PDV Richard
Estaba bastante enojado, Teresa me había hecho muchas cosas el día de hoy,
primero fue que estuvo en Dios sabe qué lugar la noche de ayer, después de eso
trajo a la zorra de Daisy a mi casa, y encima de eso llego tarde por alguna
razón que no me quiso explicar.
Estaba muy frustrado, mi madre estaba en el hospital y Teresa no quería
cooperar conmigo en ningún sentido.
Cada vez se ponía más rebelde conmigo, en lugar de obedecerme como debería
hacer y escucharme a mí, su hermano mayor quien era el hombre de la casa,
prefería hacer lo que se le antojara y hacerle caso a esa zorra de Daisy que
solo Dios sabe que le estaba diciendo al oído.
Esto era muy frustrante, y no ayudo en nada a que esas 2 hicieron un
escándalo en la habitación de Teresa mientras estaban juntas.
Mañana tenía que ir a mi empleo, y tenía que levantarme temprano, ya de por
si me acosté muy tarde esperando a Teresa y teniendo que lidiar con Daisy, y
ahora esas 2 no me dejaba dormir con sus escándalos por lo que no tuve más
opción que ir a callarlas y evitar que siguieran hablando de quien sabe que cosas.
Quería saber qué clase de cosas le estaba diciendo esa zorra de Daisy a mi
hermana pero no tenía forma de saber, y además no tenía tiempo, necesitaba
dormir y necesitaba que se callaran, por suerte para mí, ambas hicieron caso a
al primer grito y se callaron como les dije.
Por suerte, Teresa me hacía caso en ciertas ocasiones, es una lástima que
no fuera todo el tiempo.
Después de callar a Teresa y a Daisy, me propuse a regresar a mi habitación
para poder dormir, pero antes de que poder hacerlo ir a la cocina y comer algo
para poder dormir mejor.
Fui rápidamente y me prepare una merienda ligera, y mientras estaba allí,
escuche como el timbre de la casa sonaba.
Este sonido me sorprendió, no esperaba a nadie a estas horas, ya era la 1
de la mañana, por lo que nadie debía venir, ¿Quién podría ser?
Yo no esperaba a nadie, por lo que solo podría ser…
Que Teresa, estaba esperando a alguien… o ese alguien había venido por
Teresa.
Cuando pensé en que alguien vino buscando a mi hermana a estas horas de la
noche, termine por imaginar que era un hombre, y cuando pensé en esto me enoje.
Un hombre buscando a mi hermana a la 1 de la mañana en su casa, cuando
pensé en esto, la primera imagen que se me vino a mi mente era que Daisy la
estaba llevando por un mal camino, convirtiéndola en una zorra al igual que
ella.
Este pensamiento me enojo mucho, por lo que fui enojado hacia la puerta
para poder decirle al posible hombre que buscaba a mi hermana que se largara y
que no volviera a aparecer aquí.
Estaba de mal humor por todo lo que había pasado reciente, y necesitaba una
forma de poder desquitarme, por lo que estaba listo para poder hacerlo con el
idiota que de seguro Daisy le encontró a Teresa.
Fui a la puerta, tome la perilla y abrí la puerta de sopetón, preparado
para espantar a quien sea que estuviera allí parado.
Pero cuando la abrí la puerta, me quede sorprendido, debido a la persona
quien estaba delante de mí.
Era un hombre, justo como imagine, pero no era cualquier hombre, nuestras
alturas eran similares por lo que nuestros ojos quedaron en la misma dirección,
y ambos nos miramos fijamente cuando abrí la puerta.
A pesar de que este hombre era igual de alto que yo, no pude evitar
sentirme… pequeño… en comparación con este tipo.
Este hombre era muy atractivo, tenía un porte y un aura que hacían parecer
de la nobleza o algo parecido, su cuerpo era esbelto pero se notaba que era
atlético, el mío también era similar al suyo, pero a él le quedaba mucho mejor
que a mí.
Estaba impecablemente vestido, y su ropa elegante combinado con su físico
atractivo y ese porte noble que tenía me hacían sentir muy inferior, sentí esto
en el primer momento en que lo vi, por lo que termine por quedarme callado
cuando lo vi a los ojos, tenía intención de explotar con él, pero su presencia
me había sorprendido tanto que termine quedándome callado.
Ese hombre me miro con indiferencia, tal y como miraría a un extraño, y
acto seguido, abrió su boca para poder hablar.
—Estoy buscando a Teresa, necesita darle algo ¿Tú eres su hermano? —me dijo
el hombre parado delante de mí.
Conocía a Teresa y vino aquí por ella, justo como pensaba en un principio,
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Vendiendo mi virginidad... AL CEO