Carmen fue enviada a la sala de partos.
Alejandro caminaba de un lado a otro en la puerta, no paraba de mirar hacia adentro de vez en cuando, pero no hubo otro sonido excepto el grito de Carmen.
Fernanda se acercó y lo consoló:
—Todo saldrá bien.
Alejandro volvió la cabeza y la miró durante un buen rato, pero finalmente no dijo nada.
Quería fumar un cigarrillo para aliviar su tensión y ansiedad, pero cuando vio el cartel de no fumar en la pared, se obligó a aguantarse las ganas.
Ese tormento duró más de 7 horas, porque era la primera vez que Carmen tenía un bebé y la apertura del útero del primer niño era relativamente lenta.
—¡Ah…!
De repente, se escuchó una voz aguda desde la sala de partos, seguida de un «bua, bua», era el llanto del bebé.
Los ojos de Alejandro se iluminaron y dijo emocionado:
—¿Ha dado a luz?
Fernanda también exhaló un suspiro de alivio y dijo:
—Creo que sí.
Después de otros diez minutos, la puerta de la sala de partos se abrió y la enfermera salió con un bebé recién nacido.
—La madre dio a luz un niño, ha nacido a las 7:20 de la mañana del 21 de diciembre, con un peso de 3 kilos y 250 gramos.
Alejandro estaba ilusionado, pero en ese momento no sabía cómo describir sus emociones, solo se quedó quieto sin saber qué hacer.
Fernanda dio un paso adelante para tomar al niño y dijo:
—Gracias.
—No hay de qué, la parturienta saldrá más tarde.
Dicho eso, la enfermera regresó a la sala de partos y cerró la puerta.
Fernanda miró al bebé envuelto en manta con ternura en sus ojos, era realmente pequeño y débil, como si fuera a perder la vida si aplicara un poco de fuerza.
También era la primera vez que sostenía a un bebé, lo hacía con cuidado, le parecía algo increíble, luego se acercó a Alejandro.
—Mira, es tu hijo.
Todavía era muy pequeño, no se notaba su apariencia, su pequeño rostro estaba un poco arrugado, pero su cabello era particularmente oscuro y denso.
Alejandro bajó la cabeza, su rostro se tensó por la emoción y sus manos temblaron levemente.
—Déjame que lo abrace.
Fernanda entregó con cuidado al bebé en sus brazos y dijo:
—Ten cuidado, es muy frágil.
Alejandro estaba nervioso ya de sí, con su recordatorio se puso aún más nervioso.
Tomó al bebé, se le aceleraron mucho las palpitaciones. Eso de tener un hijo y ser padre le parecía todo un sueño, errático, pero muy real.
—Es mi hijo.
Fernanda sonrió y asintió.
—Sí, es tu hijo, estáis unidos por la sangre.
Alejandro levantó la cabeza para ver a Fernanda.
—Me he convertido en padre tan pronto todo gracias a ti.
No era sarcasmo ni queja, simplemente era agradecimiento.
La aparición del niño era tan real que calmó la desgana que sentía en su interior.
En ese momento, sintió que lo había dejado pasar.
Miró al bebé, pero estaba hablando con Fernanda:
—Te dejo ser libre, mañana vamos a tramitar los papeles del divorcio.
Fernanda pensó que en ese momento debería haber llegado a notar con claridad lo que realmente sentía en su corazón.
—¿Te has quedado tonto de tanta alegría?
Fernanda lo miró.
—Si nos divorciamos nada más después del nacimiento del niño, mi hermano seguramente te mataría a tiros.
Alejandro también se rio, «Sí, estoy demasiado contento».
En ese momento se abrió la puerta de la sala de partos, empujaron a Carmen hacia afuera y también salió sonriendo el médico de partos.
—Todo ha salido bien, ahora la mamá está cansada y necesita descansar, id a la sala de pacientes.
—Hemos contactado con otro hospital, iremos allí.
Fernanda estaba acostada en la cama, viendo a la gente ruidosa de la habitación, no podía fingir la emoción y la expectativa de ser madre por primera vez, así que solo fingió estar débil.
—Todavía es pequeño, aún no se puede ver a quién se parece.
Sofía tomó la mano de Fernanda.
—Toda la familia Paramés te tenemos que dar las gracias por darnos al bebé.
Mientras hablaba, sacó un certificado de bienes raíces y una caja de brocado de su bolso.
—Tampoco es nada valioso. Este anillo de zafiro lo preparé especialmente para ti, y esta propiedad también es para ti.
Fernanda no podía aceptarlo.
—No puedo aceptarlo...
—No acepto rechazos.
Sofía no la dejaba negarse.
Su hija acababa de dar a luz al niño, a Luisina le sentaba bien que Sofía regaló joya y propiedad a su hija.
No le daba importancia al valor de esas cosas, pero contaba mucho la intención.
Las dos familias arreglaron un matrimonio concertado para los dos hijos, por lo que se casaron sin amor. Además, Fernanda tenía un novio antes, pero siendo obligada por la familia luego accedió a casarse con Alejandro. Al principio Luisina estaba un poco preocupada por la relación de los dos, pero al parecer ahora...
Solo habían estado casados por dos años y habían tenido a un bebé, pensó que su relación mejoraría cada vez más con el paso del tiempo. Se alegraba al respecto.
—Sofía, no es necesario que seas tan cortés, es su deber como esposa y nuera dar descendientes a la familia Paramés.
Sofía se rio.
—Fernanda es genial, nos ha dado un niño con el primer bebé.
Comparado con su entusiasmo y emoción, Alejandro se mostraba indiferente.
Estaba de pie junto a la ventana, pensando en Carmen que acababa de dar a luz y no tenía a ningún familiar a su lado.
Y allí, toda esa emoción no tenía nada que ver con ella.
Una mujer dio a luz a un niño con su vida, pero ese niño no le pertenecía, ¿qué triste y desolada debería estar?
Parado al lado de Luisina, Elio se puso molesto al notar que Alejandro estaba distraído. No entendía su distracción, pensaba que debería estar contento por haber tenido a un hijo.
No le parecía lógico su comportamiento.
Elio entrecerró los ojos...
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