Vendiendo mi virginidad... AL CEO romance Capítulo 40

PDV Teresa

— ¿En serio aceptas mi Teresa? —me pregunto Saint, por su expresión parecía muy emocionado.

—Sí, sí, y deja de llamarme de ese modo, no soy tuya ni nada ¿De acuerdo? —le dije, antes de empezar a caminar otra vez.

Saint me había molestado hasta el punto de cansancio, tenía bastante paciencia, pero este tipo simplemente podía volver loco a cualquier persona, es increíble que haya sido él quien me ayudo 2 veces anteriormente.

— ¡Bien! ¡Vamos! ¡¿Podemos tomarnos de la mano?! —me pregunto Saint mientras empezaba a seguirme.

— ¡No! —le grite.

—No tienes que ser tan ruda ¿Lo sabias? —dijo Saint, mientras se posicionaba a mi lado.

—Esta va hacer una larga caminata —pensé, mientras me preparaba para seguir mi camino con esta especie de acosador.

Saint y yo caminos a buen ritmo, mi intención era proseguir callada el resto del camino, pero Saint era bastante hablador, y no paraba de hacer preguntas abiertas que no podía contestar con solo un “si” o un “no” y en su lugar tenía que dar detalles.

Si no contestaba, el idiota me molestaría, y como no quería eso al final siempre terminaba contestando, no sabía como pero al final él había logrado llevar todo el control de la conversación en todo momento.

Incluso había logrado que le dijera ciertos datos personales sin que me diera cuenta, gracias a mi boca, él se había enterado que tenía un hermano, que mi madre estaba en el hospital, como se llamaba mi mejor amiga y otras cosas más.

En cuanto a mi… bueno… no había podido averiguar nada sobre Saint… nada más allá de su nombre.

—Teresa, la universidad debe ser bastante complicada ¿Cuáles son las materias que más se te dificultan? —me pregunto Saint mientras caminaba a mi lado.

— ¿Las que más se me dificultan? Bueno, creo que sería contaduría, costos y matemáticas financieras… estas materias son muchos números y terminamos por confundirnos mucho —le conteste.

— ¿Contaduría? Así que estudias contabilidad Teresa —me dijo Saint mientras sonreía.

¡Mierda! Otra vez se me había escapado información… ¿Cómo lo hace?

—Oye teresa ¿Cuál es…?

—Creo que ya has hecho las suficiente preguntas sobre mi Saint —le dije, en un intento de que parara.

Si continuábamos así, puede que incluso terminara por revelarle cual era mi número de cuenta en el banco.

—Vamos, quiero saberlo todo sobre ti —me dijo Saint.

—Pues yo no quiero que sepas todo, además, ya me debes como 100 preguntas Saint, me toca a mí —le dije firmemente.

—Bien, pregunta, soy un libro abierto —me dijo Saint.

—Bien, dime ¿Cuántos hermanos tienes?

—Solo una, tengo una hermana, es 1 año menor que yo —me contesto Saint.

— ¿Qué estudia tu hermana?

—No lo sé.

— ¿Qué le gusta hacer?

—No lo sé.

— ¿A qué se dedica?

—No lo sé.

— ¿No sabes algo sobre tu hermana? —le pregunte sorprendida, era su hermana y no sabía algo sobre ella.

—Bueno… se su nombre, eso debe contar ¿Cierto? —me dijo Saint.

—No, ni de cerca.

—Pregunta otra cosa —me dijo Saint.

—Bien ¿Cómo se llama tu madre? Me arrancaste el nombre de mi madre, así que me debes el de la tuya.

—Se llama Elena —me dijo.

— ¿Y a que se dedica? —le pregunte.

—Ni idea.

— ¿Tampoco sabes algo sobre tu madre?

—No, la verdad no, nos abandonó a mí y a mi hermana hace unos 20 años, no la he visto desde entonces.

¡Mierda! ¿Toque un tema delicado para él?

—Vincent… no era mi intención hacer que recordaras eso.

—No te preocupes, honestamente esa mujer ya me da igual a estas alturas, no siento nada por ella.

— ¿Nada? ¿Es en serio?

Me sorprendía que un hombre no sintiera algo por su madre, por lo general, los chicos era muy apegados con sus madres y las amaban mucho, lo cual era cierto tanto en mi caso como el de mi hermano.

—Sí, nada, por cierto, cambiando de tema ¿Qué piensas hacer Teresa? —me pregunto Saint.

— ¿Hacer? ¿Hacer sobre qué?

—Sobre tu vida, acabas de renunciar a tu trabajo ¿Qué piensas hacer a partir de ahora?

Cierto, según la perspectiva de Saint, era una chica desempleada con una madre internada en un hospital con un costoso tratamiento, obviamente él podría preocuparse por esta situación.

Honestamente no estaba tan preocupada, todavía tenía mi trabajo en la tienda de comestibles… y además estaba mi trato con Tomas, si eso llegaba a buen término, podría solventar mis necesidades económicas por mucho tiempo.

Se suponía que esta noche me enviaría el contrato, la razón por la cual Daisy iba a venir a mi casa, era para que lo viéramos juntas, Daisy estudiaba la carrera de derecho y en el futuro sería una abogada, por lo que ella podría entender un contrato legal mejor que yo.

Esta información era algo que no podría decirle a Vincent, no le iba a contar que planeaba convertirme en la novia de alquiler del hombre que casi me quito mi virginidad la noche de ayer en lugar de él.

Si le dijera esto, Vincent podría ponerse molesto, a fin de cuentas, él piensa que no estuve con ningún otro hombre esa noche, y no sabía cómo podría comportarse ante estas noticias.

—Teresa, dime ¿Qué piensas hacer? —me pregunta Vincent.

¿Qué debería decirle?

—Antes de responder, quiero que me digas algo —le dije, cambiando el tema al instante.

— ¿Qué cosa? —me pregunta.

— ¿Por qué me ayudaste?

— ¿Con los motociclistas? Teresa, no podía quedarme simplemente mirando como ese par de abusivos trataban de “profanar” a mi chica, eso es algo que cualquier otro hombre haría —me dijo Vincent, por su tono, él parecía tratar de aparentar galantería.

—No, no me refiero a eso —le dije, sacándolo de su escena.

— ¿Ah no? ¿Entonces a que te refieres? —me pregunto.

—Me refiero a cuando me ayudaste en el restaurante, no tenías ninguna obligación de hacerlo, es más, ¿Por qué enloqueciste tanto cuando te dije que no había comido en horas? —le pregunte, mientras me detenía y lo miraba fijamente.

Esta pregunta era algo que quería saber ¿Por qué Vincent se alteró tanto por el hecho de que una desconocida como yo no había comido?

Cuando Vincent, escucho mi pregunta, frunció el ceño ligeramente, parecía algo pensativo.

—Teresa, cuando yo era pequeño, mi padre trabajaba mucho, y mi madre era una desobligada, aunque no lo creas, a pesar de que éramos ricos… mi hermana y yo pasamos hambre en varias ocasiones —me dijo Vincent, por primera vez su rostro poseía una expresión seria.

— ¿Hambre? ¿Alguien como tú? —le pregunte atónita.

Vincent era alguien que podía desembolsar una suma de 300.000 dólares solo para comprar la virginidad de una desconocida… ¿Alguien como él de verdad podía pasar hambre?

—Así es Teresa, éramos muy pequeños, y no podíamos cocinar, mi padre estaba trabajando y la desobligada de mi madre no nos atendía, mi hermana y yo pasamos hambre varias veces… por lo que se cómo se siente Teresa… cuando escuche que no habías comido en tanto tiempo… pues supongo que eso me hizo recordar varias cosas y no pude controlarme —me dijo Vincent, no había ningún indicio de burla en su expresión ni nada parecido, parecía una persona totalmente distinta a el hombre bromista y burlesco de hace unos momentos.

—Ya veo…

—Puedes considerar que no me gusta que los de mi alrededor pasen hambre al igual que yo la pase en mi niñez… no me gusta nada, y menos que lo sufran aquellos sobre quienes estoy interesado… como tú Teresa

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Vendiendo mi virginidad... AL CEO