¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 311

Cristián caminó hacia el área verde que estaba fuera del departamento de hospitalización. Elisa se paró detrás de él.

—¿Qué quieres decirme?

—Dejarte las cosas claras.

Cristián se dio la vuelta, miró a la mujer que en el pasado conocía, a pesar de que seguía con la misma cara, sentía que no la conocía.

En el pasado pensaba que la conocía muy bien, pero ahora descubrió que no la conocía en absoluto.

Tenía la sensación de que le escondía algo.

—Debes entender que cuando optaste por irte, lo nuestro se acabó. No importa qué razón tuviste en aquel entonces. El hecho de que me dejaste da por entender que has renunciado a esa relación. Ahora tu gesto de no dejarme en paz solo va a hacer que te menosprecie. Creo que es mejor que nos dejemos una última buena impresión al otro. No vengas más al hospital. Espero que puedas cumplir con tu promesa de no aparecer más en mi vida.

Elisa no esperaba que Cristián fuera tan decisivo.

Por dentro se sentía desolada. El hombre que la amaba había cambiado. Ya no la amaba más. Ya no se comportaría cauteloso debido a su descontento. Ahora solo quería que no volviera a aparecer en su vida.

Con sus manos apretadas en puños, se rio levemente.

—¿De verdad vas a ser tan insensible y no vas a tener en cuenta la relación que hemos tenido en el pasado?

—Tú misma has dicho que es la relación que hemos tenido en el pasado, para mí el pasado se ha convertido en historia.

Cristián se mostró indiferente. Realmente había dejado atrás el pasado.

Pensó que no la había dejado pasar, pero cuando la vio en persona, supo que sí. Ya no sentía resentimiento ni quejas.

Elisa se mordió el labio, pensó que con su regreso se reconciliarían fácilmente, pero no esperaba que Chloe apareciera de la nada interrumpiendo su plan.

Había pensado depender su felicidad en Cristián, porque ya no era joven, no tenía más tiempo para perder. Era consciente de que, aunque nunca se había casado, su cuerpo perdió la firmeza de una chica joven. Era imposible que encontrara a un hombre rico de una buena familia.

Además, no podía tener hijos, muchos hombres no podían aceptar eso. Ya no mencionar que quería encontrar a uno guapo y rico.

—No debería haber vuelto.

Después de hablar, Elisa se fue, pero nada más dio dos pasos, se detuvo.

—Te deseo feliz. En el futuro... no volveré a aparecer delante de ti.

Elisa sabía muy bien que, para reconciliarse con Cristián, era necesario que Chloe tomara la iniciativa de irse, solo así tendría la oportunidad. Porque era obvio que ahora Cristián no iba a dejar a Chloe.

En este momento, lo más sensato era dejar una buena impresión a Cristián y hacer otros planes.

Su experiencia como amante durante tantos años no había sido en vano, era buena maquinando.

Sonrió fríamente.

Cristián no estaba acostumbrada a que aceptara sin más.

Pero eso era lo mejor.

Después de que Elisa se fue, Cristián no regresó a la sala, sino que salió del hospital. En las calles que estaban cerca había muchas tiendas de desayuno, pensó que Chloe tendría hambre cuando se despertara, más su abuela también necesitaba comer. Así que fue a comprar un poco de desayuno antes de regresar.

Cuando regresó con el desayuno, Chloe todavía estaba durmiendo, pero Lourdes estaba despierta con los ojos entreabiertos, como si estuviera consciente. Cristián aceleró los pasas para entrar.

—Abuela, ¿estás despierta?

Lourdes quería hablar, pero solo podía producir sonidos de jadeo. No podía hablar con claridad. Lourdes se puso un poco ansiosa, de modo que su voz se volvió ronca y desagradable.

Cristián dejó lo que tenía en la mano, la tomó de la mano y la tranquilizó.

—Abuela, no te pongas ansiosa, estás bien, el médico dijo que te recuperarás poco a poco, solo recupérate con calma.

—Jo, jo...

Lourdes quería hablar, pero solo pudo pronunciar «jo, jo». Era difícil adivinar lo que decía.

Cristián le dio unas palmaditas en la mano para reconfortarla, luego se dio cuenta de lo que pensaba Lourdes y le preguntó:

—¿Quieres preguntar por Chloe?

Lourdes asintió.

Cristián le pidió que mirara hacia el sofá, Lourdes miró hacia arriba y vio a Chloe acostada en el sofá. «Afortunadamente, no se ha ido», Lourdes exhaló un suspiro de alivio, pero enseguida volvió a ponerse nerviosa.

Tenía miedo de que Cristián perdiera a Chloe por culpa de Elisa.

—Jo, jo...

Quería decirle a Cristián que Elisa tal vez no fuera tan inocente como aparentaba, para que no se dejara engañar por ella.

Pero en este momento no podía decir nada, su rostro se enrojeció.

—Cálmate.

Cristián le dio palmaditas.

—No te preocupes, no dejaré que Chloe se vaya, tienes que calmarte ahora.

Lourdes apretó con fuerza la mano de Cristián, esperaba a que cumpliera con sus palabras, no quería que se comportara como un cabrón.

Poco después vino el médico a hacerle chequeo. La situación actual de Lourdes consistía en recuperarse poco a poco. Ahora sólo podían ir con calma. Después de la operación, todos los indicadores marcaban dentro del rango normal.

Antes de irse le dijo a Cristián que la cuidara bien.

Cristián sacó el desayuno que había comprado.

—¿Tienes hambre?

Lourdes asintió.

Cristián levantó la cabecera de la cama y puso un cojín detrás de Lourdes para que se apoyara cómodamente, luego tomó el cuenco y le dio de comer el arroz congee.

Después de desayunar, Lourdes estaba un poco cansada. Como la acababan de operar, ahora estaba agotada. Cristián la ayudó a acostarse.

—Estaré aquí contigo, duerme tranquila.

Lourdes cerró los ojos y se quedó dormida poco después.

Chloe no dio señales de despertarse.

Cristián le pidió a la enfermera que vigilara lo que pasaba en la sala, quería regresar a casa para cambiarse de ropa.

Todavía había olor a alcohol en su cuerpo y su ropa estaba arrugada. Sintió que olía fatal.

Chloe no tenía pinta de despertarse ahora, podía ir a cambiarse de ropa y luego regresar, no tardaría mucho.

Por otro lado, Alain no desayunó porque los «ravioles» que comió anoche lo torturaron toda la noche.

Al ver que estaba bien vestido, Cynthia se apoyó en la puerta para mirarlo.

—¿Vas a salir?

La empresa estaba de vacaciones, Cynthia pensó que se pondría ropa casual para descansar en casa.

No era fácil que tuviera vacaciones.

Alain se paró frente al espejo de cuerpo entero, sus delicados rasgos eran profundos y serenos, detuvo por un momento las manos que estaban abotonando, luego lentamente levantó los ojos para mirar a Cynthia a través del espejo.

—Luego te llevaré a conocer a alguien.

Cynthia se puso recta.

—¿A quién?

Tenía una vaga suposición en su mente.

Seguramente se trataba de los parientes de Alain por parte de la madre. Aunque Fernanda falleció hacía muchos años y Alejandro se volvió a casar, ahora eran fechas de Año Nuevo, por lo que inevitablemente iban a verse los familiares.

—Lo sabrás cuando lleguemos.

Alain sonrió y se volvió para mirarla.

—¿Por qué me parece que estás nerviosa?

Cynthia fingió estar relajada.

—¿Qué dices?

Alain se acercó, manteniendo los ojos fijos en su rostro durante un minuto, sus ojos oscuros eran profundos, le tomó la barbilla para frotarla con los dedos.

—Estaba muy triste anoche, ¿sabes?

Cynthia se quedó pasmada por un momento, luego entendió rápidamente a qué se refería. Le dio un tazón grande de ravioles para «tomar represalias» por Carmen.

Y él, para no decepcionar a los dos niños, terminó todo el tazón.

Cynthia se mordió el labio.

—Si estuvieras dispuesto a ceder, tampoco haría eso...

—De ahora en adelante no te metas en mi conflicto con ella.

Alain le dio un pico.

—Si vuelve a ocurrir algo así...

Sonrió muy levemente.

—Te castigaré.

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