¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 318

—De momento no se lo diré a nadie.

Se refería a lo de que sabía producir la gasa de nube cantonés. También aplazaría el desfile tras el Año Nuevo.

No se daba por vencida, pero tenía que esperar una ocasión oportuna.

Si llevara a cabo lo del desfile sin tener en cuenta nada, solo situaría a Alain en un dilema.

Afortunadamente, todavía quedaba mucho tiempo.

El beso del hombre se deslizó hasta sus oídos, dijo en voz baja:

—Después de todo, no me lo quieres contar.

Le sudaba la frente y la nariz. Por dentro estaba dudando de si contarlo o no, su cuerpo no paraba de temblar.

Pero al final, decidió que no.

Henry llamó a las tres en punto diciendo que los arreglos estaban hechos, que Alain podía venir.

Cynthia estaba en la entrada colocando bien su escote y haciéndole el nudo de la corbata con seriedad y atención. Él la sujetó por la cintura.

—¿Qué hago? No me apetece ir.

Cynthia dijo:

—Si no te importa decepcionar a tus empleados, entonces no vayas.

Entre la gente de la empresa y sus sucursales había unos doscientos ejecutivos. Muchos de ellos ni siquiera tenían la oportunidad de verlo una vez al año, por eso no era apropiado de su parte que no apareciera en la fiesta de fin de año.

Alain tomó su barbilla y la miró con atención, sus dedos recorrieron sus labios.

—¿Esperarás a que vuelva?

Cynthia asintió.

—Claro.

—Intentaré volver lo antes posible.

Le dio un pico con gentileza, pero no le bastaba con eso, cuanto más besaba, más adicto se volvía, así que la abrazó para profundizar el beso.

Se oyó un sonido de alguien abriendo la puerta. Cynthia se apresuró a empujarlo y Alain la soltó.

Alejandro y Carmen entraron uno tras otro. Al ver a Alain bien vestido, Alejandro preguntó:

—¿Vas a salir?

—Sí, a la empresa.

Alain dijo unas pocas palabras.

Alejandro no le dijo nada al respecto, después de todo, hacía mucho que no se preocupaba por la empresa. La habilidad de Alain no necesitaba que dijera nada.

Cynthia sostuvo su abrigo, Alain estiró las manos para meterlas en las mangas. Luego sacudió los hombros. El abrigo de cachemira gris de alta calidad no llevaba ninguna arruga, el hombre lucía increíblemente hermoso.

Cynthia lo acompañó a la salida.

Como afuera hacía frío, Alain le dijo que entrara.

Al ver salir el coche del patio, Cynthia cerró la puerta y entró en la casa.

—¿Fuisteis a la casa de la familia Bezos?

Tan pronto como Cynthia se dio la vuelta, vio a Carmen parada detrás de ella.

Ella respondió con sinceridad:

—Sí.

—¿Se ha metido contigo?

—No, no sabía que yo soy la que aprendió la artesanía. Alain se hizo responsable de todo. Creo que tardará un tiempo en saber la verdad.

Sin saberlo, no haría nada.

Teniendo en cuenta que era la esposa de Alain, aunque Elio se enterara, era posible que no fuera tan despiadado como en el pasado.

Podía notar que le daba mucha importancia a Alain.

En cuanto a los apellidos de los dos niños, lo que a Elio le molestaba era que no tomaran el apellido de Alain, no que no tomaran el apellido de la familia Paramés.

Desde que Alejandro se casó con Carmen, había perdido todo su afecto por este excuñado.

Carmen exhaló un suspiro de alivio.

—Menos mal.

Temía que eso le causara problemas a Cynthia.

Carmen le dijo a Cynthia que se sentara en el sofá.

Pidió a la criada que sirviera dos tazas de té.

—Hoy fuimos al cementerio de Fernanda.

Todos los años iban.

—Pensaba decirte que vinieras también, pero no te lo dije porque estás con los niños.

De todos modos, Fernanda cuidó de Alain por ella durante seis años. Elio había sido cruel con ella, pero Fernanda no le había hecho nada malo.

Después de todo, ella accedió a su propuesta en aquel entonces por voluntad propia.

Carmen bebió un poco de té y preguntó:

—¿Qué te apetece cenar? Me encargaré de prepararlo.

Cynthia no tenía apetito, así que dijo:

—Me vale cualquier cosa.

Carmen sonrió.

—Está bien, prepararé algo según lo que vea.

—Tienes mala cara, vete a descansar.

Dijo Carmen.

Cynthia se sintió un poco cansada.

Como todavía quedaba algo de tiempo antes de la noche, dijo:

—Entonces me iré a dormir un rato.

—Ve.

Carmen saludó.

Cynthia se acostó en la cama, no supo cuándo se quedó dormida, pero no se despertó ni siquiera después del atardecer. Fue los golpes en la puerta lo que la sacó de su sueño.

—La cena está lista, mamá.

Fue Álex quien la llamó.

Se levantó, se lavó la cara y bajó las escaleras. En el comedor estaban todos menos Alain.

Pensaba dormir un rato y levantarse a la hora de la cena para ayudar a Carmen, pero se quedó dormida profundamente.

No era apropiado que ella durmiera mientras Carmen estaba cocinando.

—¿Por qué no me has despertado antes?

—Estamos en familia. Habéis estado fuera mucho tiempo. Ahora que estás de regreso, necesitas descansar más.

Carmen le sirvió un plato de sopa nutritiva.

—Esta sopa es bueno para tomarla en invierno.

Cynthia la cogió, todavía estaba humeante. Tomó un sorbo de sopa caliente, sabía a ginseng.

—Puse ginseng rojo, es bueno para las mujeres, toma más.

Dijo Carmen.

Cynthia asintió.

—Gracias, mamá.

Carmen soltó un profundo suspiro, su hijo no le había llamado mamá nunca, pero se sintió reconfortada por el reconocimiento de su nuera.

Después de la cena, la criada limpió la mesa. Carmen tomó la iniciativa de cuidar a los dos niños. Ella los bañó e hizo que entraran en sueños. Como se habían visto antes, los dos niños no sentían que era una extraña, a los dos le gustaba estar con la abuela.

Cynthia también estaba contenta al respecto. Justo que Alain no estaba, podía pasar un rato sola.

Luego de mirar la televisión con los dos niños por un rato fue al piso de arriba.

Echó un vistazo a la hora. Eran menos de las nueve. Dado que se echó una siesta, ahora no tenía nada de sueño. Se puso un camisón de terciopelo blanco luego de ducharse. Encontró un libro que le gustaba de los que había traído. Empezó la lectura sentada en la cama.

Sin darse cuenta eran más de las 12, bostezó con sueño. Puso el marcador en la página que llegó, cerró el libro, lo puso sobre la mesa, tiró del edredón, apagó la lámpara de la mesilla de noche y se preparó para dormir. Pero en ese momento escuchó la puerta abriéndose en la planta baja.

En el silencio de la noche oscura, cualquier movimiento era detectable.

Volvió a encender la lámpara de la mesilla de noche.

En nada, escuchó los pasos de alguien subiendo las escaleras...

Poco después la puerta se abrió.

A través de la luz amarilla, vio a la mujer acostada en la cama, mirándolo.

—¿Aún no te has acostado?

—Te estaba esperando.

Cynthia vio algo blanco en sus hombros y preguntó:

—¿Está nevando?

Entonces Alain se dio cuenta de que había subido con su abrigo, miró de reojo, algunos copos de nieve cayeron sobre sus hombros cuando caminó hasta la casa luego de salir del auto.

Asintió. Temiendo entrar en la habitación con el frescor de fuera, colgó su abrigo antes de volver a subir.

Cerró la puerta y entró.

Ella estaba sentada junto a la cama mirándolo. Su largo cabello era negro, su piel clara e impecable mostraba un leve rubor, y sus labios rosados ​​eran tan tiernos como pétalos de rosa, tentando a la gente de probarlos.

Cuando el hombre se acercó, Cynthia se percató de un olor a alcohol, no era pesado.

—¿Has bebido?

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