él, tanto que estaba dispuesta venderme a
desconocidos para obtener una gran cantidad en poco tiempo, acepto que hacer
esto no es algo moralmente aceptable, pero no era necesario que me hiciera
anunciar mis necesidades economicas.
—¿Te parece
gracioso? De seguro te divierte ver que una chica necesitada incluso esta
dispuesta a… venderse por dinero, ¿Te divierte mis problemas? —le pregunto,
mientras mi tono se vuelve un poco mas enojado.
—No, no me
divierte Teresa, ni tampoco lo encuentro gracioso —me dice Tomas.
¿Qué pasa?
—¿Qué pasa? Pues
que no podemos cubrirlo todo, ¡Es mucho! Los gastos del hospital, la casa, la
comida, es demasiado para nosotros dos solamente, con trabajos de medio tiempo
no nos alcanza para cubrir todo —cuando digo estas palabras, un par de lagrimas
salen de mis ojos, pero me las seco al instante.
No queria que
un desconocido me viera llorar.
—¿Qué hay de tú
padre? ¿No les ayuda?
—¿Ese infeliz?
Ese fue hace años con otra mujer, no eh sabido de él en todo este tiempo.
—Ya veo, asi
que por eso decidiste vender tu… “flor” —dice Tomas, susurrando estas ultimas
palabras y cambiando “virginidad” por “flor”, quizas en un intento de que
incluso si alguien escuchase lo que dice, no pudiese entender el significado de
sus palabras.
—Si, y ahora
por culpa tuya que no dijiste nada ayer, voy a tener que venderla otra vez —le
digo con mi tono cargado de reproche.
Si él hubiera
hablado ayer, entonces hubiera podido ir con Saint, el cual era el hombre
correcto, y de esa forma hubiera podido obtener todo el dinero que necesitaba.
Por culpa de él
ahora tenia que vender su virginidad otra vez, y quien sabia si iba obtener el
mismo precio de antes.
—De eso quiero
hablarte —me dice Tomas.
—¿De que cosa?
¿A que te refieres?
—No quiero que
vendas tú virginidad.
—¿No? ¿Por qué
no? Mas bien, ¿Por qué piensas que puedes decirme que hacer?
—Escucha
Teresa…quiero que lleguemos a un acuerdo tú y yo… un acuerdo que podria sernos
de mucho beneficio.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Vendiendo mi virginidad... AL CEO