PDV Teresa
Tomas me saco a rastras de la orgia en la cual Daisy me había metido, estaba caminando muy rápido, yo tenía tacones
por lo que me costó el poder seguirlo.
— ¡Tomas! ¡Tomas! ¡Más despacio! —le dije a Tomas mientras trataba de no
caerme mientras me jalaba.
— ¡Silencio! —me grito Tomas, su tono era muy enfadado.
¿Por qué estaba tan enojado? ¿Qué le había hecho? Nuestra relación era…
algo complicada, estábamos discutiendo para ser novios de alquiler, pero eso
era una relación falsa, no una de verdad, no éramos una pareja de verdad como
él le dijo a todos los presentes en la orgia de la fiesta de Daisy, y ni
siquiera éramos amigos.
¿Por qué estaba enojado? Esto raro.
Mientras Tomas continuaba jalándome por el camino, recordé las palabras que
Daisy me había dicho de forma involuntaria.
Daisy me dijo que Tomas, quería poseerme, quería convertirme en su
propiedad, siendo esta la verdadera razón por la cual me ofreció ese acuerdo
con el cual quería impedir que vendiera mi virginidad otra vez a un grupo de
desconocidos.
Tomas hizo todo esto con el fin de poder evitar dicha situación, pero ahora
me descubrió en medio de una orgia don 2 hombres casi desnudos a cada lado mío
y ambos tenían un erección totalmente visible.
Empecé a recordar muchas cosas, los hombres como Tomas eran excéntricos y
muy orgullosos, Daisy me dijo que quería poseerme, el orgullo de Tomas y ese
sentimiento de querer convertirme en su…”esclava” como dijo Daisy… quizás eran
las razones por las cuales se terminó enojando tanto cuando me vio en medio de
una orgia, sin haberle dicho nada.
Quizás sintió que estaba perdiéndome de alguna manera, y eso le hizo
sentirse amenazado y lo hirió en su orgullo ¿habrá sido eso la razón por la
cual se enojó tanto conmigo?
Mientras pensaba en esto, termino por tropezar debido a que ya no pude
seguirle el ritmo a Tomas, tenía tacones, y él caminaba muy rápido y me jalaba
por si fuera poco, no podía seguirle el ritmo de esta manera.
A pesar de mi tropieza, gracias al agarre e Tomas, logre evitar caerme,
pero esto ya había sido demasiado, no podía seguir así, y Tomas al parecer
quería seguir avanzando a pesar de mi anterior tropiezo.
—Ya basta Tomas, no puedo seguir así, me duelen los pies —le dije a Tomas,
mientras me negaba a caminar como él quería.
Tomas al escuchar mis palabras, me fulmino con la mirada, me asuste cuando
esos ojos se encontraron con los míos, esa mirada parecía ser una mirada
asesina y eso me daba miedo.
Tomas solo instantes después, me jalo hacia un callejón que estaba justo a
nuestro lado, no me había dado cuenta que estaba allí hasta que Tomas me hizo
adentrarme con él en su interior.
El callejón estaba oscuro, y Tomas me lanzo contra la pared y me rodeo con
ambos brazos.
Ahora ambos estábamos solos en medio de la oscuridad del callejón sin nadie
cerca de nosotros, no podía evitar sentirme nerviosa mientras miraba a Tomas el
cual me fulmino con su mirada.
—Tomas… —murmuro, mientras lo miraba nerviosa.
— ¡¿En qué demonios estabas pensando?! —me grito Tomas mientras fruncía el
ceño y continuaba mirándome con esa mirada asesina.
—Yo…
mi cuerpo estaba tenso y sentía mis piernas temblar.
Pensaba que Tomas me diría algo a continuación pero en lugar de eso se acercó
a mí y me beso de la nada.
Su beso fue muy intenso, demasiado, pude sentir como su lengua recorría mi
boca en todas partes y jugaba con la mía como quería, le beso solo duro un par
de segundos antes de Tomas finalmente despegara sus labios de los míos.
Empecé a exhalar muy fuerte instantes después, Tomas no me dio descanso y
me costó respirar mientras me besaba, pero no me dio mucho tiempo para poder
volver a la normalidad, ya que pronto volvió a besar y usar su lengua para
jugar con mi boca.
—T-tomas —murmure, en un breve espacio en el cual él despego su boca de mí.
Tomas no me dejo descanso, y en su lugar continúo besando con demasiada
intensidad, y no fue lo único que hizo, ya que uso su mano derecha para poder
colocar las mías por encima de mi cabeza, sujetándolas e impidiéndome moverlas
de algún modo.
También coloco su pierna justo en medio de las mías… muy cerca de mi área
intima.
—Eres mía Teresa… más vale que lo recuerdes —me dijo Tomas, cuando
finalmente despego sus labios por unos segundos de los míos.
No pude contestar, ya que Tomas no me dio tiempo, y volvió a besarme
mientras su pierna se iba cada vez más cerca de mi zona intima entre mis
piernas, y no fue lo único, ya que su otra mano, la mano que tenía libre, fue
directo a mi cintura y empezaba a acercarse a mis nalgas.
Estábamos solo nosotros 2 en este callejón oscuro, no había nadie cerca…
empezaba a temer que Tomas quisiera repetir nuestro último encuentro nocturno
justo aquí y ahora en plena calle.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Vendiendo mi virginidad... AL CEO