PDV Teresa
— ¿En qué lugar vamos a reunirnos con Tomas? —me pregunto Daisy mientras me
miraba.
—Es en un restaurante que queda cerca de mi trabajo en la tienda de
comestibles, lo conoces, hemos ido a comer allí un par de veces —le dije a
Daisy.
—Ah, la verdad es que no me acuerdo muy bien —me dijo Daisy mientras
parecía estar pensando en el lugar al cual me refería.
—No importa, de todas formas vas a venir conmigo y podrás verlo.
—Cierto por cierto ¿Qué vas a darme comer mañana?
—Ya veremos, no esperes algo muy complicado —le dije a Daisy mientras me
giraba y acomodaba mi cabeza en la almohada.
—Vamos, tienes que complacerme, recuerda que soy tu invitada.
—Eso no significa que deba ser tu cocinero personal —el dije a Daisy
mientras me giraba para verla.
—Qué mala eres Teresa, ¿Si sabes que renuncie a dormir en mi cama por estar
contigo?
—Cielos, que sacrificio tan grande, ya duérmete de una vez, ya son la 1 de
la mañana, y debemos dormir para estar frescas cuando nos encontremos con Tomas
—le dije a Daisy mientras dejaba de mirarla y cerraba los ojos.
—Bien, pero recuerda que al menos debes darme un desayuno decente.
—Lo tendré en mente, ya duérmete.
—Bien, bien, lo hare —me dijo Daisy mientras sentía como se giraba en la
cama.
Después de que Daisy me dijo estas últimas palabras, despeje mi mente y
estaba lista para dormir, pero solo instantes después, escuche como tocaban la
puerta.
—Teresa —dijo Richard, quien estaba tocando la puerta en estos momentos.
—Dios, ¿Ahora que quiere ese tonto? —dijo Daisy quien estaba obviamente
molesta debido a la aparición de Richard.
—No lo sé, no hicimos nada de ruido —murmure mientras abría mis ojos y
miraba la puerta.
¿Qué podría querer ahora Richard? Ya habíamos guardado silencio, ¿Qué
quiere ahora?
— ¿Qué quieres Richard? —le pregunte a Richard en un tono algo molesto.
—Te estás buscando en la puerta —me dijo Richard.
¿Me están buscando? ¿Quién? Era la 1 de la mañana, y no esperaba a nadie
¿Quién podría ser?
— ¿Quién me busca? —le pregunte a Richard.
—Un… hombre, me dijo que se llama Vincent, Vincent Saint ¿Lo conoces? —me
pregunto Richard.
Cuando oí estas últimas palabras, sentí una descarga en todo mi cuerpo,
¿Vincent estaba en mi casa? ¿Me estaba buscando? ¿Por qué?
Nos despedimos hace más o menos 1 hora, ya debió haberse ido a su casa,
¿Por qué estaba aquí?
Y más importante que todo lo demás ¿Por qué me estaba buscando?
Cuando pensé en Saint, termine por recordar el beso que ambos compartimos,
y una oleada de nervios me entro, ¿Por qué me estaba buscando en mi casa?
Termine por girar mi vista y Daisy y yo nos miramos fijamente, ambas
estábamos sorprendidas de que Saint estuviese aquí en mi casa.
—Cielos, lo diré una vez y lo diré de nuevo, ¿Qué tienes que obsesiona
tanto a esos hombres Teresa? —me pregunto con sarcasmo Daisy.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Vendiendo mi virginidad... AL CEO